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ABC MADRID 17-02-1980 página 22
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ABC MADRID 17-02-1980 página 22

  • EdiciónABC, MADRID
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AB C. í O M i WÚÜ í f BE FEBRERO DE 1980 PAG. 6, f Crónica ipffpsemanal FUERZA NUEVA TT A valoración que el ministro del Interior hizo el jueves en el Congreso del te j rrorismo tfe extrema derecha resulta, a mi entender, bastante acorde con las- evidencias que nos suministra ¡a realidad: se trata de activistas que aún no disponiendo todavía de una auténtica organización, si mantienen conexiones mutuas, más o menos esporádicas La palabra todavía es la que, oportunamente, convierte la definición en advertencia. Aún estamos a tiempo de evitar la plena germinación de las flores del mal, ha venido a decir de forma subliminal Ibánez Freiré, pero si no actuamos con presteza y energía pronto podemos encontrarnos arrastrados hacia el abismo por una fatídica espiral de venganzas y contravenganzas. Sobre las fuerzas políticas, en cuyos ideales dicen inspirarse estos grupos armados violentos, pesa ahora la gran responsabilidad de dejar de estimular, por acción u omisión, el recurso a tan abominables procedimientos. Entre todas ellas destaca, por su vertebración e influencia, el partido Fuerza Nueva que, liderado por Blas Pinar, ha sabido capitalizar el lógico descontento consecuencia de la simultaneidad entre cambio político y crisis económica, hasta alcanzar rango parlamentario. Desde el mismo momento de su fundación, Fuerza Nueva ha mantenido, tanto de palabra como de obra, posiciones ambiguas sobre e! uso discrecional de la fuerza física como factor añadido a la pugna política. Tanto es así, que el interminable catálogo de incidentes, más o menos cruentos en que se han visto envueltos sus directivos y militantes, constituye, hoy por hoy, uno de los principales elementos de tipificación del grupo ante los ojos de la opinión pública. Por esa razón nadie ha considerado una circunstancia casual o irrelevante- que entre las pertenencias de los autores materiales del repugnante y nauseabundo crimen de Yolanda González- -sea tan sólo de expresar en su forma de vestir su amor por su tierra- aparecieran sendos carnés de Fuerza Nueva. Y en su mano está el tomar algunas iniciativas que podrían devolver a Fuerza Nueva la respetabilidad perdida. En su mano está anteponer discursivamente e ¡repudio de la violencia a cualquier otra consideración ideológica. En su mano está otorgar a individuos como! os aludidos el mismo tratamiento verbal que merecidamente aplican a los asesinos que beben en fuentes doctrinales opuestas. En su mano está prohibir terminantemente la participación en los actos del partido de nadie que sea portador de armas, ya se trate de cadenas, navajas o pistolas. En su mano está prohibir a sus militantes el uso de correajes, cinchas, distintivos y demás indumentos paramilitares que necesariamente fomentan entre la juventud la mística de la agresividad y la violencia. En su mano está sancionar fulminantemente con la expulsión a quienes incumplan estas directrices. En su mano está, sobre todo, iniciar una investigación exhaustiva a todos los niveles con objeto de determinar si en estos momentos las estructuras de Fuerza- Nueva albergan o no a más núcleos operativos del estilo del responsable de la muerte de Yolanda González. Blas Pinar tasuna y los números uno y dos de ETA mfíitar. Nada se resolvería concediendo a Fuerza Nueva la prima de la clandestinidad. Todo lo contrario: es en los subterráneos, no en la plaza pública, donde puede llegar a estructurarse toda una trama negra en el sentido italiano del término. La presión verdaderamente eficaz para apartar a Fuerza Nueva de los caminos de la violencia no la pueden hacer los gobernadores civiles, sino los GÍUdadanos de a pie, y en especial aquellos en posiciones ideológicas parcialmente próximas al ideario que dice desarrollar el señor Pinar. En tanto en cuanto no empiecen a instrumentarse en su seno iniciativas como las antedichas, Fuerza Nueva debe ser sometida por los sectores más conservadores de la sociedad española a un implacable extrañamiento moral. Mientras no se produzca una limpieza a fondo entre su militancia, toda persona amante de la paz y del orden deberá pensarlo dos veces antes de acudir a un acto convocado por Fuerza