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ABC MADRID 16-06-1981 página 112
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ABC MADRID 16-06-1981 página 112

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC 56- VI- 1981 Realizada por Chris Petit, discípulo de Win Wenders, se proyecta ahora en Madrid AL Radio on primera road movie del Reino Unido Gustav Machaty Las road movies películas de carretera, tuvieron un gran predicamento en el panorama cinematográfico norteamericano en la pasada década, sobre todo por su sencillez. Cualquier joven realizador con buenas ideas y poco dinero para llevarlas a cabo, tomaba una cámara y se echaba camino adelante. Bajos presupuestos y guiones escasamente elaborados eran la característica común de este tipo de filmes. El boom se inició a finales de los sesenta, con el inesperado éxito obtenido por la pareja Peter Fonda y Dennis Hopper, con Easy Rider un filme ya mítico que narraba la travesía motociclística de dos rebeldes- con- causa a través de las rectilíneas carreteras californianas. Luego, ta calidad de las producciones bajó y tan sólo de cuando en cuando alguna cinta aislada, como el Two lañe blacktop de Monte Hellman, lograba sobresalir de la mediocridad reinante. Superado ya el ecuador de los setenta, la moda emigra a Europa, como suele ser habitual, donde Win Wenders, el realizador alemán de más prestigio del momento, la acoge paternalmente en su seno, la da cobijo en sus filmes y hasta funda una productora que denomina Road Movies Filmproduktion. Pero en el Viejo Continente parece que este estilo fílmico no logra cuajar. Las enormes distancias estadounidenses se prestan mucho más a la aventura- en la carretera, a la epopeya on the road que las asépticas, retorcidas y divididas por mil fronteras autopistas europeas. FLORES EXÓTICAS Se puede hablar de alguna experiencia aislada, como el Messidor de Tanner, que pudimos ver hace unos meses, o El puente de Bardem, salvando todas las distancias y conteniendo la risa. Dentro de este apartado de flores exóticas nos llega ahora Radio on un filme británico del debutante Chris Petit, estrenado la semana última en Madrid. Su autor odia que la califiquen de road Robert B. el atribulado disjockey en dos momentos de su interminable peregrinaje hasta Bristol movie Aunque en el fondo- -y en la forma- -no es otra cosa. Petit, treinta y dos años, crítico de cine, redactor- jefe de la ya fenecida Time Out especie de Guía del Ocio londinense, hizo un día una entrevista de Wenders, le mostró su guión, sintonizaron y decidieron rodarla fladio on es un tecno- filme por llamarlo de algún modo, en el que los protagonistas están continuamente rodeados de aparatos electrónicos, radios, casetes, maquinitas de marcianos, micrófonos, televisores... que abandonan su tradicional papel de comparsa o de telón de fondo para saltar a un primer plano. La música, por ejemplo, es algo más que una mera banda sonora que subraye o potencie tal o cual pasaje. Con la música, el director nos dice muchas más cosas que por boca de sus protagonistas, casi siempre en silencio de un mundo donde las palabras parecen haber perdido todo su sentido. Canciones de Kraftwerk, Devo o Rumour suenan una y mil veces en el cásete del automóvil del pinchadiscos protagonista, un viejo Rover que terminará sus días al borde de un acantilado. La música hace más creíble la realidad electrónica en torno a la que pululan como zombies los personajes del filme, hacia los que el director parece sentir una increíble indiferencia, en contraposición con lo que ocurre en las road movies habituales. Pese a ser una versión inglesa de una adaptación alemana de un modelo americano como recordaba el crítico Richard Combs, Radio on tiene un aire muy particular y diferenciado. Chris Petit ha dejado a un lado muchas de sus influencias- -aunque no siempre consigue despegarse de sus concomitancias wendenanas- -y ha coseguido un filme muy británico, entre ambiguo e irónico, y resueltamente depresivo. Al final, en una jocosa pirueta, como haciendo un corte de mangas a todas las road movies que en el mundo han sido, Robert B. abandona su auto, especie de alter ego de prolongación de su personalidad, se echa a andar, deja atrás la carretera y, decidido, se sube a un tren. La aventura ha terminado Norma Duval, de patitas en la calle Hay cosas rocambolescas como la vida misma. Verbigracia, lo que le ha pasado a Norma Duval, actriz y vedette que, a un mes de su boda con el economista Jorge García Lago (de familia bien al parecer) se ha visto de patitas en ¡a calle, arrojada vilmente del domicilio que ocupaba con su futuro por una airada familia política que la denunció a la Policía por allanamiento de morada y logró, incluso, su momentánea detención. El caso es que Norma tiene cartas y pruebas (ver foto) de que la familia había aceptado, en principio, las cosas, pero ahora, por razones poco ciaras- -al parecer, él está enfermo- los padres de García Lago no están dispuestos a que el matrimonio se realice. La historia tiene visos folletinescos donde la mala parece genuinamente sorprendida en su buena fe y e bueno atrapado en una red de intereses familiares. Norma Duval conoció a Jorge mientras actuaba en el Folhes Bergere, de una forma episódica que, quizá, no hubiera pasado de ahí de no haberse vuelto a encontrar poco después, también en París Y aunque a actriz ha sido siempre muy cauta en ese terreno, por aquello de que la profesión es lo primero decidió que Jorge- -un tipo robusto, de treinta y dos años y dedicado a sus negocios- -era el hombre de su vida. Para sorpresa de todos anunció su boda y aseguró que no se retiraría, aunque podría elegir con más tranquilidad sus papeles. En cuanto a las posibles sonrisitas por aquello del dinero del novio, Norma recordó que había ganado mucho desde que entró en el mundo del espectáculo. Hace unas semanas, la vedette volvió a Madrid para preparar su matrimonio. Se trasladó a casa de Jorge y allí seguiría de no haber terciado los padres, que, en principio, vieron con relativos buenos ojos el asunto, pero que se empezaron a asustar cuando comprendieron que la cosa iba en serio. El porqué es un misterio. Tanto Norma como Jorge son mayores de edad y, al menos visto desde fuera, no parece muy razonable la intromisión familiar. Seguramente, todas las incógnitas se despejarán en los próximos días.

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