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ABC MADRID 29-10-1972 página 149
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ABC MADRID 29-10-1972 página 149

  • EdiciónABC, MADRID
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dio de soportar el mal, de vivir con la enfermedad todo el tiempo posible y en las mejores condiciones posibles? HBLD. -No, yo no creo que esta sea su opinión. En todo caso, ellos no la formulan, digamos, de un modo consciente y abierto y, sobre todo, de forma tan categórica. Pero podemos imaginarnos que para ellos el tratamiento que sigue las reglas clásicas, el tratamiento ortodoxo es el que se propone extender el campo regulador de la conciencia al máximo, según una expresión del propio Freud. Es decir, que el ego (el consciente) debe llenar el espacio que antes ocupaba el alter (el inconsciente) No cabe duda de que esto es un resumen a grandes rasgos de libros enteros. Para estos psicoanalistas todo aquello que suponga una aproximación a un resultado terapéutico empaña la pureza de la relación paciente- psicoanalista y priva al método analítico auténticamente freudiano de su carácter específico. ¡Su carácter específico! Este es un término que no puede tolerarse. Pasaré a explicarlo a continuación. Y creo que la mejor manera de hacerlo consiste en volver de una forma más concreta a la situación analítica. ¿En qué consiste un tratamiento tipo? Supongamos que después de las dos o tres primeras entrevistas cara a cara si psicoanalista haya recogido un mínimo de informaciones que! e permitan saber de qué se queja el paciente y si sus indicaciones son razonables. En ese momento el psicoanalista ya sabe ai el paciente puede ser o no objeto del tratamiento. En pocas palabras, tras estas entrevistas preMminares el paciente ha sido declarado apto para I servicio adecuado para ser sometido a un profundo análisis con todos los sacrificios de tiempo, de dinero y de energía nerviosa que ello supone. Ambos se han puesto ya de acuerdo sobre el precio de las sesiones, sobre su ritmo, la fecha de las vacaciones y la del comienzo del tratamiento. Estamos, por tanto, a las puertas de la primera sesión. El paciente se extiende sobre un diván- -el famoso diván que ha sido objeto de tantas caricaturas -y el psicoanalista se sienta en el también famoso sillón, a la cabecera de! diván. El paciente está siendo visto sin que él pueda ver y el psicoanalista observa sin ser observado. Existe ya una dinámica particular en la relación médico- enfermo que por sí misma es capaz de imprimir a esta situación singular, es preciso reconocerlo, una resonancias afectivas específicas El paciente se tumba. Se le informa de eso que se llama, o al menos se llamaba, la regla fundamental es decir, la necesidad de que comunique a su psicoanalista todo aquello que se pase por su cabeza, tanto ios pensamientos cerno las ideas, los sentimientos y las sensaciones que tenga, aunque le parezcan embarazosas, sin interés o absurdas. En resumidas cuentas, se le dice: Infórmeme de todo aquello que llegue a su espíritu, aunque estos pensamientos pueden pareceríe agradables o desagradables, o aunque usted crea que puedan ser desagradables o agradables para mí. En ese momento uno se calla. Se abandona al paciente, por así decirlo, al viaje psicoanalítico durante un tiempo que puede ser más o menos largo. Pero aunque aparentemente esté solo, él sabe que no lo está. PREGUNTA. ¿Y qué es lo que se observa en ese momento? HELD. -Existe una clínica psicoanalítica que es enormemente rica. Existe, como, por otra parte ocurre en Medicina, una teoría y una clínica. La clínica es la medicina que se hace al borde del lecho del paciente. Des- ciente por el camino del recuerdo de sus sueños, unos sueños que no se recuerdan normalmente y que llegan a su memoria a medida que progresa el análisis. De cualquier forma, el médico tiene todo el derecho de preguntar: ¿No recuerda usted el sueño que tuvo la noche pasada? Trate de contármelo. ¿No es este un camino para romper el mutismo del enfermo? HELD. -No. Actua mente sso sería una maniobra técnica deplorable, ya que en estos momentos el sueño no es, empleando una expresión freudiana, el camino real que lleva... PREGUNTA. al inconsciente. HELD. -Sí, efectivamente, el sueño ss el camino real para llegar al conocimiento del inconsciente. Pero penetrar en él no es ¡muestra preocupación fundamental. Para contestar a su pregunta es necesario abrir un pequeño paréntesis. Existe una parte del psicoanálisis que se llama la metapsicología PREGUNTA. -Creo que es un IM término empleado por el mismo I Freud. ¿No es asi? I HELD. -El fue su creador y uno 9 de sus libros lleva el