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ABC MADRID 15-09-1978 página 83
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ABC MADRID 15-09-1978 página 83

  • EdiciónABC, MADRID
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Una visita de Córdoba (Argentina TRIBUNA PUBLICA pero intensa visita a la República Argentina, donde he tenido ocasión de conocer mejor la capital y la provincia de Córdoba. He hablado con universitarios (profesores y alumnos) con taxistas, abogados, ingenieros, empleados de hostelería, empresarios de los más variados sectores, señoras de la limpieza, militares, curas, menestrales, obreros de diversos ramos y hasta con un conductor de colectivo como allí llaman a los autobuses. Mis conversaciones han versado, de manera primordial y rigurosa, sobre tres temas: la actual situación del país, el proceso político español y sA próximo viaje de nuestro Rey a aquellas tierras. Y debo confesar que a medida que se va penetrando en el ambiente y adquiriendo cierto conocimiento del. medio (he estado allí dos veces en los últimos seis meses) una incesante sensación de sorpresa le asalta a uno: mal se compadece lo que en general se lee en nuestros periódicos con lo que piensa y dice el pueblo argentino. Su actual estado de cosas se caracteriza por una concertada y casi unánime lucha para salir de la todavía difícil situación económica que, como mal pertinaz, viene amenazando la vida de una nación dotada de pingües recursos para la prosperidad. Pues bien: existe un amplísimo consenso (Jo mismo peronistas que antiperonistas parecen coincidir en que la anterior situación resultaba insostenible) sobre la necesidad de mantener el orden social reconquistado tras unos años de claudicación y caos, impuesto pon bandas armadas que, sin control alguno, asolaron la República. También se advierte un sensible optimismo nacido del restablecimiento del orden, del creciente bienestar, pese a ias ingentes dificultades con las que se lucha, dificultades que exigen enormes sacrificios; y, aunque ello parezca trivial dato anecdótico, el triunfo en el campeonato mundial de fútbol ha contribuido asimismo a levantar la moral de los argentinos, hecho éste que extrañará A De una reciente visita ala Argentina escasamente a quienes recuerden las inmarcesibles estrofas de Rubén a la Argentina, donde poesía y verdad se identifican. Las páginas de Ortega explican indirectamente, a su vez, muchas cosas en torno a esta actitud y no digamos en relación con la observada ante problemas de magnitud internacional, como los conflictos de las Malvinas y del Beagle. La impresión más extendida es que el pueblo argentino respalda fa actual gestión pública porque ha impuesto la paz social, aunque haya sido a costa de algo que los propios argentinos consideran una guerra civil; y porque mantiene una postura firme en una línea de política económica exigente, oomo 4 a realizada por el ministro Martínez de Hoz. Cuando con delicadeza, pero abiertamente, se aborda el tema de la actual dictadura vigente en el país, la mayoría de las personas con quienes he tenido ocasión de hablar responde de forma inequívoca que, en su opinión, se trata de algo que es el resultado de una orquestación básicamente europea al respecto. Algunas personas hicieron referencia a refrán de la paja en el ojo ajeno 4 y, prácticamente sin solución de continuidad, salía el tema del proceso político español. Para los argentinos. nuestro proceso poli tico resulta difícil de comprender. Nuestra situación, dicen, responde a un modelo por el que inexorablemente pasaremos, como ha ocurrido con Portugal, Chile y la propia Ar- ABC es independiente en su línea de pensamiento y no acepta necesariamente como suyas ias ideas vertidas en los artículos firmados. tuación española con una gran clase media, interés internacional en que se mantenga su estabilidad, con un pueblo razonablemente paciente mientras su clase política aprende y sus medios de, comunicación se estabilizan en el nuevo clima, con un Ejército dispuesto a obedecer a su Rey, etc. ia respuesta no se hacía esperar: recuerdan que procesos similares fueron interrumpidos por amplios deterioros del orden social o económico, o por una real, aunque solapada, transgresión de alguna de Jas libertades fundamentales, como la de ia educación. De indignada puede calificarse la reacción de los argentinos ante la posición de ciertos sectores políticos españoles que se han permitido criticar el previsto viaje de nuestro Jefe del Estado a aquel país, sHenciando, claro está, las visitas a otras naciones. Sus argumentos son realistas porque los argentinos, sometidos a un medio vital en que la rapidez lo es casi todo, no tienen tiempo para lucubraciones más o menos pssudopolíticas. Y así, dicen: Que venga el Rey de España, puesto que, como buen Jefe de Estado, viene a comprar y vender, y eso es lo que ambos países necesitan. El realismo y la concreción son las notas más destacatoles del razonamiento. La República Argentina, con una superficie siete veces mayor que la española y tan sólo veintiséis millones de habitantes, posee unas posibilidades económicas difícilmente valorables y vive tranquila su propia vida, de espaldas a críticas que considera ayunas de realismo y, conocimiento; observa, entre curiosa y asombrada, el proceso español y espera ilusionada a nuestro Rey, a quien recibirá- -seguro estoy de elfo- -con toda simpatía, como a Monarca de la madre patria y como a hombre de bien que, en visita de cortesía y de altísimas miras, dejará abiertos nuevos cauces de convivencia y mutuo provecho. Juan Carlos VAZQUEZ- DODERO

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