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ABC MADRID 01-10-1974 página 98
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ABC MADRID 01-10-1974 página 98

  • EdiciónABC, MADRID
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y poesía, cada jila TERCERA RAZÓN DE AMOF El influjo de Alfonso Moreno Redondo en M poesía española de los años cincuenta fue amplvsimo: a través, de su obra personal y a través de su famosa antología. Este servicio- -y su calidad- son motivos más que suficientes vara que figure en esta vagina. AlFONSO MORENO CAfíTICO AL ENCUENTRO CON LA ESPOSA EN LOS JARDINES DE LA ALHAMBRA Vuela el peso del mundo y lentamente la luz, buscando el cielo, se deshace. Frente al confín marino de la vega, que incendia un sol vencido al retirarse, la última luz que ve tierra española pone sobre el Veleta un fino almagre, Todo canta al Señor en esta hora como un niño que reza al acostarse: el frontero olivar encanecido, 1 incienso del mirto entre los aires, el álamo de tronco que envejece con la verde niñez de su ramaje, la nieve descendida del castaño, la atribulada ensoñación del sauce. Todo presiente al borde de la noche la unidad donde el mundo muere y nace. Los patios arrodillan su hermosura sin un toque de luz que los ampare. El agua es como un grito que se ahoga y eleva surtidores capitanes que arengan al silencio de las flores allí la rosa que el ciprés invade. allí el clavel, la hortensia, el cinamomo, el lirio altivo, el girasol errante. la humildad de la esclava madreselva. la pompa de las dalias funerales. El dolorido acento de las aguas, un son de niñas en lejanas calles y el zureo de un friso de palomas, traen a mi corazón la voz ríe nadie. Los ojos se revisten de ceniza. y en mi interior trémulamente nace el niño que yo fui, juntas las manos en una ojiva de jazmín infante. AI expirar la variedad del día bajó un claro silencio a amortajarle, las alas del misterio desdoblaban el perdí do horizonte de paisaje. ¡Qué claridad de huesos en la sombra, ya perdida la luz, carne del aire! Los jardines quedaron sin colores, el pie sin senda, sin raíz los árboles; todo estaba colgado de la altura, entré el cielo y la tierra, como un ángeL La voz de Dios de nuevo parecía bautizar el asombro de los mares. Guando todo milagro era posible, ínibozada en la noche te anunciaste, lesvelando el silencio con tu risa, ue. tembló como un junco en el estanque. Se asustaron los peces soñolientos, f en rápida bandada innumerable poblaron de inquietud el agua oscura, marginada de mirtos y arrayanes. Mis ojos te buscaron en la sombra con atención de corza vigilante; pero no eran bastantes los sentidos para alcanzar la altura del mensaje. Tan solo el corazón- -redil celeste- como un nido cercado de alcotanes, aleteó en el pecho tembloroso. ¡Cuánto he tai- dado en comprender la auroi J que anunciaba mi pecho aquella tarde! Hoy, con mis labios en tu frente, siento la plenitud de aquel gozoso instante, y traduzco en tus ojos claramente lo que me habló el jardín, ciego y unánimei Aquí empieza la noche, que convoca a unidad la floresta de tu carne.

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