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ABC MADRID 20-12-1972 página 25
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ABC MADRID 20-12-1972 página 25

  • EdiciónABC, MADRID
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LA ESCULTURA DE CfflUJDA UNQUE este articulo lo escribo para que se publique en un periódico, no pretendo con ello implicar a nada ni a nadie, quiero ser yo sólo el responsable de mi opinión; opinión que, por su naturaleza, yo diría que tampoco me hace a mi culpable, ya que si hay que culpar a alguien o a algo creo que en este caso la culpa debería de caer sobre ese sentido de lo estético que impone su voluntad en nuestro interior y aue no se puede silenciar aunque lo aconsejen los beneficios de la diplomacia. Me estoy refiriendo a la escultura de Chillida. A la escultura que Chillida ha proyectado para ser colgada en el paso elevado de Eduardo Dato- Juan Bravo y que, según la úfltima decisión del Ayuntamiento, quedará definitivamente sin instalar. La escultura, desde que hizo acto de presencia bajo el paso elevado, ha motivado suficientes vicisitudes para crear un auténtico caso Chillida y un aumento cada vez mayor de suspenses sobre la suerte de su futuro. (En torno a la polémica que se ha creado, a mí me resulta curioso un hecho: que el único obstáculo que se ha interpuesto a la instalación de la escultura haya sido de carácter técnico. Yo no soy perito en materia de cálculos e ignoro la capacidad de resistencia que pueden tener las columnas. Por lo tanto no sé si podrán, o no aguantar la pesada escultura de nueve toneladas. Lo único cierto que yo he deducido es que la escultura de Chillida se ha encontrado con un auténtico problema, según se dice, técnico, que por lo visto no ha tenido solución. ¿Pero es este el único problema que tendría que superar la escultura de Chillida? ¿Habría quedado todo resuelto si los técnicos hubiesen afirmado que no había peligro, que las columnas podían sostener perfectamente el peso de la escultura? Sinceramente, creo que no- -sería poco ecuánime pensar lo contrario- porque pienso que la escultura plantearía su mayor problema precisamente una vez instalada. Que el señor Chillida me perdone por lo que voy a decir: su escultura podrá o no sostenerse con la ayuda de cuatro elegantes columnas, depende de lo que hubiesen comprobado los técnicos, pero de lo que sí estoy seguro es de que no hubiera podido sostenerse estéticamente en cuanto a su instalación se refiere. Empecemos por reconocer que el paso elevado de Eduardo BatoJuan Bravo es sin duda el de más belleza de cuantos se han construido en Madrid, belleza consecuente de la elegancia de sus líneas, de la esbeltez de sus columnas... que la idea de armonizar esta arquitecturaingeniería con un conjunto de esculturas es realmente feliz y merecedora de los mayores elogios porque con esta obra se ha conseguido una integración de la arquitectura con la escultura, con el paisaje urbano y al mismo tiempo con el hombre de la calle, con la sociedad. Pero, ¿la escultura de Chillida, consigue estos mismos efectos de armonía e integración? No. Rotundamente, no. Yo pude apreciar el efecto que producía esta escultura cuando por medio de cables y argollas se encontraba sujeta a las cuatro columnas que le rodean y puedo decir que la escultura de Chillida no se integraba con la arquitectura del puente; lo que reaimante demostraba era estar enganchada a ella, lo que motivaba, al mismo tiempo, cor- A tar la continuidad y bella perspectiva de las columnas del paso elevado. Tampoco se integraba con las esculturas que le rodeaban por su colocación de engolada vedette: que la hacía antipática y excesivamente diferente a las demás. Y no digamos su integración con el espectador, pues éste se sentía repelido porque lo primero que pensaba era en la posibilidad de que pudiese romperse uno de los cables que sostenían las nueve toneladas de hormigón. El efecto de enganchar la escultura a espacio, hacer que vuele esa mole de cemento- ¿no vuelan los Jumóos, que pesan más? Pienso aue la solución no ha respondido a los deseos del escultor. Por eso a Chillida, como un Ioaro más, se le han derretido las alas y ha caído en una especie de mar Egeo. Evidentemente su escultura más que volar, con sus alambres y argollas, parecía un barco anclado con sus cuerdas de sujeción amarradas a cuatro elegantes columnas que hacían el papel de lo que en marina se llama norays. En otras palabras, producía el efecto de una auténtica chapuza. Yo me permití hacer una pequeña encuesta a escala personal mientras que observaba la instalación de la escultura. A todas Para mí- -dice el autor de este artículo- -la solución de colgar la escultura de Chillida es una solución de auténtica chapuza que habría atentado, más aue contra la resistencia del puente, contra su estética. Naturalmente, esta es la opinión personal del autor del artieulo, que discrepa de otros colaboradores que han expresado aquí opiniones diferentes las columnas no podía ser más desastroso desde un punto de vista del buen gusto estético. Las cuatro bellas columnas que colaboran con las demás en sostener el paso elevado perdían toda su elegancia al convertirse en amarraderos Ahora, cuando veo la escultura, pienso que, incluso la propia escultura, a mi modo de ver, pierde mucha belleza al introducirle en la parte superior una complicada asa de hierros y tornillos para poder ser colgada. Viendo la escultura instalada con ese complejo de cables y argollas me imaginaba el efecto que hubiera producido la Victoria de Samotracia si a los griegos se les hubiera ocurrido engancharla a las columnas del Partenón. El efecto, por supuesto, hubiera sido desastroso, y esto por una razón muy sencilla: las columnas están hechas para una función específica de la arquitectura, no son amarraderos caprichosos La escultura, por su parte, como cualquiera otra arte, debe de nacer con capacidad para poderse manifestar por sí sola, sin necesidad de unas muletas que la sostengan. Me atrevo a pensar que la intención de Chillida ha sido buena. Me imagino que ha querido suspender su columna en el las personas que les pregunté me respondieron con la misma opinión: les parecía desafortunada la colocación de la escultura. Si se le volviese a poner tes cables invito a ustedes a que hagan lo mismo que yo y comprobarían 1 que digo. Que conste que no es poner en duda el valor estático de la escultura en sí, sino el de su instalación. Es posible que el señor Chillida viese una buena solución en el boceto, pero llevado a la práctica nadie lo diría. De hecho, muchas veces ocurre así, los artistas suelen entusiasmarse con un boceto que al ampliarlo en la obra definitiva pierde la belleza aue tenía en proporciones menores. En el mismo paso elevado hay un rincón perfectamente resuelto y de gran belleza, compuesto por una escultura de Pablo Serrano. La escultura de Serrano está colocada sobre un pedestal. ¿Hubiera sido la solución de la escultura de Chillida haberla colocado sobre un pedestal? Desde luego, para mí la solución de colgarla es una solución de auténtica chapuza que habría atentado, más que contra la resistencia del puente, contra su estática. Cristóbal TORAL

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