ABC MADRID 17-10-1972 página 135

POR LAS ENCRUCIJADAS DE AMERICA (I) SALTA, LA MAS HISPANA DE LAS PROVINCIAS ARGENTINAS L LEGAMOS a Salta en la hora imprecisa del crepúsculo austral. Nuestra excursión por el noroeste argentino se inicia en esta provincia fronteriza, lindante con el Chaco boliviano y con los Andes chilenos, y que quizá por su remota localización y por lo abrupto y quebrado de su geografía ha sabido conservar más puras sus intimas esencias hispanas. Pasear de noche por las calles de Salta es evocar la España colonial del siglo XVH y sentirse transportado, en brazos de aromas y sensaciones familiares, a puntos lejanos del- solar patrio. Soportales, iglesias, enrejados que bien pudieran pertenecer a un barrio sevillano; honestas celosías, cancelas labradas como encajes, quietos patios interiores con algún aljibe rumoroso... Y, para completar el éxtasis, muchachas de ojos oscuros y olorosas fragancias que inundan el aire como en la Andalucía remota... La catedral, del siglo XTX, es sede del obispo más antiguo de la Argentina y domina la plaza principal de Salta, junto al Cabildo del siglo XVUI. La devoción popular atribuye a la Virgen del Milagro el haber librado a la ciudad de los horrores de un terremoto. También alberga la catedral el panteón de las glorias del norte y las cenizas de Güemes, el venerado libertador de la provincia. PROVINCIA DE GÜEMES Güemes es el héroe salteño por exceJencla y su memoria está omnipresente en toda la ciudad. Cuando el pasajero desembarca en el aeropuerto le da la bienvenida un enorme retrato del caudillo en uniforme. Monumentos, estatuas, placas alegóricas, escaparates y mil detalles urbanos evocan la figura del paladín de los gauchos, cuya figura se ha legado nimbada de ribetes míticos y adquiere singular relieve durante nuestra visita, coincidente con la máxima exaltación patria: el Día de H Bandera. a Todo hace evocar el gaucho Güemes y a sus milicias de rojos ponchos. Porque Salta la linda es la provincia de los ponchos rojos que se tejen en primitivos telares ante él turista. T 1 poncho salteño S- ostenta guarda y flecos negros, reminiscencia del distintivo usado por el ejército del norte. Ponchos rojos en contraste con la tonalidad intensa de la campiña. Ponchos rojos como atavio de los gauchos que- cantan, acompañados de sus guitarras y tambores, en honor del visitante. POR LAS ENCRUCIJADAS DE LA TIERRA SALTEÑA Pero Salta, fundada en 1582 por Hernando de Lerma, es capital de una inmensa provincia que reserva sorpresas sin limites al turista. Si el viajero desea conocer lo más recóndito de la tierra salteña deberá abandonar la capital y viajar hacia el interior. Así lo hicimos nosotros, y a f e que repetiríamos las incomodidades de un viaje de casi 500 kilómetros por carreteras de tierra sin asfaltar. Porque merece la pena adentrarse por las encrucijadas de esta provincia escasamente poblada- -poco más de medio millón de habitantes y una superficie equivalente al doble de Anda- lucia- -para conocer la belleza agreste y la soberbia naturaleza de este rincón de América. Salta dista de Cafayate 185 kilómetros y el viajero no olvidará fácilmente lo que sus ojos contemplan en esta primera etapa con sus vides y bodegas famosas, comienzan los parajes desérticos, los valles inmensos, las torrenteras yertas, los lecho: desecados. Aldeas dormidas en su historia De vez en cuando alguna vivienda indígena Vicuñas y hatos de cabras ramonean junfc a los ranchos primitivos construidos di adobe, confundidos con el color de la tie rra, mientras algún sauce desploma su ío llaje junto a un hilo de agua. Y de nuev- el desierto, pespunteado de cactus que s pierden en el horizonte o trepan por algún; ladera