ABC MADRID 04-11-1972 página 123

VIDO de sansacionaüsmo, ni la Gran Muralla China, ni la Ciudad Prohibida, ni siquiera la perspectiva de recorrer 5.00 tt kilómetros a través del campo chino eran capaces de saciar mi curiosidad durante mi segundo viaje a China, acompañando a Maurice Sthumann, ministro francés de Asuntos Extranjeros. Para mi lo más inesperado e interesmite fue encontrarme con un cura en Pekín. En mi lógica occidental, que un sacerdote ejerciera su ministerio en la capital de la revolución y del ateísmo era inimaginable, aunque luego comprendí que estas apariencias destinadas a engañar ingenuos no ocultan la brutal persecución desencadenada por los comunistas contra la Religión Católica. Á ABC REPORTAJE UNA IGLESIA EN EL CENTRO DE PEKÍN El hormigón y el asfalto de la inmensa plaza de Tien An Men, la torre panzuda y roja que marca la entrada a la ciudad Maqutnalmente- -dice el autor de este reportaje- -dirijo mi mirada hasta la pita de agua bendita de mármol blanco. Un poco más a la derecha hay un cepillo pintado en rojo, sobre el que destaca una inscripción en chino. (Sobre estas líneas, el padre Selala. tártara, el tohu- bohu de las bicicletas, de la muchedumbre, de los cascabeles y de las bocinas... y siempre la mucheüiiuibre... Veinte minutos de coche, veinte minutos de slalom para deslizarse entre esta muchedumbre colorista atraída tatito por el automóvil como por los nari ees largas (así es como los chinos llaman a los europeos) y, en medio de una nube de polvo, el coche se detiene ante una portada de madera. Levantamos la cabeza. El campanario de la iglesia de Pekín se yergue tras el muro que rodea los jardi s del presbiterio. Detrás de esta portada está el jardín, al fondo del cual se halla la habitación de dos sacerdotes: una casa baja, bien dispuesta, que data- -como la iglesia- -de finales del siglo pasado. unos segundos tomo el pasillo derecho, atravieso un patio con grava, subo tres escalones y llego finalmente ante la iglesia, empujando una de sus tres pesadas puertas... La iglesia de Pekín se parece a una igle-