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ABC MADRID 10-12-1972 página 213
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ABC MADRID 10-12-1972 página 213

  • EdiciónABC, MADRID
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ICANOR PINOLE IECAN 0 DE LOS PINTORES DE PARÍS L homenaje más conmovedor y callado que se tributó a Picasso con motivo de sus noventa años probableate no llegará nunca hasta él. Ha palo en silencio y esta crónica será una le las escasas reseñas que lo recojan; quiá la única. Se trata de la presencia en fallauris y en París de un hombre de norenta y cuatro años, que e m p r e n d i ó 1 viaje con el exclusivo anhelo- -no cum) lido, ¡ay! -de ver personalmente a Picaso, a su compatriota y compañero admiado. Pues pintor también, y español, y rlorioso, es este ancianito menudo y poiado, con toda seguridad el decano de los rtistas en todo el mundo: don Nicanor iñole. He acompañado a Nicanor Pinole por os museos de París, y en su día hemos viiitado juntos la excepcional exposición de juadros cedidos por el Ermitage de Leninp- ado y el Puchtkin de Moscú, para sumarie brillantemente al homenaje rendido por Francia al genial español; se ha entusiasnado ante todo lo que no conocía de la producción picassiana; hemos hecho fotos con tan prestigiosa compañía; he escucharlo sus breves pero atinadísimas observaciones y me ha asombrado su memosorprendente. También el Conservador del Jeu de Paume donde están los impresionistas, se ha quedado pasmado al oír ne Pinole preguntaba por los cuadros de ottet y de Lucien Simón, los dos únicos apresionistas que supieron interpretar el tema poco tratado por aquella escue 3. y, en efecto, tras de consultar ficheros, ha comprobado que en tal y tal sala tiubo cuadros de esos dos pintores, hoy retirados en virtud de no sé qué cambios. Habla poco y despacio don Nicanor Pinole, pero camina mucho y de prisa. Siem re fue así, la edad no influye para su palabra parca y leve como un susurro. Ya sn tiempos de estudiante, allá a finales leí siglo pasado, decía Manuel Benedito, qtue coincidió con él en Roma: Pinole no tiabla porque hasta cuando pasea va pintando. En cuanto a lo de andar, poco han mermado los años el vigor de un astur aficionado a recorrerse los picos de Europa y no será París quien pueda cansarle. (Agustín Menéndez, delegado de Televisión Española en Oviedo, que le acompañó en este viaje como diligente amanuense, me confesaba que él ya no podía más de andar por calles y museos y a don Nicanor no había forma de sentarle EL REALISMO DEL SIGLO XIX vulsivas revoluciones del Arte; pintura hecha con mucho oficio y, en este caso, con exquisita sensibilidad. Cuando se formó profesionalmente Pinole, hacerse pintor era una carrera con estudios serios, desde la composición de pigmentos hasta el plegado de paños, y el oficio servía al mandato espiritual. Ahora que tantas nuevas formas de expresión han hecho explosión por el mundo, no puede por menos de reconocerse este realismo del siglo XIX cada vez más cotizado, como un valor raro que ya no volverá. Digamos a modo de ejemplo que el retrato ecuestre de don Baltasar del Toral, que Pinole pintó en as distinciones que le correspondían, rara vez se reconocieron sus méritos en las esferas que mueven los escalafones: ni premios ni becas ni encargos honoríficos ni cátedras; sólo una segunda medalla en la Nacional de 1917, que no tuvo la esperada revalorización habitual. Y es que Pinole, como muy bien ha señalado el profesor La- fuente Ferrari, jamás gastó el tiempo que pudo consagrar a su vocación en tratar de perseguir la fama LOS AUTORRETRATOS DE JUVENTUD Siempre ha vivido retraído Nicanor Pinole, ensimismado en su primera, en la poesía también que conserva sólo en la memoria, la mayor parte del tiempo en su Gijón natal, con su madre, doña Brígida, que falleció a los noventa y siete años, teniendo ya Pinole