sin sombra. Nos desviamos del camino para visitar 1; antigua villa de Molinos. Su iglesia, d puro estilo colonial del siglo XVII, destac entre las construcciones de adobe por su encalados muros y su brillante cúpul blanca. En esta iglesia se custodia el sai Vista panorámica de la ciudad de Salta, desde ia torre de la igles de San Francisco. La remota localizaoión de esta provincia, en el a oeste argentino, na preservado muchas de sus tradiciones español del viaje. La carretera discurre por los valles calchaquíes, horadados durante milenios por el rio Calchaquí. 1 cronista se sumerge en el espectáculo de la naturaleza violenta que le rodea. Bocas esculpidas por siglos de erosión; quebradas sobrecogedoras; la soledad infinita de las dunas; la serena presencia, al fondo, de las cumbres nevadas. Colores indefinibles en las laderas de los cerros: rojos, ocres, morados, en combinaciones cromáticas inusitadas. BARRANCOS, HELÉCHOS Y ROCAS En el fondo de los barrancos, el río, poco tumultuoso en esta época del año, serpentea mansamente entre frondas trémulas de heléchos. La roca adopta formas caprichosas. Aquí, el Sapo inmensa efigie telúrica de un batracio cuasi mitológico al borde del camino; más allá el Castillo con sus imponentes almenas pétreas suspendidas sobre el techo del río; detrás las Montañas Coloradas, como un impresionante telón de fondo. Pero quizá el espectáculo más imborrable de este peregrinaje por los senderos de la erosión sea el denominado Anfiteatro un enorme pozo de casi cien metros de altura, horadado en la montaña Dios sabe cuántos siglos atrás por una cascada hoy inexistente. En su interior el visitante se imagina bajo la cúpula de una catedral, con el suelo tapizado de guijarros pulidos por milenios de agua barbotante. En este escenario inverosímil el orfeón juvenil de Salta- -la mancha roja de los ponchos recortada contra el ocre muro de la chimenea rocosa- -ofreció un recital inolvidable de aires sáltenos, que la sonoridad del recinto centuplicaba en bellos y singularísimos matices. LOS CASÓNOS DEL DESIERTO Cafayate es reposo obligado en la visita a los valles calchaquíes, Pasado Cafayate, cófago con la momia del general Nicolás Isasmendi, ultimo gobernador español i Salta. Y una sorpresa para el cronist el párroco es un sacerdote español, al q encontramos leyendo la edición sanar aérea de A B C: el padre Emilio San R man, jesuíta, oriundo de Puebla de San bria. HACIA LOS ANDES 1 viaje prosigue mientras el sol, en cénit, niega incluso la sombra a los esbt tos cactus. Nueva etapa: Cachi, con sal colonial en sus callejas perdidas. Y, en horizonte, las moles nevadas de los And Desde ese momento el panorama camh La carretera trepa por la Cuesta del Ob pe, suspendida a 3.720 metros de altitu flanqueada por imponentes montañas un color negro jamas contemplado... Excursión tan penosa resulta, sin emb go, reconfortante. La naturaleza salte se nos ofrece virgen, no violada por mano del hombre. La polvorienta carret es apenas un sendero de tierra que va ríos y por la que circulan escasos vehí los al día. La soledad y la belleza de es parajes bien merecen visitarse. Así lo han entendido las autorida turísticas argentinas, dispuestas a pro clonar estos lugares de cara al turis nacional e internacional. El noroeste gentino está siendo objeto de un p piloto para difundir las bellezas naturi y darlas a conocer al turista itinera Para ello se estudia conjuntamente la i moción de los atractivos locales y los p blemas que plantea la conservación y at so a tan singulares parajes. Salta, con sus paisajes, sus gentes, folklore y su pasado lleno de evocaci queda atrás. Pero su huella perdura itp rrable en el viajero. Joaquín AMAD