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ABC MADRID 05-10-1972 página 129
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ABC MADRID 05-10-1972 página 129

  • EdiciónABC, MADRID
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¿VA A LA ESCUELA DON QUIJOTE? EN TORNO AL RALLYE DE OVIEDO Poniendo punto final a los comentarios suscitados por las circunstancias que concurrieron en el accidente sufrido por Eladio Doncel y Antonio G. Mantecón, en el Rcdlye de Oviedo, publicamos los párrafos más importantes del escrito que ambos nos remiten. S S ERIA una Ingenuidad considerar hoy nomo nuevo aue el Impresionante valer de la famosa obra de Cervantes se convirtió en un símbolo doble: por un lado, es una genialidad Internacional el personaje, emocionadamente pintoresco: mas al mismo tiempo todo el que hable castellano percibe también la genialidad por el idioma. Tanto es así Que el que no lo supo percibir personalmente con respeto lo acepta en los demás. Como había cierta emoción patriótica, en España directa, alguna vez se impuso su lectura en la escuela, y asimismo en Méjico, porque según nos dijo el famoso Vasconcelos en un prólogo publicado en 1924 pensóse que se podría hacer una gran edición infantil del Quijote para regalarla por todo el país, y en efecto: pudimos arreglarnos con una casa española, que nos ha vendido 50.000 ejemplares muy aceptables a un precio extremadamente bajo ¡Ah! Pero es el caso que primeramente en España se dieron cuenta de que no era lo más apropiado para el niño: haría falta que el profesor lo explicase; por consiguiente, quien interpretaba el libro era un criterio ajeno. El niño no recogía esta obra simbólica con la emoción directa que es de desear: se le ponía un tercero por medio. Y tras una campaña en la que uno de los más tenaces fue nada menos que Unamuno- -que jamás pecó de cervantista tibio- en España decidieron suprimir la obligación de esa lectura escolar. Pensemos en el niño. El hondo humorismo de esta obra famosa- -que acaso sea más justo justificarlo como la más sutil ironía- -va por dentro y en cambio con lo que el niño se ríe es con el humor en que puedan tener su injerencia ciertas burdas payasadas movidas, que no siempre son burdas, que no deben serlo, que estamos obligados desde luego a que no lo sean. Tampoco percibe esa luminosidad que ofrece cada palabra, cada frase certera, justa, con emoción exacta y sabor clásico, cuando lo vamos acariciando con nuestra imaginación y lo encontramos encajado en el párrafo por la genialidad de aquella pluma. Existen en esa obra muchas palabras que parecen encenderse en el momento de pasar por nuestra sensibilidad sobre la oración gramatical. Tal valor fue el que íes supo dar Cervantes cuando su emoción lexicográfica acertó a colocarlas allí; pero, además, ¡cómo han quedado con la caricia de su antigüedad! La obra lleva ya viva cerca de cuatro siglos, y si meditamos sinceramente respecto al idioma no es ya la obra más adecuada para borrar los vicios más o menos regionales de España ni de los patees donde se cuidan los aciertos del lenguaje. Suena bien, pero nada menos que Menéndez Pidal, presidente de la Real Academia de la Lengua, comentando el Quijote nos dice entre otras cosas: Hoy el estilo común es menos genial, pero más atiiaado que en los siglos de oro y para confirmarnos que no es acertado aprenderlo en esa obra nos cita algunos párrafos. Sin embargo, no pierden la emoción del honda sonido. ¡Qué intencionados son. los diálogos de Don Quijote y Sancho! Pero a veces tan sutiles que apenas le puede quedar nada al lectorcito: sólo alguna que otra socarronería del gordo ¡y las estampas! eso sí. Casi podría decirse que al niño le sucede lo que a Don Quijote: que mejor preferiría que los molinos fuesen gigantes de verdad que pura imaginación, y en fin, que las conversaciones tan sutiles se convirtieran con más frecuencia en sucesos fáciles al infante. Después de todos los comentarios aue acabamos de hacer la sinceridad confiesa cierta preocupación. En efecto: desde su temprana edad escolar el niño debe tener conocimiento de que Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza le esperan para cuando sea un poco mayor. Pero debe hacerse con referencias muy ligeras, sin abrir prejuicios de interpretación personal. Que la semilla sea esa estampa de los jinetes sobre Rocinante y el rucio, sembrada para el mañana de todos los colegiales de nuestro idioma. ¡La estampa, la estampa! Acaso frente al dibujo se les podría decir simplemente: ¿Ves? Este de la lanza es Don Quijote de la Mancha. Va montado en un caballo que se llama Rocinante Y este hombre gordo que va en el burro se llama Sancho Panza. ¡Ya verás, ya verás un día todas las cosas que les pasaron a Don Quijote y Sancho Panza! Ahora bien: no sé si estaré de acuerdo con alguien más que conmigo mismo. ANTONIORROBLES IN otro propósito que el de hacer resplandecer la verdad sobre lo ocurrido en el Rallye de Oviedo, en el que sufrimos un grave accidente, puntualizamos la crónica del corresponsal de A B C en Asturias, que transmite los puntos de vista de un portavoz no identificado en la información. Dice el citado portavoz de la organización que el Rallye se disputó estando dos médicos de servicio en la carretera. Desconocemos la presencia de estos facultativos y nos ratificamos en nuestra declaración anterior de que no llegamos a conocer a los citados médicos ni fuimos atendidos en ningún momento por ellos No recibimos otra asistencia que la que espontáneamente nos brindó don Senén Rodríguez y el doctor Cofiño, de Lugones, el cual no pertenecía a la organización, como quedó aclarado. Desmentimos igualmente el siguiente párrafo: Prueba de la eficacia de la organización sanitaria del rallye ovetense es el hecho de que habiendo ocurrido el percance a 18 kilómetros de la capital asturiana, tanto Doncel como Mantecón estaban hospitalizados en el General de Asturias sólo treinta y cinco minutos después de haberse estrellado La eficacia y rapidez se debió, repetimos, a las gentes que espontáneamente nos atendieron y- trasladaron en dos Land- Rover particulares, sin que hiciera acto de presencia ningún miembro sanitario de la organización. A estas gentes y al excelente personal facultativo del Hospital General de Asturias debemos el haber sido atendidos con tanta diligencia. Si hubiesen estado de servicio en la carretera dos médicos se habrían presentado, al menos, posteriormente en el hospital durante los veinte días que estuvimos internados, cosa que no sucedió. Insistimos igualmente en el punto no desmentido por el portavoz de la organización de que no había ambulancias de servicio en el rallye. Nuestro vehículo no chocó contra ningún árbol, como dice el portavoz de la organización. Solamente dio varias vueltas de campana en un prado, quedando detenido en un montículo. Esto también demuestra el desconocimiento de los organizadores sobre las circunstancias de nuestro accidente. Finalmente, nuestra opinión de que existen en España demasiados rallyes puntuables para el Campeonato es compartida por muchos pilotos, que asiduamente siguen el citado Campeonato. De ahí que solicitáramos la reducción de las pruebas puntuables para que queden en el calendario aquellas cuya organización es verdaderamente impecable y cuenta con te. debida asistencia sanitaria y rigor en la selección de tramos cerrados.

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