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ABC MADRID 30-09-1972 página 3
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ABC MADRID 30-09-1972 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página3
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EDITADO PRENSA M A D POR ESPAÑOLA, R SOCIEDAD ANÓNIMA FUNDADO EN 1806 POR DON TORCUATO LUCA DI TENA ABC presión de una erudición extraordinaria y, asimismo, nos muestra el agnosticismo más absoluto en la crítica de los autores, desde Grecia hasta nuestra era. No es un libro de metafísica, sino un comentario de lo que nos ofrece la Historia y la Filosofía desde los tiempos más remotos y todo ello escrito a vuela pluma, como si estuviese inventado. ¿Qué es, pues, lo que contiene este libro que en doscientas ochenta páginas nos hace un resumen de cuanto se ha escrito sobre lo que los grandes genios han pensado y divulgado en teorías sobre el ser. el vivir y el pensar? Demasiado pequeño el libro para empresa tan ardua, en una aspiración de síntesis, y como si estuviese escrito para, divertir al lector. Y he aquí el secreto: el estilo es tan llano y fácil que el libro se lee sin querer. Desarrolla en él una crítica de la retórica actual; en el fondo, del estilo. En la crítica literaria es de singular interés; así, por ejemplo, El desdoblamiento psicológico de Dostoievski De éste nos dice: Es un autor que llevo leyendo aún más de cuarenta años, del que escribí un pequeño artículo a los veinte y del cual tengo un concepto que va cambiando con el tiempo. Y esto es muy de Baroja. Aun no cambiando de estilo su pluma no busca la verdad; mas si, por azar, encuentra una verdad no pasa tiempo para rectificarla. Y esto no por espíritu de contradicción, sino porque su pensamiento, muchas veces, busca y no encuentra. Y alguien preguntará: ¿Baroja, como escritor, es un estilista? Yo pienso que tiene un estilo personal e intransferible. Con un léxico que llega a todas las inteligencias y huyendo siempre de lo enrevesado y difícil. Francisco de OOSSIO R E DA C G I O N A D MINISTRACION Y T A L LE RE S SERRANO, 61- MADRID BAROJA Y SU ESTILO UIERO dedicar un recuerdo a Pío Baroja. Cuando yo empezaba a escribir leí las primeras novelas de este autor, en su trilogía del Madrid de aquella época. Estábamos en los albores de la mal llamada generación del 98, cuando aún Azorín no había fijado su estilo personal, que se fue depurando hasta conseguir su perfección. He aquí dos estilos literarios rae podían creerse enemigos, el uno y el otro y, sin embargo, Baroja y Azorín constituían los dos polos literarios de entonces. Yo fui más azoriniano que barojiano, y. a pesar de ello, cuando leí la trilogía de Baroja. del Madrid de aquella época, precisamente lo que más me impresionó de Baroja fue un estilo perfecto en su sencillez y en su justeza. Era como si Baroja, ofreciéndonos una novedad en su entrada novelesca, escribiese tan espontáneamente, en un estilo tan llano y sencillo, tan sincero en la expresión y tan acertado en la síntesis que sus tres primeras novelas que nos ofrecía sobre el Madrid de aquella época se leían como hubiéramos podido escucharlas en una conversación. Yo, sin embargo, siendo como era muy amigo de su hermano Ricardo, que cuando se casó se dedicaba a la agricultura en una finca próxima a Valladolid, le traté mucho, pues era un amigo muy expansivo y simpático. Solamente una vez me crucé con don Pío en Madrid: en las Cuatro Calles, acompañado de Azorín. Iban los dos con pasos lentos, sin hablar. Yo me acerqué a Azorín, pues fui siempre muy amigo suyo, y Baroja, un poco rezagado, no me hizo maldito el caso ni Azorín se entretuvo en presentármelo. Otra vez, en París, en la plaza de la República, se cruzó conmigo y yo no me decidí a abordarle: y no porque me intimidase, sino porque me infundió, no siendo yo tímido, un extraño respeto. Baroja