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ABC MADRID 18-11-1972 página 3
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ABC MADRID 18-11-1972 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA, SOCIEDAD ANÓNIMA MADRID FUNDADO EN 1806 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC porra. Métodos perfeccionados y plurales. Pero que resultan todos inútiles si no hay pescados. La guerra, como entidad tradicional y clásica, es criatura organizada con métodos tan lógicos que casi anestesian su dolor y su barbarie. Lo colectivo adormece la moral al diluirla. En la batalla de los Campos Catalaúnicos se derramó tanta sangre que los caballos se negaban a beber en el río Ródano, que transportaba más sangre que agua. Pero la consideración moral se escurría por la fluencia del río y por la invisibilidad que los árboles engendraban al bosque. Nació una moral que se creía puritana porque era hipócrita. Era la muerte metódica, la destrucción lógica. Pero ahora ya lo que empieza a ser horrible es el método, como coherencia y esquema para organizar apariencias. Lo malo no era tanto la guerra como los guerreros. La moral empezó a conocer muchas cosas que le tenían hurtadas y enceguecidas. Empieza a dejar ver que los hombres, después de todo, son más malos que la Humanidad. A estatura e insularidad de individuo se ve mejor la maldad. Individuo quiere decir que todos llevamos un cortijo proindiviso con el diablo. Los pistoleros, tos secuestradores, tos atracadores, los ladrones exhiben más a la luz del día su violencia o su crueldad. Como los vengadores que no niegan su propósito de no cancelar nunca la violencia decretada. Poner en la caite a un recluso de este tipo es como devolverlo a su pista de juego: que es precisamente la calle. Hay una oración que se me viene a la boca sin querer: (Señor, mejora a la Humanidad y conviértela... Pero, sobre todo, líbrame de los hombres uno a uno! El desfondamiento de la ética humana no es tanto de concepto o virtud REDA C CI 0 N ADMINISTRACIÓN Y T A L L E RE S SERRANO, 61- MADRID S E está llegando a un instante en el que las planas de un diario cualquiera, cada mañana, producen sobrecogimiento. Todo telegrama que refiere un atentado, un martirio, un secuestro, pertenece a la crónica de una guerra que existe sin declararse, en estado de desarrollo, latente. La guerra ha existido tanto tiempo sobre la Humanidad que ya había creado una doctrina, un derecho, un reglamento. El parte de guerra era una notificación que. no se parecía nada por su sobriedad estadística e impávida a los partes de cualquier comisaría que recuentan, cada noche, los secuestros, asesinatos, violaciones, suicidios e incendios que han sucedido en la jornada. La guerra agotó su cupo de retórica patriotera. No le cabe ya ni el evasivo halago del monumento al soldado desconocido. Porque ahora lo que se desconoce es la guerra misma que generalmente no ha sido declarada. La guerra hecha por soldados y estados mayores, aunque con entrañas de injusticia y muerte, tenía un atisbo de coherencia organizada y filosófica. La sustitución de las ideas platónicas por los hechos arktotélicos se reflejó en todas las cosas. Alejandro Magno se ufanaba mucho de ser discípulo de Aristóteles. Pero la verdad es que el discípulo no dejó demasiado bien al maestro. Alejandro salió cruel, mal encarado, mal hablado, mujeriego y borrachín. Lo que, de verdad, es gloria de Aristóteles es el haber dado organización a los conceptos. Bertrand RuselL explicando la filosofía de Aristóteles, celebra la sagacidad del maestro que enseñó que no habría fútbol, por muchos futbolistas que hubiere, si no había además un reglamento. Durante la Edad Media la filosofía aristotélica era, sobre todo, un resumen organizado de todo lo que se pensaba bajo el nombre de organon o lógica La lexicografía misma sabe lo que hace cuando quieren que la palabra lógica sea colocada tan cerca de la palabra logos Los escolásticos aprecian, sobre toda la herencia aristotélica, el silogismo; que venía a ser un modo prestigioso de equivocarse, una especie de balanceo o nana en latín para dormir la infantilidad del pensamiento. La nueva recuperación de la razón humana fue titulada por el señor Descartes El discurso sobre el método Lo que importa, es organizar las cosas aunque ellas resulten tonterías. Los oficios antiguos poseen una sutileza infinita de métodos. Asi la pesca: la de caña, la de redes, la submarina, la nocturna con farol y cachi- PELIGRO Y EXALTACIÓN DELMÉTODO como de método El otro día me daba cuenta de ello ovendo en mi televisor ese concurso tan d i v e r t i d o del Un dos, tres... Visto superficialmente, el concurso puede parecer un testimonio- protesta de las plurales y sutiles técnicas de la enseñanza en vertiginosas marchas contra reloj: a ver si les ganamos por la mano a los bárbaros, barbarizando nosotros un poco también. Ya ha habido estudiante de Letras que aseguró en la pantalla que ayuntamiento era e s d r ú j u l o Ya ha habido maestro o perito que creía que el Llobregat desembocaba cerca de La Coruña. Y en la televisión francesa oí hace unos años a un escribiente que creía que le Concite du Trente era un Concilio de treinta personas. Pero con ser esto grave es mucho más grave la desaparición de la idea de método o de organización Aparte del espasmo cerebral que parece inmoviliza las neuronas grises de los alumnos- y los maestros ante la pequeña pantalla, no aparece ninguno que introduzca en sus respuestas un adarme de método. Por ejemplo, si le preguntan por los ríos de España se ve que el concursante sabe muchos ríos, pero consume grandes silencios nerviosos a la orilla de cada uno porque no son capaces de organizar los ríos en rueda: los de Galicia, en seguida los portugueses, los andaluces, los del litoral levantino... A cerca de los dos mil años y pico del descubrimiento genial de la rueda, no ha llegado todavía al Cou la sugestión de la rueda metódica y docente para recordar los ríos de España. Falta el método. n medias o sin medias luzca piernas suaves RECHACE IMITACIONES Esta exhibición de la desorganización mental de la maldad humana, como vivero de la maldad humana proyectándose en violentas aventuras solitarias está empezando a apoderarse de la poca lógica y método que nos queda y empuja a los hombres a echar mano de los repertorios negativos del MaL Montherlant se suicida con un gran derroche de método- -carta, telefonazo, secretaria citada puntualmente- todo lo necesario para que se desarrollara sin fallo su suicidio, programado para adelantarse a la amenaza de la ceguera o la silla de ruedas. Pero Descartes hubiera estado contento ya que nunca quiso hacer hombres prudentes, racionales y buenos, sino hombres metódicos. Montherlant escribe a sus amigos: Yo no creo; pero no creo nada más que en los que creen. Perfecto. Es un disparate sonoro y elegantísimo. Ya puede uno pegarse un tiro después. He ta Real Academia y (impías de veifo. José María PEMAN Española

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