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ABC MADRID 07-03-1976 página 20
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ABC MADRID 07-03-1976 página 20

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. DOMINGO 1 DE MARZO DE 1976. PAG. 4. LA ESPAÑA DEPRIMIDA Por Santiago GALINDO HERRERO planetario TENTACIONES DE LA INTOLERANCIA Tal vez en el fondo del alma del español yace, encadenada como Segismundo en su mazmorra, una volición radicalmente epicúrea y nuestro estoicismo, nuestro senequismo, nuestro ascetismo resultan ser tal sólo condiciones impuestas. Basta levantar un poquito la losa de las prohibiciones para que del oscuro sótano se alce. resuelta a manifestarse al fin nuestra radical intolerancia. Decía Epicuro: Apresurémonos a sucumbir a la tentación antes fie que se aleje. Ya sucumbimos. A la izquierda, a la derecha, al centro, sucumbimos. Las h u e l g a s salvajes, el atentado contra el director de Doblón y la carta explosiva contra Cambio 16 las bombas de humo del ValleInelán, las amenazas a Victoria Vera y María José Goyanes, los alaridos contra el erotismo y los galopes hacia el destape representan bastantes y diferentes tipos de tentaciones apresuradamente aceptadas La primera impresión, desconsoladora impresión, es que aquí no se puede vivir en libertad. Que ni los unos ni los otros nos dejan ensayar a vivir en libertad. Ni los que la odian y tratan de aniquilarla, ni los que dicen amarla y la destruyen. Un pestífero hedor a suciedad prefabricada en siniestros laboratorios de intransigencia contamina la naciente atmósfera de un país que se había habituado a la tristeza, a la penuria de vivir sin verdadera política. Aquí y allá y acullá se fabrican las bombas, se arman las conciencias contra la democracia, mínimo feto aun, a l b e r g a d o en hostil placenta. ¿Como partear contra los unos y los otros esa niña difícil, delicada, de cuya hermana anterior en la ya lejana segunda República dijo con fina ironía, con graciosa tristeza, aquel maestro que se firmaba Heliófilo que nacía con mala constitución La tolerancia- -dijo Paúl H. Spaak en el Congreso de Fraternité Mondiale, c e l e b r a d o en Bruselas el año de 1955- -no hace renunciar a ninguna idea ni pactar con el mal. Implica, simplemente, que se acepte que otros no piensan como vosotros, sin odiarles por ello. Aquí, apenas ensayamos a manifestar que pensamos diferentemente los unos ñe los otros, y se dice manifestar porque es obvio que pensar se pensaba durante las décadas pasadas, la tentación del odio brota armada de porras y cocteles Molotov o mismo que Atenea surgió armada, aunque sabia, del cráneo de Zeus. Estamos complaciéndonos en la intolerancia. Estamos tratando de abortar la evolución hacia la convivencia. Los unos y los otros. Desde la izquierda y desde la derecha. También desde el centro. Epicúreamente nos abrazamos a. esa tentación de ser intransigentes, antes de que se nos escape. No faltarán ya quienes acaricien otra tentación temible, hermana menor de la intolerancia: la de suprimir las diferencias por la fuerza. La de sustituir la difícil libertad por el mortal silencio. -Aceptemos, como enseñaba GandM, que cáela uno sólo vemos una parte de la verdad y. desde un ángulo diferente. Tratemos de componer el rompecabezas de nuestras legítimas diferencias. Lorenzo LÓPEZ SANCHO. Desde la sequedad de los terrones, la calvicie de las rocas, los gigantes de piedra llenando los espacios, los desiertos y parameras inmensas, una España dolorida, cuyos hijos han debido de ir a otras regiones más prósperas y mimadas, o traspasar la frontera, contempla anhelante esta hora histórica que nos toca vivir, que alienta ya con evidentes realidades. Los nuevos regadíos, ia repoblación forestal, los pantanos, la acomodación de plantas industriales- -muchas veces llevadas casi tanto como a la fuerza- -han transformado en los últimos lustros gran parte de esa porción de la piel de toro sobre la que generaciones y generaciones de antepasados se afanaron por sacar a la Sierra el fruto indispensable pera su sustento. Sobre la esperanza alzada hacia el futuro, la inquietud se reproduce. Esta España de niveles mínimos de renta por habitante, pariente pobre, llamada a servir en muchos casos a la otra, la superpoderosa, en los quehaceres más Incómodos y desagradables, es callada, ee la oye poco y agradece multiplicadamente lo que por ella se hace. Su actitud es bien diferente de esa otra de relumbrón, constantemente tenida en cuenta, cuya voz pesa en el conjunto nacional de forma decisiva. La España deprimida de la esquina occidental de la Península, la paramera