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ABC MADRID 29-11-1981 página 59
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ABC MADRID 29-11-1981 página 59

  • EdiciónABC, MADRID
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DOMINGO 29- 11- 81 CULTURA Y SOCIEDAD ABC 43 0 Ha sido un acierto muy importante hacer la liberalización del país antes que su democratización. Siete días cionalista es un error. El nacionalismo de las naciones es un error, pero es más error plantear de un modo lo que no es nación, sino región Es una tentación a la que se ha cedido sin necesidad. A mí me- pareció un grave error introducir en la Constitución la palabra nacionalidad. La fragmentación en pequeñas comunidades es un planteamiento frivolo y peligroso. Este es el elemento negativo que puede poner todo en peligro. -Para Julián Marías el momento más grave de estos años ha sido el producido el 23- F, que él califica de intento de destruir el régimen. -Fue un intento muy real, y el hecho de que haya fracasado no debe ocultar que no han sido meras palabras o conversaciones, sino algo real. Se había producido un ambiente que hacía posible la destrucción del régimen de libertades por una campaña terriblemente falsa y frivola que ha sido el llamado desencanto. Si se hace que un país pierda el entusiasmo, se le puede manipular, y ha habido voluntad decidida de ello al decir que todo estaba mal. La Prensa ha tenido mucha responsabilidad, porque parecía que lo inteligente era decir que todo estaba mal y detenerse en los chismes. -La personalidad de Julián Marías, su liberalismo integral, le hace testigo de excepción para responder a la cuestión de cuál es el papel de la Monarquía. -Para mí, el Rey no debe ser lo que se llama Jefe del Estado, sino cabeza de la nación. No es sólo ni puramente político, es la cabeza y la representación de la sociedad española, y en ese sentido le corresponden funciones no políticas muy importantes. Se dice que el Rey reina, pero no gobierna, y reinar es representar a la sociedad, proponer empresas, estimularlas, favorecerlas. Hay realidades que no tienen que ver con la política, como es el patrimonio cultural, artístico, la lengua, su vinculación con la América hispana. Todo esto no tiene que ver con la política, pero puede estar simbolizado por el Rey, fomentado por él de manera que no tenga poder político que no le corresponde tener por la Constitución, sino que tenga autoridad y prestigio, que es una forma dé Poder: el poder espiritual, y esto puede dar estabilidad y posibilidad de innovaciones y de libertad. Los males de la libertad no se curan restringiéndola, sino con más libertad, ejerciéndola toda. El uso de la libertad impide el abuso de la libertad. La conclusión de Julián Marías en su libro es que la situación española no se parece en nada a la situación que llevó a la guerra civil. También sería interesante saber, en eso que él llama la reconquista de la libertad ¿en qué etapa estamos? ESPAÑA, UNO DE LOS PAÍSES MAS LIBRES- -Pienso que estamos muy bien. España ¡es uno de los países más libres que hay, lo; cual es casi milagroso. Se ha pasado de sed un país en el que no había libertades políti- j cas, aunque sí había otras de tipo personal, a; tener toda la libertad política. El único pro- blema está en usarla bien. Siempre he dicho que es muy importante tener libertades, pero es más importante ser libre. Ahora tenemos libertad, y la tentación es no ser libre y dejarnos llevar por presiones, coacciones, modas que a veces Se corrigen con la propaganda. También ocurre que hay gente que no se atreve a ser libre. En resumen, se puede decir que estamos en un momento muy interesante. -Pilar TRENAS. El Cervantes, enplena singladura He dicho, alguna vez, aplicándole una literatura un tanto patriótica, que el premio Cervantes venía tocando en los más hermosos puertos del idioma, jugando muy bien su suerte de carabela empavesada de millones y buena fortuna. Según un fair play sobreentendido, supo elegir, en un turno que se parecía mucho al binomio turnante Sagasta- Cánovas de la Restauración, un nombre de allende el mar y otro de aquende los litorales. GuíIlén- Carpentier, Alonso- Diego, BorgesOnetti, era la enredadera de escritores que parecía exigir para 1981 otra vez la presencia de un español de nuevo... Pues bien, el fair play se ha roto. El premio Cervantes de 1981 se fue a conocer, como hacen casi todos los premios gordos, nuevos horizontes en busca de Octavio Paz, dejando marginado -por utilizar las propias palabras del poeta finalista- -a Rafael Alberti, qué para muchos figuró en los últimos días como el elegido in pectore No