ABC MADRID 27-01-1981 página 97

ABC 27- 1- 1981 AL DÍA El Colón, sentimental y retrospectivo, y el Cinema X, para profesionales de los novillos, han desaparecido. El Doré, eminentemente popular, puede seguir sus pasos si nadie lo remedia Madrid se queda sin cines de barrio líos palacios de las pipas en peligro de extinción J. L. Pendueles Muchos de los cines del Madrid de los años cincuenta han ido muriendo poco a poco. Tradicionales salas de reestreno- -hoy en franco desuso- -y locales de programas dobles retrospectivos que cumplían la satisfacción del cinefilo y eran escenarios de conatos de idilio entre los adolescentes cuando faltaban muchos años luz para que las discotecas hicieran su furor. 1. a vida de las películas era bastante efímera en los cines de estreno circunscritos a la Gran Vía. En 1951 el barrio de Salamanca se incorpora a estos circuitos con la inauguración del Carlos III. La bella y enigmática Marta Toren, con su Casbah es la protagonista de esta efemérides. AlLaño siguiente son los Rqxys los que sé lanzan con esta modalidad. El restó de las salas de la calle de Fuencarral eran de reestreno: Bilbao, Paz, Proyecciones... Pero el usuario esperaba a que las películas llecasen a su barrio. En el centro estaban el ciní Gong, en la calle del Marqués de Cubas, esquina a Los Madrazo- -que programaba junto al Barceló y el Goya- -los filmes que provenían del Palacio de la Música. En la calle Marqués de Casa Riera- -había que subir en ascensorestaba el Palacio del Cine que, junto al Bellas Art ss, Panorama, Infantas y Calatravas- -ya en su i últimos pasos- -ofrecía un amplio muestrario al espectador. La mayoría ée ellos han desaparecido. Muchas salas teatrales se empezaban a pasar al séptimo arte: Al ejemplo del Gran Vía se unían el del Lope de Vega, que cambió al cel jloide con Todos los hermanos eran valientes Stewart Granger y Robert Taylor frente a frente, y el Albéniz, que se remozó con la película de aventuras El príncipe valiente -con Ro aert Wagner en el papel estelar- que fue la se ta rodada en Cinemascope estrenada en Espalia. Los locales tenían cada uno sus característica! y su público. Los cines de la calle Genova ten an un carácter señorial. El Colón- -donde hoy está Viena Capellanes- -y el Príncipe Altor so- -con entrada por General Castaños- -ersn punto de cita y lugar de encuentro de niños y jóvenes. Los primeros, acompañados de institutrices y niñeras. Los segundos, alumnos de Bachillerato del Pilar, Areneros, Maravillas, Sagrados Corazones, hacían sus primeros pinitos con el ligue con alumnas de la Asunción, Loreto, Irlandesas, Esclavas o Teresianas. Muchas veces no pasaba de la estrofa becqueriana del: La he visto. Me ha mirado. Hoy creo en Dios pero aquellos chavales que rondaban el recién creado Preü buscaban la compañera para invitar al guateque casero en el que ya se oían los primeros ritmos de Los Platters y de Paul Anka, que alternaban en los hit parade -todavía escasos de la época- -con aquel revolucionario Rock around the dock que hacía sublevarse a nuestros padres. Los cines frecuentados por universitarios eran matinales. Recién trasladada la Facultad de Derecho de la calle ancha de San Bernardo a la Ciudad Universitaria todavía quedaba la tradición de echar la mañana en el Cinema X, con Un programa doble después de haber jugado al futbolín y al billar en los aledaños, tras haber consumido un bocadillo de anchoas y el consabido vino o el recién aparecido cuba libre según anduviesen los fondos del estudiante que se había pirado de la clase de Ursicino Alvarez o del temido civilista Federico de Castro. Las tardes de prácticas muchos se caían después de ellas, por el cine Arguelles, una vez probada la emoción del Pepe y el Paco en el tranvía deja Moncloa, haciéndole balancear, bien por los lados o hacia arriba y abajo, según se diese las pertinentes órdenes por ese capitán de follón que había en todos los cursos. Los cines Sol, Doré y La Flor tenían un eminente sentido popular tanto por los módicos precios como por un tipo de espectadores poco exigentes. Época muy distinta: El color era tan sólo patrimonio de las películas americanas. Él cine europeo- -el serio de las minorías- -era erj blanco y negro y tan sólo al final de la décadf Gina Lollobrigida, Sophia Loren y Marina Vladf aparecían con su fotogénica belleza coloreada Comenzaban los grandes espectáculos m masas. Las cintas bíblicas e históricas hacían formar grandes colas, presagio de su apogeo en los primeros años sesenta. El cine español desenterraba el cuplé por boca de Sara Montiel, que cumple- ¡caso inaudito! -un año en el cine Rialto. Las producciones basadas en la historia española iban dejando paso a un nuevo cine de consumo, tipo Las chicas de la Cruz Roja Luna de verano y Los tramposos Eran otros tiempos. El misterio rodeaba todo el contorno. Era más bonito imaginarse el trance erótico que el desbordamiento actual, pero los que vivieron aquellas jornadas al pasar por esos cinematógrafos absorbidos por edificios bancarios o comerciales piensan que el viejo Madrid, aquel Madrid de los bulevares y terrazas ha muerto para siempre sustituido por el ruido, las prisas y la circulación. Pero aquellos héroes que vieron en pantalla, aquellas starlettes que les enamoraron platónicamente quedan en el recuerdo como el cine Gong, el Colón, el Príncipe Alfonso, el X o el Arguelles.