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ABC MADRID 10-12-1972 página 127
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ABC MADRID 10-12-1972 página 127

  • EdiciónABC, MADRID
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m j PERFECCIONARON SUS I dispositivos de reserva y dos veces por e m a n a se hablaban por onferencia, en la oscurilad. No s a b í a n ellos misios que estaban hablando or el teléfono rojo el lo directo entre la Casa lanca y el Kremlim El ima requería, además, la instancia de esta comuniacíón pues Pacita envolvía Vicente con mieles y besos ióricos para que le permiera acceder a ciertas déandas de su señorito JSO, que no pasaban de hacer manitas y otros reámbulos intrascendentes, asaron v a r i a s semanas, jando Pacita con el más ¡nenuo tono de colegiala, innuó. -Tengo que decirte una sa, Vicente. ¿Qué cosa? -Que Rusia se gobierna n un sistema de mandb Dlegiado ¿Qué quiere decir eso? Y Pacita con v o c e c i t a lonjil y susurrante: -Que son tres. Tardó Vicente unos cuantos meses en asimilar esa forma de poligamia gubernativa. Al fin hicieron las paces. Además la fecha era oportunísima para celebrar la restauración de sus amores. La conferencia de aquella semana coincidía con la celebración de la Navidad, prestigiada con la nostalgia de la tierra lejana. Cantaron villancicos; repetían los versículos navideños: Paz a los hombres dé buena voluntad comían turrones, porque el masticarlos junto d micro transmitían una especie de sugestión entre sensual y patriótica... Incluso mezclaban s u s villancicos con otros versillos profanos, como, por ejemplo, esta seguidilla manchega, tomada de un saínete de Don Ramón de la Cruz, donde también se hacía referencia a la gracia poética de la masticación: Toma piñones- -que me encanta la gracia- -con que los comes Y ocurrió que P a t la señora Nixon, en la alcoba conyugal de la Casa B lanca tuvo ¡la atrevida idea de proponerle a su marido que usara el teléfono rojo para felicitar las Pascuas a ilos mandarrias del Kremlim la misma nochebuena A la señora Nixon íe parecía un golpe genial esto de usar el teléfono rojo para una finalidad tan pacífica y cristiana. Nixon, en secreto absoluto, se había hecho instalar en su alcoba un supletorio del teléfono rojo, porque sabía que la única vez que Kennedy tuvo que levantarse de madrugada, cuando la intentona de la bahía cubana de los Cochinos, para atender una llamada directa de Moscú en el gabinete, se resfrió. Marcó, pues, el número clave; acercó ai micro la oreja y, medio dormido como estaba, volvió a colgar el auricular, diciendo muy naturalmente: -Comunica... Pero momentos después, despejadas las nubes de su cabeza y reabsorbido el espumoso champán de la cena familiar, reaccionó: -Pero, ¿qué digo? ¿Cómo puede estar comunicando el teléfono rojo? Volvió a llamar. Sonaban villancicos y coplillas de paz. Le invadía una tibieza de amor. El sublime monosílabo, la Paz, iba y venía, volvía y llegaba de la boca al oído, del oído a la boca. Pat estaba adormecida: -Anda, Richard, cuelga. Será una equivocación. Empezó a llenar el dormitorio la claridad sedante del amanecer. Y Pat: ¿Quién llamaba? Y el Presidente, resplandeoiéndole su cara ¡dé buchada de licor o infusión dé yerba luisa: -Deben ser los ángeles... José María PEMAN Be ta Real Acai- emiu Español)

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