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ABC MADRID 18-04-1975 página 105
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ABC MADRID 18-04-1975 página 105

  • EdiciónABC, MADRID
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A B O. VIERNES 18 DE ABRIL BE 1975. PAG. 105. LA FIESTA NACIONAL HOMENAJE A UN CRITICO OCTOGENARIO Almería. (De nuestro corresponsal. La peña El Taranto, sede oficiosa del flamenco en nuestra ciudad, donde frecuentemente el cante con guitarra y sin ella, congregan a lo más granado de la afición, abrió sus puertas para ofrecer una enahomenaje a don Ulpiano Díaz Pérez. Numerosos amigos y aficionados se reunieron con el popular taurino alménense, al cumplir sus ochenta años, l a mayor parte de su vida la dedicó a la crítica taurina con el seudónimo de Caireles apoderó a los toreros de la tierra, es representante de las empresas forasteras y mantiene amistad con las más afamadas figuras del toreo. Popular, afectuoso y cordial, atrae siempre la admiración de las gentes que se mueven en torno a los negocios taurinos y estas gentes acudieron a la cena, ue sé desenvolvió en un ambiente de amistad y de respeto. Se leyeron numerosas adhesiones y ofreció la cena el presidente de la peña, señor González Guzmán, y tras diversas y cariñosas intervenciones, el homenajeado agradeció la prueba de amistad q e se le rendía. -V. P. SÉPTIMA CORRIDA EL NIÑO DE LACAPEA ARMO EL ALBOROTO EN LA MAESTRANZA EN EL ULTIMO TORO Los sevillanos acabaron entregándosele e una faena de muleta de gran categoría Sevilla, 17. (Crónica por teléfono de nuestro jefe de la Sección taurina, enviado especial. Nos presumíamos una segunda edición de la corrida de ayer, al ver anunciados otra vez toros ele Manolo González. Y no porque tengamos nada contra el que fuera colosal torero sevillano, sino por ese hierro de Núñez que lucen sus toros de reciente adquisición, modelo de flojedad y comercialidad. En ese estilo que vieron ustedes ayer por televisión se desarrolló la primera parte de la corrida. Indignante flojedad y desesperante sosería. La plaza, llena hasta la bandera, paímoteaba con guasa ia aparición de cada anirnatito, que lucían como tablas insignificantes, terciaditos. Así vimos a un Curró Romero vestido de butano y azabache, indumentaria que pide un. puesto en un espectáculo que podría montar cualquiera de las Conchitas que Curro tiene en casa, ¡qué horrorosa manera de vestirse! Los delanteros de Ja chaquetilla sin golpes. T r J o con un aire de pandereta y olor a torería de película española de tos años cuarenta. Antes, Curro, aunque no se animara, lucía espléndidos trajes de torear. Ahora sale al ruedo como Antonio, el bailarín, y casi, casi como- Luis Miguel Dominguín... Con la muleta se mostraría Curro inseguro, desconfiado, amedrentado entre la rechifla general y los piropos, mitad irónicos, mitad cariñosos cíe los sevillanos, invitándole a que se acercara a aqueil perro que tenía delante. No lo hizo, y terminaron por abroncarle. Ángel Teruel anduvo voluntarioso y animoso con el segundo, pero sin terminar de acoplarse. Logró algunoa naturales buenos, pero la faena se vino- abajo por caer en la rutina y alargar en demasía su quehacer. Escuchó palmas. El Niño de i a Capea se metió a los- sevillanos en bolsillo en un quite por ohlI cuelinas. Combinó e 5 garbo con las apreturas, pasándose muy cerca los pitones. La ovación fue de gala y se vio obligado a corresponder montera en mano. El torillo llegó a- la muleta con aspereza y cara aJta, buscando la querencia de los chiqueros. El joven salmantino- lo entendió admirablemente y íe sacó partido en una; faena vistosa y variada que entusiasmó al público. La oreja estaba