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ABC MADRID 10-11-1972 página 127
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ABC MADRID 10-11-1972 página 127

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC REPORTAJE S E asomó ya el sol otra vez por las almenas guardadoras de historias perdidas del castillo de Santa Bárbara. Continúa la caricia del miar, monótona e incesante. sobre la playa. Llegan del puerto los golpes sordos del trabajo. Deja sus viajero? un tren en la estación casi todavía dormida mientras un DC- fl se desliza por la pista del aeropuerto. Se desperezan las tiendas abriendo sus enormes bocas metálicas. Satinan las mangueras el asfalto de las calles y el espejo de losas de colores del paseo. Los coches, se empeñan en cambiarse entre sí los sitios que ocuparon por la noche, Inundan los niños con su griterío un parque, l a s olas siguen acariciando la arena y la tierra dejó ya nacer el sol. Despierta Alicante una mañana de noviembre, como despiertan las ciudades cada día, cobrando vida poco a poco, rompiendo el silencio. rizonte entre los azules del cielo y el mar. Buen principio digo para nuestro recorrido por la actualidad de Alicante. go con sus augures y sus técnicos trayendo consigo fuego tomado de los altases de la metrópoli para encender aquí la hoguera que había de servir de tase a los augurios, y habiendo resultado favorables las pruebas, fundaron la colonia, poblándola de artífices de todos los oficios y nombrando el Consejo que había de regirlos y los sacerdotes encargados de atender el culto de sus dioses. El Benicantil y las alturas vecinas brillaban a los rayos del sol con cegadora blancura. Los griegos les llamaban ya las rocas o eminencias blancas. Dicha esta fase en griego es Acra Leuca. Y este fue el nombre que dieron también a su colonia. Así nos relata el nacimiento de Alicante el que fuera cronista de la ciudad, don Francisco Figueras Pacheco. Veinticuatro siglos de historia que el turismo no puede derrumbar aunque se lo proponga, porque las murallas Infranqueables del castillo de Santa Bárbara, enhiesto sobre la roca donde dicen se ve la cara del moro son segura fortaleza. Desde allí arriba, a más de 150 metros sobre ¿1 nivel del maj, contemplamos la ciudad de la que surgenedificios que, como enormes chimeneas de hormigón, quisie- La playa está vacia y cobra en su soledad un encanto nuevo. Escasean los coches con matrícula extranjera. Cuelgan carteles de cerrado hasta el verano en los edificios de apartamentos, en los supermercados, en alguna que otra discoteca donde hace unos meses hasta se hablaba castellano. Muestra, en fin, Alicante su otra cara. No la del verano, no la de la invasión turística. Muestra Alicante en noviembre su cara de capital de provincia que no quiere quedarse atrás en la carrera del desarrollo. Porque Alicante- -hay que decirlo- -es algo más que la playa de San Juan de las mil postales en color. -Llego en el avión üe las dos y cuarto. A las tres podemos vernos en Santa Pola. Así quedó concertada mi cita con el alcalde de la ciudad, don Ramón Malluguiza y Rodríguez de Moya, procurador en Cortes y nunca mejor anfitrión para nuestra visita, nunca mejor descubridor de esta otra cara de Alicante 1 que yo quería conocer. Buen principio el de la amistad que nace en una terraza frente al mar, con el arroz y el marisco en ¡la mesa, y una ciudad en marcha que se dibuja en el ho- VEINTICUATRO SIGLOS DEL BENICANTIL DE ACRA L. ETJCA Alicante, 5.796 kilómetros cuadrados del Reino de Valencia de remembranzas morunas, casi un millón de habitantes, quince partidos judiciales, ciento cuarenta Ayuntamientos, más de 50.000 pesetas de reata per capita doscientos diez kilómetros de costa, de los que la mitad son playas; primera provincia de España en la producción de alcachofa, de tomate, de uva; tercera en almendra, en naranja, en manzana; taller de zapatería de España, forjadora de juguetes de los sueños de los niños de todo el mundo, cuna del turrón... Alicante capital, veinticuatro siglos de historia. Así acabaron por ver (los griegos) que el establecimiento de un emporio fijo en las inmediaciones del Benicantil era lo que más les convenía. Vinieron Me-

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