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ABC MADRID 17-10-1972 página 23
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  • EdiciónABC, MADRID
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TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN O no sé de quién es la culpa- -o el mérito- -de que el mundo actual ande tan revuelto: si de Marx o del Che Guevara, o, por último, de Cristo. He un salto, con caracteres de sismo, hemos pasado de la recitación y canto monocordes del Credo a la crisis del catolicismo: De otro salto hemos salido de la adormecedora proclamación homilética dominical a los evangelios molestos del juramento antimodernístico del Sylabus, en la toma de posesión de los párrocos, a los Manifiestos más enfáticos y acusatorios de los 33 teólogos de más peso y prestigio en el mundo de la teología; del largo monólogo autoritario al diálogo que sube de tono y rebaja o nivela títulos. Y el salto ha provocado el sobresalto. Y el diálogo, en la casa de mi Padre, por falta de entrenamiento, ha armado la batahola y creado otra nueva confusión de esta Babel de la ciudad secular, y como resultado práctico ha dado a luz la contestación Y los contestatarios son los nuevos predicadores y misioneros de una nueva maniera de hacer teología Este nuevo quehacer de la teología encarnada y ligada al compromiso es lo que se llama hoy en día Teología de la liberación. Ya hace unos años que el cine y la novela, con muy desiguales resultados, han hecho varios intentos y realizaciones de conquista de ese reino de Dios en la tierra y de sus instauradores y servidores los sacerdotes y cristianos comprometidos. Recordemos, por vía de ejemplo, a Passolini, el comunista, en su Evangelio según Mateo Algunos críticos dijeron que esa versión del Cristo líder y revolucionario de Passolini era el evangelio según Marx No sé. Lo cierto, para mí, es que el Cristo duro y exigente de Passolini está a muíhas millas teológicas y reales del Cristo de ¡La Historia más maravillosa y mejor contada del cinerama americano. En el teatro, la obra de Samuel Becket Esperando a Godot dio pábulo a muchas y contrarias interpretaciones. Muchos creyeron ver en la obra del Nobel irlandés una caricatura de su fe y de su esperanza, inútiles frente a las injusticias de la vida, y la tildaron de obra absurda: Pero yo pienso que el absurdo de esperar a Godot no es el que no se sepa quién es Godot, sino el haber perdido la fe y la esperanza en él. Bastantes años antes que Becket, Antonio Machado, haciendo un poco de teólogo de café, ironizaba al decir con socarronería andaluza: ¿Y hemos de renunciar a Cristo porque también lo esperan los sacristanes? Lo malo seria que la crisis de fe hubiera alcanzado a los sacristanes, con su pequeña cuota de escándalo. Y ahora, en novela, el festivo Bruce Marshall nos entrega El Obispo la más desinhibida y despreocupada novela de la vida de los consagrados a Dios. ¿Qué nos está revelando esta panorámica de cuestionamientos, contestaciones, desmitización del hombre frente a Dios, frente a su fe en El y su conducta y modus operandi Oigamos, mejor, al más sobresaliente de los teólogos de la liberación, el peruano padre Gutiérrez: No se trata de elaborar una ideología justificadora de posturas ya tomadas, ni de una afiebrada búsqueda de seguridad ante los radicales cuestionamientos que se plantean a la fe, ni de forjar una teología de la que se deduzca una acción política. Se trata de dejamos juzgar por la Palabra del Señor, de pensar nuestra fe, de hacer Y En el teatro, la obra de Samuel Becket Esperando a dio pábulo a muchas y contrarias Interpretaciones, creyeron ver en ia obra del Nobel irlandés una earioatura su fe y de su esperanza. (En la Imagen, una escena de ia más pleno nuestro amor, y de dar razón de nuestra esperanza, desde el interior de un compromiso que se quiere hacer más radical, total y eficaz. La vieja relación escolástica fe- ciencia se sitúa ahora, por estos neo adelantados del Reino de Dios, en la praxis histórica, en el contexto fe- sociedad y en el de la consiguiente acción liberadora Para el padre Gutiérrez, como para todos los partidarios de una fe y una teología comprometidas, la historia es un proceso de