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ABC MADRID 12-11-1972 página 145
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ABC MADRID 12-11-1972 página 145

  • EdiciónABC, MADRID
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EXISTE S. I. M. 0. PORQUE SE CREE EN EL HOMRRE y los pone no sólo al servicio de su propia comodidad, con lo que recupera un papel protagonista que le arrebatara el sistema de trabajo en serie, sino también al servicio da anónimos, desconocidos, lejanos, multitudinarios hombres que van a beneficiarse de: unas máquinas que hacen el trabajo con menor error, con más rapidez, con más economía en beneficio de aquellas anónimas economías. Hacer el trabajo más humano, hacer que las cosas lleguen antes y mejor. Hacer que además cuesten menos, ¿no es una sencilla aunque importante manera de servir al hombre? Como Fisac sueña con ciudades humanas, soñamos nosotros- -los hombres de ente S. I. M. O. que abre sus puertas, del 10 al 19 de noviembre, en el Palacio de Exposiciones de la Cámara Oficial d 9 Comercio e Industria de Madrid- -que S. I. M. O. como esa conferencia internacional antes citada, sean invitaciones profundas a un real humanismo. El que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, herede de su Padre el poder de decir anda y que la. máquina ande, o que pueda ordenar a un ordenador ve y que el ordenador vea. Parodiando un titulo de Clarín diríamos que el hombre, y to demás son cuentos Porque creemos en el hombre: el S. I. M. O. Para que el hombre sepa que la penalidad- -no maldición del trabajo, que el trabajo es enriquecimiento personal y de nuestro miundo- que el esfuerzo y el sudor van siendo paulatinamente reliquias del pasado. El hombre será más dueño y más libre. Hasta tendrá más tiempo. Claro que lo que haga con él- -señores sociólogos- -es problema de otros. Nosotros queremos una liberación del esfuerzo y un servicio a los demás. Luis Alberto PETIT HERRERA Presidente del Patronato de C. I. T. E. M. A. E N estas mismas páginas, no hace mucho tiempo, el ilustre arquitecto don Miguel Fisac reflexionaba muy agudamente sobre La. frontera del año 2000 Cierto que la base especulativa del escritor partía y volvía desde el campo de su hermoso trabajo profesional: la arquitectura y su logos profundo: el urbanismo. El tema tenía que interesarme profundamente, al margen de que todo lo de Fisac interesa, porque nuestro Centro de la Informática, Técnica y Material A d m i n i s t r a t i v os (C. I. T. E. M. A) tenía ya muy en marcha no sólo la organización del S. I. M. O. 1 antiguo Salón Informativo del Material de Oficina, hoy con una denominación más conforme y actualizada- sino porque entre los muchos actos culturales- -mesas redondas, conferencias, etc. -que ocasionan encuentros de alto nivel, lo que más nos ocupaba era precisamente la organización de una c o n f e r e n c i a internacional sobre La Informática en la sociedad de fin de siglo es decir, de casi ese año 2000 al que agudamente se acercaba don Miguel Fisac. A tal conferencia asistirán, con su talento, personalidades como Triebwasser, César Romanos, Oliver, Garric, Dou, Fueyo Alvarez, F eund, Vinttla Horia, Moneo y otros. Y justo, se trata de llegar a la frontera del año 2000 con nuestra carga de conocimientos, con nuestras máquinas, pero con una honda preocupación en la que no podemos sino coincidir con Fisac. Se trata de hacer un estudio sobre esa informática tan cargada de futuro, con su galopante demografía, que se insertará en el trabajo de ese 75 por 100 de la población activa que en 1990 trabajará en el sector terciario, según los futurólogos. Las cifras están ahí. Existen 34.000 terminales en Europa occidental. Se prevén 230.000 para 1975, que, junto a las aplicaciones del ordenador en tiempo real, suprimirán las coordenadas de tiempo y espacio en los problemas de gestión. Ante tales fenómenos es lógico que meditemos también en España. La última década ha sido testigo en muchos campos de un prodigioso desarrollo de los trabajos intelectuales de previsión y de preparación del porvenir, habiéndose operado un gran cambio desde el año 1960 en que solamente se admitían previsiones en el orden económico y limitadas a corto plazo, sin ninguna actitud prospectiva También tenemos que prever la influencia de la informática en el futuro y actuar en consecuencia. Porque, como dice SaintExupery, el futuro no se comprende, se establece Se ha presentado al año 2000 como una meta ideal y con características tecnológicas, sociológicas y humanas nuevas y sorprendentes escribía nuestro arquitecto de gran prestigio mundial. Y añadía que ese deseo de progreso científico y tecnológico que se aceleró a mediados del siglo XIX ha adquirido una prodigiosa velocidad en los últimos años, continuando en nuestros días y, probablemente, en el futuro... Pero- -venía a decir Fisac en el vértice de su razonamiento- -el problema es que empezamos a preocuparnos por el hombre. También a nosotros nos preocupa. Nos parecería lamentable una tecnología por la tecnología deshumanizada, esclavizando al hombre con máquinas y métodos. Tanto nos preocupa, desde hace doce años, que la Feria de Muestras Monográfica Internacional del Equipo de Oficina y de la Informática es una respuesta a nuestra propia inquietud. A la mente nos viene esa danza ancestral, hermosa y armoniosa, que expresa como nada las mejores vivencias y valores espirituales de un pueblo: el catalán. Hablamos, claro, de la sardana. La pausada y aun concentrada danza de las manos en las manos que rueda y gira, y se acerca y se dispersa, y son hombres y mujeres que una música llena de sugerencias, mantiene en el corro apretado de las firmes voluntades de una amistad. Ya se sabe: cualquier desconocido puede entrar en la sardana, romper dos manos con su presencia incorporada y seguir, también él, en una de las danzas más hermosas de la Península. Perdonen, pero no divago; desde Rsac a la sardana. Para decir lo mismo que el urbanista o la danza dicen. Nos preocupa el hombre. S. I. M. O. es una honda preocupación humana porque pensamos que no es bueno, como antaño, que el hombre se desriñone tras una yunta y apretando la mancera de un viejo arado romano. Para ese hombre queremos el puesto señor del asiento de un buen tractor. Porque no queremos el hombre esclavizado por los robots posibles de unos audaces equipos de oficina, sino el hombre que los maneja El deseo de progreso científico y tecnológico, que se aceleró a mediados del siglo XIX, ha adquirido una prodigiosa velocidad en los últimos años.

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