para nosotros, que siempre esperamos la votación a favor del gran poeta mexicano por la sencilla razón que se le debía por haber quedado finalista el año anterior y porqué, en cierto sentido- -y esto es una opinión particularísima el premio a Juan Carlos Onetti comportaba cierta sorpresa. Y fue, a pesar de que fue cantada, una sorpresa. Poeta por poeta es claro que tanto monta Paz como Alberti, y ni siquiera una consideración extraliteraria puede distanciarlos en sus méritos parejos. Un galardón como el premio Cervantes, que, en cierta manera, suplanta con absoluta justicia al mismo premio Nobel en el ámbito norteamericano, hay que juzgarlo en realidad con arreglo a sus altos objetivos: sub specie aeternitatis O lo que es igual: bajo una consideración de suprema exigencia. Y, sin embargo, el rayo no siempre puede pasar por el cristal, sin mancharse ni la vieja quilla no encontrar algún que, otro escollo. En la ya importante historia del premio los ha habido, y hay que esperar por la propia vitalidad del premio que los habrá en el futuro. Pero la concesión y las repercusiones del fallo han tenido en esta ocasión una vibración distinta. Por primera vez alguien ha quedado desencantado y por primera vez alguien ha sentido una sensación de alivio. Quiero decir, en definitiva, que el ala de una trasnochada politización ha rozado el palo mayor de la carabela, al extremo de obligarnos á hacer una releetura de las concesiones pasadas. Iba viento en popa el barco y muy pronto se puso en alta mar sin temores a tifones ni sargazos. Incluso el hecho de que recalase en esa zona tranquila de los escritores de cierta edad había que juzgarlo como una prueba de madurez y de prudencia. Y no como un viático. Las anécdotas- -que algunas hubo y algunas se han contado por sus protagonistas- -se redujeron a los nervios de la primera entrega a Jorge Guillen- -todavía él gran poeta vallisoletano con los reflejos del exilio en tensión- al inoportuno gesto de Alejo Carpentier de mezclar la bolsa del premio con sus obligaciones políticas; y, acaso, la influencia notoria del ICE, en la avenida de los Reyes Católicos, sin número, en la salida de! autor de Dejemos hablar al viento No tan poca cosa cómo podría parecer, pero en cualquier caso nada relevante en la botadura de un premio que nació- -y así sigue- -con voluntad cósmica. Con altura de miras. Pues, desde una consideración estrictamente literaria, el Cervantes alcanza la calidad de lo irreprochable. Se trata en todos los casos- -desde Guillen a Paz- -de auténticos descubridores de un modo literario, de un continente al rescate, de un universo donde brillan los más luminosos astros. Guillen aportaba su asombro a la aventura, restableciendo- -en su dobe categoría física y moral- -el mundo bien hecho y no sólo en la fractura del exilio, sino en la integración de la poesía española a la europea. Y Carpentier había recuperado los pasos perdidos del hombre americano, descubriendo su realidad maravillosa Y Dámaso Alonso, el mejor compañero de viaje de todos; y Gerardo Diego y Jorge Luis Borges, uniendo al alimón lo mágico y lo racionalista; y el propio Onetti, poniendo un poco de ceniza en los laureles... Todos ellos, en su obra, asumen el oficio de fundadores de la palabra, de descubridores del idioma, de navegantes de un océano literario en el que su voz remite a la de Rodrigo de Triana. Octavio Paz, en cuarenta libros y una sola vocación, rejuvenece el premio y lo dispara hacia las mejores perspectivas. Paz no es sólo un mágico, sino también un lógico que ha subido a la cubierta del Cervantes para embocar el premio hacia su definitiva singladura. Un escritor que bebe en tantas Culturas y que ofrece siempre la misma sustancia es el mejor capitán de un premio nacido para surcar por mucho tiempo, en viajes de ida y de regreso, los mares del entendimiento hispanoamericano. Dejemos al premio Cervantes hacer su travesía feliz, en lo que es su misión, sin contaminarlo con estúpidas conjeturas. Este año quienes avanzaban el nombre de Rafael Alberti, con el pretexto de animar el ambiente literario, no hacían nada temerario, pero acaso sí algo estúpido. Alberti, que figura en la superpoblada nómina del 27; -y eso es ya un hándicap para un premio que enfila peligrosamente rutas más variables- puede ganar el Cervantes en cualquier ocasión. Porque, pese a algunos gritos y susurros intencionados, en este premio no hay- -y valga el modismo en gracia a su expresividad- moros en la costa Es un premio liberal y sin prejuicios. Y estaría muy bien que lo dejaran serlo siempre- -Florencio MARTÍNEZ RUIZ.

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