conseguida cuando se perfiló para entrar a matar. Lo hizo con fe, pero cogió hueso. Tuvo que repetir hasta tres veces. Cuando dobló el anima! Pedrito escuchó una gran ovación, negándose a dar la vuelta al ruedo ante la oposición de algunos aficionados de sombra. Los otros tres toros tuvieron más trapío. Curro Romero Ángel Teruel Niño de la Capea La corrida se animó en el cuarto, cuando Curro, erguido e inspirado, dibujó dos verónicas por el lado derecho y una media antológica. El torero de Camas movió el capote con lentitud y suavidad, rematando impecablemente con plasticidad de cartel de toros antiguo. Se hizo un silencio en la plaza cuando Curro empuñó la espada y la muleta. Se esperaba la gran faena. No llegó porgue el torero se rajó lamentablemente. Quiso y no pudo. Anduvo alrededor del toro sin conseguir meterle en el engaño ni una sola vez. La muleta salía repetidamente punteada, entre ia decepción general. Probó con las dos manos. No fue capaz de correr el engaño una sola vez. De la decepción se pasó a la indignación. Bronca general y tremenda pita de despedida al finalizar la corrida. v Volvió a estar animoso Ángel Teruel, con el quinto, pero no remontó la sosería del anima! Le encontramos cbmpuestito y afectado, muy en su línea de antes, con un toreo que, sin ser malo, no dice absolutamente nada. Remató con discreción. Y salló el sexto. El toro peleó, durante los dos primeros tercios con la cara alta y genio del malo. Nadie daba una gorda por la faena de muleta cuando el Niño de la Capea se fue hacia el toro. Empezó doblándole con él, para enderezarse a continuación y correr la mano asombrosamente en tres redondos impecables, seguidos de cambio de muleta de mano MUEBLES DE OFICINA madera y metálicos, eme fabricantes grandes series exponen con precios liquidación en venta directa. Comprobarlo: Genera) Mola, 206 (lateral) Teléfono 457 95 93. por la espalda y gallardo pase de pecho. Una y otra vez, por ambos lados, Pedrito bajó mucho la mano, se jugó la vida sometiendo a la res, que le buscaba con nervio y sentido. La emoción subía de tono por momentos. El gran alboroto llegaría en dos espléndidos naturales de largo recorrido, que tuvieron e ¡broche soberbio del pase de pecho sin enmendar la postura. Eso es ligar, y, por tanto, eso es torear. Toda la faena se desarrolló en un metro cuadrado. Vibrante enfrentamiento del genio del toro y del genio del torero, que acabó apoderándose del animal y de un público que si bien se apreciaba que le gustaba el estilo fácil y seguro del diestro, no quería dar su brazo a torcer en esa absurda frontera que se han inventado los sevillanos en Despeñaperros. Pero no tuvieron más remedio que entregarse, como les ocurrió con El Viti en anteriores temporadas, o con Domingo Ortega, en un día más lejano. Las ovaciones echaban humo cuando el Niño de la Capea remataba su torera tarea con unos salerosos muletazos a dos manos. Se perfiló en corto y, entregándose, dejó una estocada en todo lo alto. La plaza sé puso blanca dé pañuelos. El presidente concedió una oreja. Seguía la petición unánime. No hubo manera de que el usía sacara por segunda vez eí pañuelo. Si llega a ser Curro Romero el de la faena o. cualquiera de los que vieron la primera luz a la vera de la Giralda, le dan hasta el rabo. Pero así son por estas tierras y así hay que aceptarlos. De cualquier manera, el Niño de la Capea sale de Sevilla consagrado como primerísima figura del toreo. Ahora hace falta que sus apoderados le cuiden menos y le dejen desarrollar todo lo que Heva dentro. El chaval tiene casta de sobra. Falta le hacía a ¡a Fiesta un gallo efe pelea como éste. -Vicente ZABALA.

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