era, pues, un hombre demasiado independiente, que carecía en absoluto de vanidad. En el curso de los años creo que he leído todas sus obras, y alguna de ellas más de una vez. Cualquier novela de Baroja, si se empieza, no podemos dejarla de la mano; y más que por la fábula, por el estilo. En abril de 1919 Azorín escribe un artículo en ABC del que creo recordar el ultimo párrafo. Subraya en este artículo la vida campesina de Baroja en el País Vasco. ¿Influírá esta nueva vida? ¿Qué influencia podrá tener en el gran escritor este apartamiento sistemático, o es que Baroja, que empezó desdeñando los libros, la lectura, ha acabado por reunir una copiosa biblioteca, constituyéndose en un gran lector? Para Azorín. Baroja es el escritor español más personal y rebelde, y así, con sus muchos libros leídos va corroyendo la Historia en virtud de un análisis y, con la Historia, la Literatura, la Filosofía, los grandes y tradicionales conceptos. ¿Qué influencia tendrá en Baroja esta nueva vida? En el año 1924 estuve yo en Buenos Aires. Y en el escaparate de ana librería me sorprendía un libro con el título de Pequeños ensayos de Pío Baroja. No sé si de este libro se han hecho ediciones en España. No sé tampoco si tuvo un gran éxito en aquella República, mas lo cierta es que a mi su lectura me dejó una impresión que no se ha borrado todavía. Creo que este libro es digno de una reedición. Es una síntesis cargada de una erudición que, en su sentido crítico, nos da la im- Q CONTRA LA ASFIXIA DE LAS CIUDADES N pocos años las palabras polution y nuisanees han entrado en el vocabulario de la mayor parte de los países. Y sobre todo en las costumbres, en las reacciones, en el depósito de ideas y de reflejos de los pueblos. El hombre empieza a comprender que la civilización mecánica no le conduce a un progreso indefinido, que males extraordinarios pueden nacer de la abundancia extraordinaria de sus bienes. Esas montañas de tesoros paren montañas de residuos que nos sumergen. Sin necesidad de invocar la guerra atómica, y aun suponiendo que impere una paz eterna, el hombre está condenado. O. más bien, se ha condenado a sí mismo. Es la víctima de su victoria. Ha vencido a los que consideraba sus enemigos: los animales, la Naturaleza. Pero creyendo, orgullosamente, desarrollar su genio daba pruebas de una estupidez supina. Los animales y la Naturaleza eran a la vez el soporte y el amortiguador del hombre. Interponíanse entre el hombre y su enemigo más terrible. Ahora, cuando ya ha reducido a la esclavitud o ha destruido a los animales y a la Naturaleza, el hombre se halla solo frente a su adversario más feroz y estúpido, un adversario que no le concederá cuartel: él mismo. Triunfar sobre los osos, los leones, los tigres, los bosques, los vientos del cielo, las olas del mar era un juego de niños. El hombre ha de lograr ahora lo más difícil; algo que, pese a las recomendacio- E nes de las morales, de las filosofías, de las religiones, no ha podido conseguir jamás: triunfar sobre sí mismo. El Génesis tenía razón en situar el origen de nuestros males en el gesto de la mujer que. siguiendo el consejo del demonio, coge el fruto del árbol de la sabiduría y lo da a probar al hombre. Ahora ya el hombre y la mujer no se contentan con saborear esa manzana infernal. Cortan la rama del árbol colosal sobre el que habían edificado su civilización. AI principio iniciaron la poda con una pequeña sierra mellada. Era el hombre, sobre todo, quien la manejaba. La mujer, cosiendo, hilando, meciendo a sus criaturas, miraba cómo lo hacía. Desde hace unos cincuenta años la mujer ayuda al hombre en la obra de destrucción. Esta pareja diabólica se ha puesto a serrar con una sierra mecánica, l a rama- está a punto de caer. Si se la sierra un poco más se derrumbará de golpe. Job era uno de los hombres más ricos del país de Hus, en Idumea. