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ABC MADRID 10-12-1972 página 3
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ABC MADRID 10-12-1972 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA, SOCIEDAD ANÓNIMA M R I D FUNDADO EN 1806 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC R E D A (C C I O N A DMINISTRACION Y TAL L E R E S SERRANO, 61- MADRID S E acerca la entrada d e 1 invierno solar. Estamos en nuestro hemisferio en la época de los días más cortos y de las más largas noches. Es tiempo de con- sus cuatro y medio kilómetros de largo sejas, propicio al pavor ante la oscuridad en linea recta, entre bloques de altura telúrica, y este sentimiento adquiere par- homogénea y proporcionada, nunca roticular gravedad en las latitudes boreales. tos por torres como las que en las ciuPero incluso en nuestra zona mediterrá- dades de Occidente levanta la especulanea- -el mar de la ordenada claridad la- ción del suelo. Teatros y viejos edificios tina- -estas semanas de Navidad tienen oficiales dan marco a plazas amplias, inuna luz desapacible y gélida, que sólo variablemente adornadas con un monuse alegra con el aire hogareño de las fes- mento conmemorativo: a Catalina II, a tividades religiosas y con el suplemento Nicolás I, la gran columna de Alejandro, colorista de las iluminaciones urbanas el Arco de Triunfo. extraordinarias. Es evidente que todo este aristocrático En medio de tales impresiones hostiles, urbanismo aparece hoy velado y como en medio sobre todo de la hosca evoca- deslustrado por la tosca escaser en que ción del invierno norteño, se me imponen vive el pueblo soviético. En ei tórrido veen el recuerdo y en la fantasía las claras rano el hielo es allí un lujo exclusivo de vivencias personales, estrictamente con- los bares, a los que sólo tienen acceso tutrarias, de seis meses atrás. Las noches ristas extranjeros y en los que se paga en blancas de Lemngrado. divisas. En los grandes hoteles hay un Es bien sabido que en Europa partici- menú único, abundante y nutritivo, pero pan de tal fenómeno, propio del solsticio zafio. Las tiendas de confecciones muesdel verano, otras grandes ciudades: Esto- tran er sus escaparates, colgadas de percolmo, Helsinki. Sin embargo, en la ca- chas apretadas como en un armario, las pital de Pedro el Grande y de los Roma- diferentes tallas de los dos o tres modenof, la majestad del Neva y las imperia- los disponibles. Los libros son abundanles perspectivas subrayan con matices de tes, aunque ordinariamente impresos en especial grandiosidad ese acontecimiento papel casi de estraza. El viajero occidensobrecogedor, muy difícil de imaginar sin interrumpido haberlo vivido: las noches blancas. Los tal ve con frecuencia o muchachos su paestudiantes versos inmortales de Puskin y el libro seo por empeñados en comprarle atrabatoda aún reciente de Grunwald, un diplomáti- jadores, camisa, los zapatos, el pantalón costa la co ruso emigrado, han acertado a sugerir que lleva puestos. Están cuidados los jarintensamente el aire irreal, fantasmagóson lujosas las estaciones rico, fosforescente, que a los volúmenes dines ylas representaciones teatrales, del Metro, los transmite aquella luz misteriosa, filtrada espectáculos públicos. De todas maneras por las brumas nórdicas. la ciudad acaba imponiendo al espíritu su Las aguas del río- -caudales y lentas- -ambiente triste. se deslizan hacia el Báltico lamiendo los Las noches blancas- -y los tesoros arcimientos del Palacio de Invierno (hoy en el Eremitage- -fabuloso Museo del Eremitage) y de la tísticos almacenados medio año después es lo que más brilla pequeña isla en la que el Zar fundador recuerdo. De erigió la fortaleza originaria de la que en elde San Pedro, modo especial, la nafiesta genuina de la destaca, esbelta- -como un símbolo de la che ciudad. Los círculos y ciudad toda- la fina aguja de la cate- han dado recepcionesmilitaresquesindicales de las salen en dral de Pedro y Pablo, rematada por un la alta madrugada, serenos y correctos ángel que se abraza a la altísima cruz. aunque animados, los nutridos grupos de A ambas orillas los largos malecones, flanqueados por palacios de fachadas con hombres y mujeres, de matrimonios jógrandes columnatas o al menos de noble venes y parejas de chicas y muchachos. arquitectura, quedan unidos por puentes Van vestidos como antes vestían en Esnumerosos, tan largos como impone la formidable anchura de la corriente fluvial. A un lado, el Palacio de Mármol, la mole pesada del Almirantazgo, la plaza con la estatua de Pedro el Grande y la catedral de San Isaac, con su iconostasio jalonado por enormes columnas de malaquita y lapislázuli. Al otro lado, el viejo crucero Aurora que dio con sus cañones la Abra mercados a sus señal de la Revolución, conservado como una reliquia. Cuando el río queda partido anuncian en dos por la isla Vasilievski, sobre la punta que hiende las aguas lucen dos grandes columnas forestales q ie enmaren la Edición Semanal can el conjunto formado por la antigua Bolsa (hoy Museo central de la Marina Aérea de ABC. de Guerra) otros museos, la Academia de Ciencias, la Universidad. Cada uno de ¡os puentes da paso a una hermosa avenida, de to ¿25 las cuates es cifra y orgullo la perspectiva Nevski, con LAS NOCHES BLANCAS DE LENINGRADO paña de domingo las gentes de los pueeblos. Llevan algunos un escuálido manojo de flores. La festividad- -por razones obvias- -ha cambiado de rótulo y ahora se llama algo que hace relación a la cosecha o al comienzo del verano. Pero el viejo San Petersburgo continúa festejando al apóstol que le dio su nombre. Esto, por otra parte, es algo que ha ocurrido siempre en todas las culturas y en todas las mutaciones de la Historia. Es quizás imposible expresar con palabras aquella luz indefinible que queda en el cielo tras un crepúsculo prolongado, inacabable. Cerca de la medianoche parece que las sombras van a vencer por fin; -pero, antes al contrario, muy poco rato después la claridad pálida- -que en todo momento ha permitido, por ejemplo, leer sin luz eléctrica- -deja paso a la aurora y a la salida del soL Han sido unas horas inefables, pero que no se pueden olvidar. Puentes, palacios y avenidas, las gentes que caminan si las hay, los pocos taxis que circulan quejumbrosos y destartalados, parecen sometidos á no sé qué conjuro fantasmal. Todo es ingrávido, lejano, blanquecino. Los poetas rusos han atribuido siempre a las noches blancas una significación o una potencialidad arrebatadora. El alma parece que se vuelve hacia dentro de sí misma, sobrecogida, por miedo a volcarse hacia fuera, empujada por la angustia hacia las grandes e irreparables locuras. El silencio de la ciudad le va muy bien a sus larguísimos horizontes- raayestáticos. Es hora de ensoñar conjuraciones, aquelarres vengativos o libertadores. Por fortuna el aire frío, es decir, el frescor de la noche acaricia los rostros como un consuelo. Con la luz espectral de aquellas noches es más fácil imaginar lo que fue la vida en la Corte zarista, la de la oligarquía y la de los campesinos de todas las estepas eslavas. Las tradiciones y los iconos de la Santa Rusia. El clima moral en que nació la música de Mussorgsky. Desde entonces la rueda de la Historia ha dado muchas vueltas, pero todos los años reaparecen puntuales las noches blancas. Es esto una muestra, una vez más, de que nunca pasa nada. Todo lo permanente continúa y sigue coloreando a viva fuerza las empresas de los hombres. Recuerdo ahora con añoranza las impresionantes amplitudes de San Petersburgo, aún convertido en Leningrado. Recuerdo sus noches blancas... Allí ha venido ahora el duro invierno. Pero dentro de otros seis meses el nuevo solsticio habrá triunfado. Amanecerá, como siempre todas las mañanas. El nuevo día, en todo tiempo, además de inexorable es celeste, azul, es verde claro. Porque lleva en sí la continuidad firme de la vida. En todas partes, esto es bien seguro. Es justo, pues, esperar- -y firmemente- -la alegría de la creación nueva, de la savia fresca, de la limpia claridad de la mañana. Florentino PEREZ- EMBID

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