leonesa, la meseta castellana, el desierto aragonés, ¡as grandes extensiones de Andalucía, los riscos extremeños, con las islas, tal vez interesadamente por algunos, llamadas afortunadas resulta asi la España oprimida y no por presiones escritas o reglamentarias, compatibles con el poderío económico, sino por la falta elementa de lo imprescindible, y lo que resulta más angustioso, porque sus recursos, pocos o muchos, resultan siempre reactivadores del desarrollo ajeno, en vez de acicates del crecimiento propio. Sólo el horizonte lejano, en el que se cree adivinar la lluvia y la sed, representa un recurso marcado por la suerte al que acudir para interpretar las fatigas del mañaña. fecunda pagos ajenos en detrimento propio, como a la postre resulta, y sin compensación alguna de privilegio de una u otra categoría. Puede parecer extraño, pero cierto. Curiosamente, esa gran porción de España menos favorecida tiene límites bien precisos en los mapas de la reciente Historia. Ski ningún poderío, es poderosa. No amenaza ni adula. Sirve. Trabaja. Se sacrifica. La España deprimida la España oprimida ia España que siempre es, y ha sido, España. -S. G. H. A VUELA PLUMA UNA NOCHE DEL REY EN UN MESÓN Lo cuenta Gómez Escorial en Pueblo Y dice así: Fue la noche del miércoles. Mesón del Conde, un restaurante popular cercano a la plaza de Santa Bárbara, enfrente, a la fantasmagórica sede de la Sociedad- General de Autores. Son las once de la noche. Un pac más tarde, quizá. El Rey entra en el restaurante con paso rápido. Le siguen, casi a la carrera, tres miembros de su escolta. Atraviesa el comedor principal y baja a otro más pequeño. donde un grupo de treinta y tantos capitanes celebran una cena. Son de la promoción de Don Juan Carlos y festejan el próximo inicio de un curso para sus ascensos a enmendante, Cuando llega el Rey ya han terminado la cena y están con el café y la copa. Los oficiales, puestos en pie, reciben a su compañero de estudios con alegría y sorpresa. El Rey dice que tiene hambre y pide un par de huevos fritos, con patatas, entrecot y agua mineral sin gas. El pan se había terminado. En e s io días ya se sabe. Y tuvo que comer con, pan de molde. Comió con apetito y la charla con sus compañeros no fue marcada por el protocolo. Se le hablaba de tú y por su nombre, sin ningún tratamiento. Nada más terminar el Rey de comer apareció el dueño, un sanabrés llamado don Antonio San Román, que obsequió al Monarca y a sus acompañantes con champaña. El Rey quiso pagar su cena. El grupo de capitanes decidió invitarle, a lo que firmemente se opuso el señor San Román, diciendo que en su ¡casa el Rey no pagaba. Los clientes que estaban en el comedor de arriba no se movieron de su sitio esperando a que el Rey subiese. La cena real había durado dos horas. Ya era la una de la madrugada. Camareros y personal de servicio también esperaban. Un grupo de estudiantes que había cenado en un comedor contiguo también esperaba la salida del Rey. Este les saludó al pasar y uno de ellos le dijo que las cosas de la Universidad no iban bien. El Rey, poco más o menos, contestó que. todo se arreglará. En ese momento las personas que habían esperado comenzaron a gritar ¡Viva el Rey! y Don Juan- Carlos estrechó la mano de la mayoría. Y sucede que el bueno de don Antonio San Román, ancho de orgullo y felicidad, se lo cugnta a todo el mundo. Por la transcripción. ARGOS. A la hora de (a verdad, los cánticos elogiosos, incluso desmesurados, se alzan psra señalar las virtudes de esos espartóles de segunda, que se quedan con ellos, ofrendándolos desinteresadamente en aras del bien del conjunto. No es de hoy, sino de siempre, su abnegación, desinterés, lealtad, sobriedad, patriotismo, laboriosidad... Un río entero de bienes que BREVERIAS BUROCRACIA Un lector de Sevilla nos escribe contándonos su caso. Pidió ai T. N. P. por correo, nace meses, con carácter urgente, un certificado de no cobrar seguro de desempleo y así poder Ingresar en el servicio de limpiezas municipal de aquella capital; días después, personalmente, le comunicaron en el I. N. P. Que en el aeto le enviaban el einttfieado por el mismo conducto; pasado un mes recibió un simple acuse de recibo de la petición, pero no el certificado, con lo eual perdió el empleo. Todavía espera respuesta a su reclamación ante los organismos superiores. Sería conveniente un eficaz servicio de inspección que pusiese al día estructuras burocráticas, urgiere posibles desidias de los funcionarios, iúciera, en una palabra, útiles para el fin que fueron creados los organismos de la A imnústraeión.

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