Nueva, y deberá pensarlo mil veces antes de permitir que sus hijos continúen frecuentando circuios en los que pueden labrar su desgracia de por vida. NO A LA ¡LEGALIZACIÓN; SI AL EXTRAÑAMIENTO MORAL D ¿CUANTOS EMILIO HELLIN, CUANTOS IGNACIO ABAD QUEDAN POR DESCUBRIR? No es la primera vez que sucede. El sumario del caso Atocha cuya vista comienza, mañana, prueba sobradamente la conexión directa o indirecta de casi iodos los implicados en la cobarde matanza de los abogatíos laboraüstas con el partido de Blas Pinar. Por supuesto que tales víctimas no suponen, ni en uno ni en otro caso, la complicidad delictiva de quienes ostenta la representación Jurídica de la organización, ya que un partido no tiene por qué responder de ios actos individuales de sus afiliados. Pero no es de responsabilidades penales, sino de responsabilidades políticas, de lo que estamos ha- blando. ¿Cuántos García Julia, cuántos Fernández Cerra, cuántos Emilio Heliín, cuántos Ignacio Attad nos quedan todavía por descubrir en los círculos de Fuerza Nueva? Este es el gran Interrogante que la sociedad toda, más allá de cualquier coloración partidista, debe plantear inquisitorialmente ante Blas Pinar y sus colaboradores. Se trata de apelar formalmente a su patriotismo y sentido del deber para que hagan cuanto esté en su mano hasta conseguir que ei partido que fundaron desde una sincera perspectiva de servicio a España- -en mi opinión, diameíralmente equivocada- -deje de prestar cómodo cobijo a todo tipo de alimañas, que no es otro el calificativo que merece quien es capaz de descargar vilmente su revolver contra la sien de una muchacha. Hablar de la ¡legalización de Fuerza Nueva me parece jurídicamente fuera de lugar y, políticamente, estúpido. Máxime si quienes enarbolan esta bandera son los mismos que acertadamente han venido defendiendo! a ampliación de las fronteras del pluralismo hasta acoger a todo tipo de opciones por muy erráticas que a! grueso de la sociedad! e parezcan. La verdadera democracia parlamentaria es aquella que hace extensivo el principio de la igualdad de oportunidades, incluso a quienes abiertamente propugnan su destrucción. Siempre y cuando lo haga por procedimientos legales, todo ciudadano tiene derecho a defender públicamente cualquier tipo de creencias, ya se trate de la independencia del País Vasco, la albanización de España o el retorno a los usos morales impulsados por el Concilio dé Trento. Y si lo que se le achaca a Fuerza Nueva es estar sirviendo de soporte político al terrorismo de las llamadas bandas fascistas conviene puntualizar, en primer lugar, que sólo en ¡a mente politicamente asalariada del guionista de cierta película- libelo caben las conexiones orgánicas y! a dependencia operativa que expresamente se establece entre ambos factores. En segundo lugar, es preciso advertir que una aplicación estricta de ese rasero, ahora avalado por los socialistas, podría llevarse por delante a algunas otras formaciones políticas con tanto o mayor fundamento que a Fuerza Nueva. Y baste analizar con cierta ecuanimidad, como último ejemplo, la frustrada entrevista del pasado fin de semana en Biarritz entre un destacado dirigente de la coalición Herri Ba- LA BRIGADA OPERATIVA TAMBÍEN ANDABA TRAS ELLOS Es preciso dejar constancia de que ia defensa de un determinado modelo de sociedad, por muy tradicional o incluso ¡ntegrista que éste sea, no implica en el ánimo de muchas gentes de buena voluntad otorgar carta blanca a nadie para tratar de implantarlo por medio de procedimientos desaforados. Urge poner pies en pared ante el propósito de cierta Prensa de explicar el terrorismo de derechas como simple manifestación de ¡ncomedidos ardores juveniles en el contexto de una polarización de toda la sociedad española, similar a la que nuestros mayores tuvieron la desgracia de vivir hace cuarenta, años. Debe quedar claro ante quienes alientan esta teoría que sí, que efectivamente vuelven a existir las dos Españas, pero que esta vez no son derechas e izquierdas las irremisiblemente enfrentadas, sino que de un lado quedan! a inmensa mayoría de ios ciudadanos que están dispuestos a labrar la paz sobre ¡a tolerancia multilateral, y, del otro, aparecen esos pequeños núcleos de sangrientos dinamiteros que, amparados en las más diversas etiquetas, quedan hermanados en ía barbarie de sus métodos y

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