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ABC MADRID 29-10-1972 página 159
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ABC MADRID 29-10-1972 página 159

  • EdiciónABC, MADRID
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bre de que el varón mayor se quede en el caserío: casarse para casa Yo no era el mayor; pero, como había hecho las veces, mis padres creían que me quedaría en casa, y cuando les dije que me casaba y me independizaba se enfadaron hasta el punto que ni siquiera fueron a la boda. Yo tenía veinticuatro años y comenzaba de nuevo. Todo lo que tenía era una mujer y una maleta de cartón, que se nos abrió en la estación poniendo en evidencia nuestra miseria. (Por la tarde Modesta me cuenta la, misma anécdota y me dice que pasó tanta vergüenza que desde entonces cada vez que va de viaje alguno de los suyos le pregunta si tiene buena maleta y si no, se la compra. Y nos vinimos a San Sebastián sin saber qué podría hacer yo aquí. Comencé comprando y vendiendo ovejas, pero la dificultad para este negocio en la capital me obligó a cambiar esta ocupación por la de corredor de fincas. A propósito de esto, me ocurrió una historia muy divertida que me da un poco de vergüenza contarle, pero que fue el arranque de este negocio. Había quedado citado con unos señores en un bar. Era una reunión muy importante para mi. Y de repente comenzó a llover. Yo no tenía más que un zapato sano y en casa no había dinero para comprar un par de zapatos. Yo estaba desesperado sin saber qué hacer, intenté inútilmente arreglar el zapato roto. Al final, acudí a la reunión cortando una alpargata y vendándome el pie como si estuviera cojo. Lo malo fue que ai salir de la entrevista iba yo tan contento porque había ganado siete mil pesetas que se me olvidó cojear. Y así empecé a construir. Hice una vil lita de dos viviendas, en la que perdí mil ochocientas pesetas, comprometí la venta, estando en cons- tracción, en ochenta mil pesetas y me costó en total ochenta y una mil ochocientas. Fue una buena lección. En la obra siguiente hice más números. Y con esta pirueta, con esta media verónica a la miseria, José Azurmendi pierde el miedo a la vida y se convierte en un triunfador. -Póngale precio a su cabeza. -Mi cabeza, después de tos años que tiene, ya vate poco. -Según Ramón Tamames, es difícil separar la economía de la política. ¿Es usted un hombre político? -Pues no, no soy político. Me molestan l o s estómagos agradecidos. Para mí, hacer política es vivir de ella, aprovecharse de la política para medrar. Yo nunca he tenido un crédito oficial. He tenido, eso sí, algunas facilidades de los bancos en operaciones de poca importancia, cantidades que oscilan entre los treinta y cuarenta millones. No soy político, pero tengo que agradecer al Régimen el adelanto que ha tenido España en los últimos años. Antes eran horribles el hambre y la miseria que se sufría. Al final de la R e p ú- j blica. España estaba muy ma! V En don José Azurmendi hay un gran deportista que aprovecha sus raros momentos libres para demostrarlo. Sobre magnífico ejemplar de jabalí, cobrado en su finca Las Póvedas En el centro, contemplando las tiradas de su hermano Javier, en la cancha de tiro de pichón de Qudamendi. Abajo, en el mar, con el marqués de Comillas, después de pescar una hermosa pieza. estas líneas, ante un

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