liberación del hombre. Esto implica- -nos dirá en su texto Teología de la liberación -no sólo mejores condiciones de vida, un cambio radical de estructuras, una revolución social, sino mucho más: la creación continua, y siempre inacabable, de una manera de ser hombre, una revolución cultural permanente. Esta Teología de la liberación desecha como inservibles las verdades establecidas de la venerable teología escolástica, y convierte a la Verdad en Camino, en búsqueda ansiosa, en interrogación y, sobre todo, en compromiso con la praxis cristiana De tanto señalar al creyente la tierra y las situaciones conflictivas que circundan y aprietan el cerco de su fe; de tanto mirar al hombre hacia adentro, de tanto humanizar a Dios, diríase que se olvida del cielo, de su vocación divina, de su aspiración a las cosas de arriba Pareciera que esta Teología quisiera perder el cielo para ganar la tierra; que el mi reino no es de este mundo lo haya corregido y ensanchado, también, a este mundo. Pero es una cosa lógica en este tiempo de desacralizadón y de secularización los dos neologismos turbadores de conciencias y las dos pistas en las que no corren los nostálgicos de una fe y una esperanza seguras pero inmóviles. Es lógico porque esta Teología está hecha para el hombre nuevo y sus nuevas creaciones, para el buscador de respuestas satisfactorias en ese marco universitario de las ciencias humanas para ese lector insatisfecho del Azar y la necesidad Y ese hombre nuevo ha, arrumbado, con un mohín de desencanto, el viejo Astete como vademécum de verdades eternas no apto para estos tiempos, y como no le ha encontrado reemplazante busca a ciegas, a tientas con su duda, los nuevos caminos de Dios. No es que hoy no se crea en Dios. No es que hoy Dios no hable ni se revele al hombre, sino que el Dios que habla y se revela al hombre lo hace de una manera diferente de como lo hizo con nuestros padres; lo hace de manera actual. Mariano Grondona, en un artículo Interesante de Visión Sobre el contenido religioso de núes tiempo decía: Hay un nuevo vacío: e slas y ausencia de religión. Si las relig nes tradicionales mpVtftn su renovad suya será la respuesta. A las teologías de las realidades terrj tres del desarrollo de la política y la revolución hoy cachicas, como qu dice la prehistoria de esta otra teolof sucede el proceso actual de la liberad Yo la llamaría la Teología del Tercer Mi do. Aquí ha nacido como un grito de in pendencia, como un nuevo evangelio hombre americano, como la señal o bi dera de la esperanza en una redenc continental. Y se habla, aquí en Amér del eje opresión- liberación donde t el conflicto y la problemática del sub sarrollo gira alrededor de este eje. La peranza de muchos pastores, y entre e obispos también comprometidos y de guna parte del rebaño o pueblo de I hispanoamericano, está puesta, peligre mente quizá, en la fe en el comproa revolucionario Si en la teología del sarrollo el nuevo nombre de la paz precisamente, el desarrollo ai la te gía de la liberación el nuevo hombre la justicia es la liberación Y esta liberación ha sido proclam valientemente en el reciente encuentn cristianos por el socialismo celebrado Santiago de Chile en el mes de mayo ce el compromiso con los pobres, los o nudos y la clase trabajadora como consecuencia, también de una profundi de la fe que profesan Sólo que por fe en el compromiso revoluciona aprende el cristiano a vivir y a en términos conflictivos o hist descubre que el amor transforma vive en el antagonismo y el e n f r e n j miento Ese antagonismo hace pensar en lai nía unamuniana en que toda la fd torna lucha, insomnio de vigilia, mala che pasada hasta la vuelta del Esposo, ro es que esta teología de la libera se ha puesto del lado de los revolucii ríos, de los Camilos Torres y- Che Guevs para que el uso que se hace de la no siga paralizando su fuerza evang liberadora Yo lo he proclamado co convicción del predicador: los malos tianos hacen los buenos marxistas. A se busca que los buenos cristianos o por la revolución y muy especial en v tro Continente, donde es tan import la fe cristiana en la masa popular lo advertía el Che Guevara en sus rías. Alonso ESCi

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