título de Metapsicalogía A pesar de que se haya abusado de este pastel metapsicológico, es algo de lo que no se puede prescindir. Se describe lo que Freud llamaba el aparato psíquico en términos de ego altar y superego El ego -esquemáticamente- es la parte consciente de una persona que, de un lado, dsbe hacer frente a los instintos o a ios impulsos instintivos que parten de las profundidades del inconsciente y de otro al mundo exterior. Existe a continuación aso que se llama en general el alter el inec- nscients, que se puede comparar a la parte sumergida de un iceberg. Es decir, que el ego consciente- ss algo así como la novena parte de un iceberg que flota en un agua sucia. Y existe un tercer elemento que Freud ha denominado suparsgo y que, a grandes rasgos, es algo así como ia parte de la personalidad que el niño, de cara a formarse como persona, construSigmund Freud, el padre del Psicoanálisis, en ye por medio de lo que él ha Londres, en 1938, un año antes de su muerte. recogido de sus modelos de identificación. Pero se trata de un indirecto y imoralizador que la ticamente la clínica del carraspeo un hábil elemento mayor parte de los neuróticos han hipertrooarraspeo que indique ai paciente que su psifiado excesivamente. Por supuesto, también coanalista está todavía allí puede provocar el ego se ha estructurado en relación con reacciones detectables por medio del tenguasus modelos de identificación si se me perje verbal o no verbal. Si ustedes me permiten mite la expresión. ser pedante y expresarme en términos lingüísticos les diré que el paciente no sólo nos PREGUNTA. ¿A o podría decirse que tamenvía fonemas, semantemas, es decir, señabién la civilización deja su huella en el les que corresponden a signos, a palabras, a ego ideas, sino también lo que yo denomino psiHELD. -Así es, ya que las prohibiciones coanalisemas Es decir, grupos de semantede los padres reflejan el medio social y el mas reunidos de acuerdo con un cierto orden ambiente. Sin embargo, el desarrollo de la y que tienen un sentido determinado para el psicología del individuo no debe atribuirse psicoanalista. Al mismo tiempo nos habla con únicamente a la presión social. su mímica, que se logra captar por estar coloVuelvo al sueño. En tilempos de Freud, es cados un poco más alto que él: de cualquier decir, en tiempos del inventor del psicoanáforma, aunque no se capte su mímica se puelisis, el sueño era el camino real que conducía den ver sus gestos, que forman parte de un hasta ias interioridades del inconsciente. Sin lenguaje muy determinado. embargo, con el paso de los años se ha ido pasando del estudio del alter ai estudio del ego Ahora bien, el sueño no es el camino real que nos permita llegar a ¡estudio del EL ANÁLISIS DE LOS SUEÑOS ego Por otra parte, después de los trabajos de un psicoanalista como Wilhem Reich, PREGUNTA. -Si usted choca con una bael análisis terapéutico se basa, desde un punrrera mental de ese tipo, ello querrá decir que to de vista técnico, en si análisis de las reusted no tiene posibilidades de remontarse a sistencias Es decir, que cuando un paciente los principios de la técnica psicoanalitica de se calla, cuando presenta, como usted lo Freud. Cuando él la elaboró acababa de finallama, una barrera mental (aunque el sentido lizar el periodo en que se recurría a la hippsiquiátrico de la palabra sea totalmente dinosis, y aunque puso a punto la técnica de ferente) no hace más que manifestar una rela asociación libre que usted acaba de descrisistencia Y si le pregunta: Cuénteme usted bir, se concentró fundamentalmente en el anáel final de un sueño el psicoanalista corre lisis de la propia asociación libre. Libre aunel peligro de verse abrumado por una gran que sea el psicoanalista quien dirija al pacantidad de sueños que el enfermo puede inde luego, en nuestro caso nos encontramos con algo muy distinto que con un paciente en una cama de hospital, pero, de cualquier forma, nos hemos acostumbrado a hablar de clínica psicoanalítica Es muy variada: existen pacientes que no dicen una palabra hasta después de la primera sesión, de la segunda, de la tercera e incluso hasta después de más tiempo. PREGUNTA. ¿Qué es lo que hace entonces el médico? HELO. -El médico se calla de nuevo. PREGUNTA. ¿Sin incitarle a hablar? HELO. -Todo depende de la forma sn que se le incite a hablar. Estaría mal que se le dijera algo como: Vamos, hombre. Me está usted haciendo perder el tiempo. En cambio, si después de media hora el psicoanalista quiere preguntar: ¿En qué está usted pensando? puede hacerlo en ciertos casos. Existe incluso lo que yo he denominado humorís- 4 21

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