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ABC MADRID 05-10-1972 página 3
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ABC MADRID 05-10-1972 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO PRENSA SOCIEDAD M POR ESPAÑOLA, ANÓNIMA I D ADR FUNDADO EN 1806 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABRA que empezar por negar a la mayor parte de los turistas verdadero derecho a llamarse así. Pienso en muchos de los que vienen a nuestras costas soleadas a broncearse y a disfrutar del veraneo español. Les importa poco ver el paisaje que tienen ante sus ojos ni saber algo de las personas y cosas que les rodean. El primer turista fue, sin duda, Solón, me decía el otro día, con mucha razón, Eugenio Montes. -Cuando el poeta y político que fue Solón estuvo en Egipto, contestaba a los que inquirían el motivo de su viaje diciendo sencilla y llanamente: He venido a ver. Esta parece la definición auténtica del turista. El que viaja para conocer paisajes foráneos, hombres extranjeros y recrearse contemplando los monumentos, palacios y museos varios que se le ofrezcan. Solazarse también estudiando las costumbres indígenas. Claro está que muchas veces se combinan propósitos de política, de diplomacia o de ejercicio del comercio con el conocimiento de los países recorridos. Desde los más remotos tiempos el hombre se ha interesado por la existencia de la vida y sus formas en los pueblos. Entonces predominaba la dificultad del viaje. Las gentes tenían que imaginar cómo eran los países lejanos y sus habitantes. Los escasos viajeros tenían una categoría sustantiva por el mero hecho de viajar. En el siglo XIX, con la invención de la máquina de vapor aplicada a la locomoción, al barco y al ferrocarril, las posibilidades viajeras aumentan considerablemente. El pensamiento, siempre anterior a la acción, nos da el primer viaje alrededor del mundo en ochenta días con la imaginativa pluma de Julio Verne. Observa agudamente Ortega y Gasset que el europeo ha sido siempre viajero y curioso de los nuevos horizontes, pero el asiático y el africano han vivido siempre inmunizados por su estabilidad en los grandes espacios que habitan En cambio no puedo estar de acuerdo con Ortega en su pesimismo sobre las consecuencias de las facilidades de tráfico mundial, que nos han traído el automóvil, primero, y el avión, después. Lejos de ser cierto que se haya aumentado el odio entre los hombres por el turismo creo que éste es el factor que más ha contribuido a la mutua simpatía humana y a la convivencia de las gentes. Lo que sí es cierto es el contraste que existe entre las posibilidades materiales de viajar y la realidad de unas fronteras insalvables establecidas por el sectarismo de los países marxisfas, enemigos de las libertades naturales humanas. Entre los viajeros los escritores son, sin duda, los más despiertos e interesan- ABC tes. Así ocurre con los viajeros romántimos por España. La visión de España que nos dan estos viajeros es valiosa y muy veraz casi siempre -dice el duque de Tovar en un libro, amenísimo, sobre el tema, recientemente publicado- El encanto de los libros sobre viajes es que, generalmente, están escritos con ingenuidad y con simpatía. Algunas veces, sin embargo, con prejuicios, como aconteció con muchos de los Viajeros románticos por España Tal acontece con Próspero Merimée, que hace caso omiso de la descripción de los monumentos cuando visita Valencia, en 1830, y en cambio dedica muchas páginas a relatar la ejecución de un majo condenado a muerte por el asesinato de un guardia que le impidió entrar en los toros sin billete. En cambio Teófilo Gautier hace una descripción detallada y gratísima de Valencia. Tampoco hay que desdeñar la pluma viajera de Merimée, muy estimable, por ejemplo, cuando escribe sobre Aranjuez, Madrid y la gran Fiesta Nacional. Señala curiosamente que a los españoles cultos, de entonces, les avergonzaba ser aficionados a los toros. Lo contrario de lo que sucede hoy día, donde una buena parte de nuestros intelectuales no solamente son entusiastas de la Fiesta, sino que presumen de serlo y hablan de toros con conocimiento y sabiduría. Volviendo a Gautier hay qué decir quefue el más inteligente de los viajeros románticos. Viene a España atraído por lo exótico, como sucede con los viajeros, pero guiado por la simpatía. Quiere ser sincero, lo consigue, dibujando con delicadeza la imagen que la España visitada le suscita. Hace honor a la comida española, tan injustamente maltratada por Alejandro Dumas. Las bodegas jerezanas le impresionan y, según parece, bebió sin mesura los caldos jerezanos con que le obsequiaron los Domecq. Adolece de la obsesión orientalista, que padecen estos REDACCIÓN, ADMINISTRACIÓN Y TALLERES: SERRANO, 61- MADRID H DISQUISICIÓN SOBRE EL TURISMO Abra mercados a sus producios anunciándose en la Edición Semanal Aérea de ABC. escritores franceses imaginando en todas partes huellas árabes, muchas veces inexistentes. Pero Gautier nos desvía del propósito comentarista del turismo. El comercio ha llevado anejo muchas veces afanes turísticos. Borrow viene a España para vender Biblias, pero sin duda abrigaba también el propósito de escribir sus impresiones españolas en un libro. Los diplomáticos han sido pocas veces buenos turistas. Es decir, no han sabido ver o no han querido ver. Debo a un diplomático la anécdota despiadada de un secretario de Embajada que, después de cinco años de misión, de vuelta en Madrid, requerido por sus amigos para conocer sus impresiones sobre China- contestó lacónicamente: China, buenos sastres. Naturalmente esta anécdota no es ejemplar, sino caricatura. Muchos diplomáticos han sabido describir lo que han visto, y alguno escribir páginas admirables sobre sus viájls, como Agustín de Foxá. Hoy día favorece el turismo la abundancia de literatura y conocimiento previo sobre los países que vamos a recorrer, suministrados por libros, periódicos y propaganda. Lo que más ayuda a disfrutar la visita de un pueblo es una compañía inteligente y enamorada de su rincón. Tal acontece en ese pueblo gaditano de excepción que se llama Arcos de la Frontera. Jesús Cuevas, escritor eruditísimo en historia gaditana, es un cicerone admirable en la v i s i t a árcense. Realmente es mucho lo que hay que ver en Arcos, pero se multiplica el interés acompañado por nuestro amigo. El príncipe de Ligne, que fue embajador de Bélgica en España hace algunos años, visitó Arcos acompañado de Cuevas. La visita duró un día y el embajador quedó insatisfecho. ¿Cuánto tiempo necesitaría para conocer Arcos, amigo Cuevas? Impertérrito, contestó Jesús: Embajador, siete años. Desde luego es preferible dedicar siete años a conocer Arcos que visitar en cirlfco días Perú, Brasil, Argentina y Chile, como ofrecía la propaganda de una agencia de viajes que cayó en mis manos. De cualquier modo es indudable que uno de los medios más gratos a la condición humana para conocer hombres, cosas y países es viajando con los ojos abiertos y mesuradamente. Esta parece que debe ser la definición que convenga mejor al turista. Pero tampoco puede oponerse nada grave a que haya gente para los que el turismo signifique solamente disfrutar del verano bronceándose la piel y cerrando los ojos al sol o velándolos con gafas oscuras. Sin embargo, verdadero turista será el que diga como Solón: He venido a ver. EL CONDE DE LOS ANDES

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