ABC MADRID 12-08-1979 página 124
- EdiciónABC, MADRID
- Página124
- Fecha de publicación12/08/1979
- ID0001293304
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titudes que pugnan por acercarse. Requisitos administrativos parecen motivar el distanciamiento- Cortesmente, pero inflexiblemente, se revisan los pasaportes. TERCERA ETAPA: LOS ANGELES- NUEVA YORK: 4.437 kilómetros, 52 horas Una caravana de lujosos Packard descapotables forman la comitiva de acogida. Precedidos y rodeados de policías motoristas atronando con sus sirenas, los recién llegados corresponden a los saludos de la multitud que exterioriza su entusiasmo con fuertes silbidos- a la usanza norteamericana- -a lo largo de las grandes avenidas del recorrido. Aceptada la invitación para visitar los estudios de cine Metro- Goldwyn- Mayer, el doctor Megías es saludado por el famoso actor de los años veinte, Ramón Novarro. La trepidante actividad de rodaje- diez películas simultáneamente, entre las primeras sonoras -no impide agasajar a los viajeros. En la cena ofrecida por la Municipalidad de Los Angeles- 2.000 cubiertosse encuentra Charles Chaplin. Entre los pasajeros del Zeppelin se encontraban algunos Japoneses, ataviados con el traje tradicional. La comodidad era grande a bordo; los únicos inconvenientes eran la ausencia de baño y la prohibición de fumar Medalla conmemorativa del histórico viaje del dirigible. en la niebla dejan ver el mar. Barcos cada vez más frecuentes señalan la proximidad de tierra. Volando a 350 metros de altitud se divisa la costa de California. Un centenar de aviones ofrecen su escolta. En la gran bahía de San Francisco, la escuadra del Pacífico y demás barcos surtos en el puerto, empavesados, ensordecen el aire con sus sirenas. Las terrazas y los parques están desbordados de personas que aclaman a los viajeros. Se pone el sol cuando el dirigible se encamina al aeropuerto de Los Angeles. Millares de luces surgen de la ciudad como una réplica al luminoso cielo estrellado californiano. En una ladera de las estribaciones de Sierra Nevada, Hollywood, la fábrica de sueños, brilla con especial intensidad. El comandante Hugo Eckner 36 Los viajeros del Graf Zeppelin fueron recibidos en olor de multitud a su llegada a Nueva York. prefiere aterrizar de día y el pasaje permanece contemplando el espectáculo de luz y sonido desplegado ante su vista, animado por los claxons de los automóviles- puntos centelleantes móviles- -que se dirigen al lugar de encuentro en el campo de aviación. De la tierra petrolífera asciende hasta la góndola el acre olor de hidrocarburo de los pozos vecinos. Con el alba se inicia la maniobra de aproximación a tierra; una formación de marinos arrastra las amarras y el dirigible es conducido al mástil de fijación. A bastante distancia se observan cordones de mulLa ley seca obliga a prescindir de vinos y licores en la mesa. Desde los postres se parte directamente para el campo de aviación. De madrugada se cruza el río Colorado y se vuela sobre Arízona, cerca de México. Bajo el dirigible, la línea férrea de la Unión Pacífico, en-