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ABC MADRID 08-11-1972 página 139
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ABC MADRID 08-11-1972 página 139

  • EdiciónABC, MADRID
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UNA ENFERMEDAD MUY CONOCIDA- Describir la gripe es cosa tan conocida que no caeremos en tamaña tentación. Las empresas fáciles siempre acostumbran a no abordar las difíciles, pero sí diremos que ese cuadro del trancazo español, con dolorimiento general, más acusado en cabeza, fiebre, agotamiento, inflamación de la gá r ganta, fosas nasales, conjuntivas, etc. puede originar una alarma innecesaria por la elevada fiebre, pudiendo en el momento de mayor índice epidémico romper toda la estructura sanitaria, como, por ejemplo, los equipos de urgencia o la administración de vacunas. En términos generales se debe considerar la ñebre alta (siempre que no sea más de 40 grados) como un índice de defensas, o de lucha del organismo, provocado por ese enfrentamíento antigeno- anticuerpo citado anteriormente. Si todo el mundo que tuviera fiebre en una epidemia llamara a los médicos con carácter de urgencia se alterarían todos los basamentos de emergencia, con que la medicina privada, sociedades libres, Diputaciones, casas de socorro, Seguridad Social, etcétera, tienen instituido para los casos en que se necesita verdadera rapidez en su asistencia. Por el contrario, las personas que no tienen fiebre, o es poco elevada, podrían estar más graves, porque su organismo no lucha, por vejez, debilidad o tener alguna enfermedad crónica del corazón o de los pulmones, no pudiendo resistir la infección y sucumbiendo. Hoy como ayer, ios casos más peligrosos son éstos, y casi podríamos decir que no es precisamente la fiebre la que matiza úSff camente la gravedad. Sino una serie de síntomas que llaman la atención al médico, gracias a su buen ojo clínico como el estado general del enfermo, su respiración, el color de sus labios, la facilidad para moverse, los vómitos, la alteración del pulso, etc. que presentan un sentido de gravedad con más exactitud que la fiebre. Una persona que se molesta, en llamar mucho por teléfono, quejarse ásperamente de su fiebre, andar por su casa como un león enjaulado, es una persona sana, con defensas, que ha perdido el respeto a sus virus y que va a adquirir una buena inmunidad contra ellos. Pero es el enfermo (en la mayor parte de las veces un anciano o un niño) casi sin fiebre, o con fiebre baja, anodadado en la cama, inmóvil, sin ganas de comer o. vomitando lo que come, con dolor delante del corazón o con sensación de puñalada en los pulmones, el que verdaderamente necesita cuidado urgente, aunque no tenga fiebre. Y es que, aunque sea el mismo virus o cepa, no es igual la lucha contra la infección, en un niño, en un anciano, diabético, cirrótico o en un enfermo del corazón. Una vez más, no hay enfermedades, sino enfermos, y es el r é- dico el único que podrá matizar las mil y una facetas de cada sujeto y arriesgarse (es su profesión) a poner un tratamiento contra una enfermedad que todavía provoca muchas muertes. El tratamiento llevará estas pautas clásicas, de antitérmicos, vitaminas, antibióticos para evitar las complicaciones producidas por otros gérmenes que se aprovechan de los virus de la gripe para proliferar a su vez, y algunos productos sintomátidbs para solucionar cuestiones como la circulación sanguínea, la respiración, te. Pero sí se puede aumentar la facultad general de resistencia orgánica, impidiendo ser contagiado, haciendo una vida sana, sin tóxicos, sin excesos, con régimen equilibrado rico en vitaminas A y C (predominantemente derivados de leche, frutas y verduras) Pero, sobre todo, extremando las medidas de higiene personal y colectiva, porque es por las i gotitas expulsadas por la salida, al hablar! toser, estornudar, etc. por donde se van ¡contagiando unos a otros en las familias, las escuelas, en el juego o en el trabajo. Miguel DE AGUILAR que la el hombre defensas necesitara Tacipary, can con j k certeza. Mesanarecería el cáncer. Preparación de vacunas contra ta gripe. de las especies animales, impide las mutaciones genéticas del organismo. Es como si dijéramos (comparación divulgadora) que por no tener timo, el virus de la gripe cambia tan rápidamente de fisonomía. El timo aparece por primera vez en los peces vertebrados primitivos y hace que la evolución darwiniana se fije y sufra menos mutaciones genéticas. En aína reciente conversación mantenida con el profesor Isaac Costero (entre paréntesis discípulo de Achúcarro y de íPíonNoriega, es decir, nieto científico de Ramón y Ca jal y quizá, como éste, un próximo Premio Nobel por sus estudios en sistema nervioso) recién, llegado de su Instituto de Cardiología de Méjico, me decía que gracias a los tejidos que nadie considera como nobles, el animal vertebrado- -y el hombre- -llegaron a la que son. Apuntemos que el profesor Costero es el descubridor; de dos sistemas completos funcionales d e células y uno de los que más importancia dan a los espacios que hay entre las células. Me puntualizaba en la charla que si los organismos tuvieran sólo células no habrían alcanzado gran número de ellas, siendo seres pequeños. Lo maravilloso de la Creación es la aparición del espacio intercelular, que sirvió para alimentar a las células y para hacer crecer al organismo. Pues bien, el timo es el encargado de proveer unas células defensivas, redondeadas, llamadas Bnfoid. es, que atraviesan los vasos sanguíneos y van a esos espacios intercelulares para originar defensas e inmunidad, produciendo anticuerpos que luchan contra los autógenos. Pero, maravilla, que cuando el tuno ha concluido su misión, degenera. Una persona, adulta ya tiene su timo atrofiado, menguado, a extinguir. Si se consiguiera que el timo no desapareciera, que persistiera durante toda la vida, el hombre tendría tantas defensas que no necesitaría vacunas, no sufrirían mutaciones sus genes, con casi toda certeza desaparecería el cáncer. Vamos, algo así como el tan suspirado superhombre die Nietzsche. Pero no echemos las campanas al vuelo, porque si la Ciencia quisiera vencer a la gripe, infecciones y cáncer, con la persistencia durante toda la vida del ritmo propio de 3 a edad juvenil, la raza humana seria tan poderosa que se fijaría como es actualmente, no evolucionaría y alteraría de tal manera la superficie de la Tierra que podría quedarse como única especie animal en el planeta, con su terrible crecimiento demográfico y su intolerable salud, rompiendo todo el sistema ecológico y, quién sabe, si su misma soledad sería su muerte.

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