Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 18-12-1977 página 121
ABC MADRID 18-12-1977 página 121
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 18-12-1977 página 121

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página121
Más información

Descripción

hostilidad: guerras de religiones excluyentes; guerras de poderíos exoluyentes. Trento, al concluir sus sesiones, el año 1563, no es capaz de mantener viva la unificación. El Escorial, en la misma fecha, según su partida de nacimiento, con arquitectura de futuro, se afirma como respuesta de universalidad frente al pluriverso consumado, frente a la ruptura ya aceptada. El Escorial nace como respuesta. Tiene voz de granito. Es una respuesta tallada en roca. Pero su vocación de universalidad se queda en conato puro. Como dice Ortega, con una óptica aparente de campo sin horizontes, es un esfuerzo consagrado al esfuerzo El Escorial nace sin auditorio. En medio de la dispersión surge firme y solitario, como símbolo viviente de unidad. Es imposible comprender la imperturbada cohesión y la serena armonía de su arquitectura si no se sabe primero descifrar este lenguaje. El Escorial mutilado de la tantas veces mal recurrida óptica orteguiana no es sino simple apoteosis del querer por el querer o desnudo estallido de una voluntad ciega, difusa, brutal Pero es manca esta imagen. El Escorial es más que eso. Y Ortega no lo ignora. Es nuestra gran piedra lírica de resonancias universales. Es nuestro proyecto sugestivo de vida en común Es categoría en tensión, teología dinámica, espíritu dialéctico, concitado en combate armónico sobre un frente de incitación y respuesta según la sublimación histórica de Toynbee. Felipe II recogió el guante del desafío desintegrador de Europa, lanzado a este unamuniano pueblo de teólogos que entonces era España. Y de la lucha, más espiritual que estética, brotó como hito aglutinante de fe y como síntesis integradora de pensamiento, en galope profundo de formas, espacios y volúmenes, la sintaxis exacta, aparentemente inmóvil, pero soberanamente activa, del Escorial. Felipe II es el gran arquitecto que pudo tener y que no mereció Europa. Construye en el Escorial el credo unitario de su universalidad perdida. La Paz de Westfalia en 1648, dará fe del pluriverso consagrado. La ruptura real y jurídica de Europa, de Occidente, de la Cristiandad, es un hecho por ahora irreversible. Un hecho y un derecho de apoyaturas geográficas, más ideológicas que institucionales, tanto en lo político como en lo religioso. El monasterio de El Escorial es nuestra gran piedra lírica nuestro proyecto sugestivo de vida en común Jus foederis y Cujus regio, ejus religio serán su fórmula cartesiana. La primera construcción del Escorial tiene este encuadre. inspirada y precavida cautela en el claustro principal alto para su salvaguarda. Pero una loca chispa fugaz, que prendió en el estandarte turco apresado en Lepanto, fue suficiente para consumirlos. La biblioteca de impresos resultó ilesa, gracias al tesón y a los esfuerzos sin descanso de los monjes. Las llamas penetraron incluso por su puerta, que acusa todavía algún rastro imborrable de quemadu- La segunda construcción La segunda construcción afecta sólo a la monumentalidad visible. Se reduce a ¡m- El prior, Fray Marcos de Herrera, acierta a ver con sagacidad esta pretensión irrazonable. Merece el crédito y la confianza de la reina regente y del joven rey, Mariana de Austria y Carlos II. Los arquitectos reales son sustituidos por el toledano Bartolomé Zúmbigo. Se derriba lo mal hecho y vuelve a nacer el Escorial como se concibió en su origen. Serán excepción las dos lucernas, que se rehacen con un trazado recargadamente baroco, en sintonía estética con los tiempos, alcanzando, además, una altura de 3,75 metros mayor que la herreriana. En el otoño de 1676 es ya al pleno una realidad el milagro de la resurrección. Once han sido los incen- Hoy El Escorial presenta la misma cara que le creó Felipe II. En ia imagen, el Monasterio tal como lo concibió y dibujó Juan de Herrera, según una placa de Augusto Perret, grabada en Amberes en 1587. pedir su muerte física, provocada clamorosamente por un huracanado agente exterior: el colosal incendio, ocurrido entre el 7 y el 22 de junio de 1671. Durante dos semanas fue el Escorial una crepitosa tea ardiente. El bronce de las 38 campanas, famosas por su atonado ritmo, que se tocaban como teclas de órgano bajaba fundido de la torre dedicada a melodioso campanario- -una de las nueve- -por fachadas y escaleras. Miles de códices, infinidad de tesoros e indecibles obras de arte perecieron víctima de las llamas. Cuatro mil manuscritos de valiosa ilustración, en su mayoría árabes, se redujeron rápidamente a cenizas. Se les había dispuesto con ras, llegando sólo a chamuscar los primeros plúteos. Además de este inapreciable museo del saber, únicamente se salvan del fuego la basílica, las habitaciones de Felipe II y 13 celdas monacales. Se derrumba la techumbre general. Claustros y estancias quedan al aire. Lo que se ve es sólo un espectro. No cabría imaginarse una escombrera mayor. Muchos entendidos llegan a creer que ha muerto para siempre el Escorial. Pero se inicia con fe su vuelta a la vida. No faltan errores. Los arquitectos reales De la Peña y Del Olmo se empeñan en sustituir los faldones de cubiertas por terrazas. dios del Escorial. Pero ninguno tan violento ni tan catastrófico como éste. Un enemigo agazapado La tercera construcción del Escorial se inicia inmediatamente después de nuestra última guerra civil, desde los primeros meses de 1940. El desafío destructor del Escorial no parte ahora de un agente visible, como lo fue el fuego en 1671. Parte de un enemigo agazapado, silencioso, oculto, hostil a Ja luz, noctámbulo, apenas adivinable. Es un insecto voraz. Es la termita, la hormiga blanca, el ter-

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.