casi setenta y cinco, y a veces con primos muy queridos, de quienes han quedado hermosos retratos. Con familiares convivía también en El gran pintor asturiano en el Museo de Arte Moderno de París, donde expuso veinticinco cuadros suyos prestados por los museos de Moscú y Leningrado. En nuestra imagen gráfica, Nicanor Pinole contempla una gran fotografía del genial y universal español Pablo Picasso expuesta en el Museo 1920, ha sido recientemente adquirido por la Pinacoteca de Munich, que ha pagado dos millones de pesetas. Buena cotización, ¿no? Sin embargo, no siempre fueron bien las cosas para Pinole; tarde empezaron a reconocerse sus méritos en su tierra. Sólo en 1951 se le erigió un busto en Gijón, juntamente con otro a Evaristo Valle, pintor también de aquella ciudad, y hasta 1953 no hizo en Madrid ninguna exposición particular; pero la que la Sala Toisón organizó fue una verdadera revelación, y luego otra en Oviedo, en 1958, se vendió enteramente: unas 80 horas. Bien es verdad que antes había figurado con todos los honores en la Sala española de la Fundación Carnegie- -junto a Vázquez Díaz entre otros- -durante varios años, desde que en 1923 la representante en nuestro país de aquel Centro conoció al retirado pintor asturiano. Aunque cursó su carrera en la Escuela de San Fernando de Madrid, y siempre fue miembro del Círculo de Bellas Artes; aunque en la Nacional de 1897 obtuvo una mención honorífica, al tiempo, precisamente, que Picasso, premiado también en aquella exposición cuando era sólo un chaval; aunque varias veces hizo la oposición brillantemente para las pensiones de Roma; aunque los compañeros y maestros le señalaban como uno de los mejores, siempre se le regatearon a Pinole las temporadas de Madrid, y su pequeño mundo íntimo le bastaba para alimentar sensaciones y temas. Una excesiva preocupación por la responsabilidad que supone tener hijos le inhibió en cuestiones de mujeres para llegar a pensar en casarse, y soltero permaneció quizá también- -que todo hay que decir o- -porque en la edad propicia no tenía una sólida situación económica que poder ofrecer. En sus abundantes autorretratos de juventud, hasta los veinticinco o treinta años, aparece como un hombre enjuto, con sorprendentes ojos escrutadores bajo unas cejas fruncidas y una frente muy ancha; fisonomía que revela un extraordinario poder de concentración, cuando todavía las ilusiones estaban intactas. Luego se va haciendo más triste y dulce la mirada, más tierno y penoso el gesto, cada vez más encerrado en sí mismo, sin esperar nada de fuera. Toda su vida se concentra en su pintura, en la contemplación de la Naturaleza y deleite de la música y la poesía, con el lujo único de las escapadas a Roma, a Venecia, a París, para empaparse aún más en los museos de lo que constituía su sola apetencia y alimento. Quizá esta introversión permitiera tan total plenitud artística y una lucidez tan serena que hoy todavía, acercándose ya a los cien años, nada puede turbar. María Fortunata PIETRO BARRAL 95 Hoy es Pinole figura muy principal en el acervo artístico español, con una obra de múltiples facetas reconocida como uno de los más valiosos compendios de pintura figurativa, eminentemente realista, un poco costumbrista a veces, delicadamente posimpresionista en algún momento, rozando el expresionismo en otro... Todos los calificativos que se quieran para los bellísimos retratos al óleo y al pastel, para las composiciones de escenas populares y familiares, para los sutiles paisajes de esa Cantabria agreste y brava cuyas luces y especial cromatismo supo como nadie captar (aquella luz perlada y esmerilada que tanto le preocuparía a Sorolla, maestro, sin embargo, de la luminosidad) en cualquier caso, Pintura con mayúscula. Pintura con tema, sí, y hasta con argumento como se hacía entonces, antes de las con-

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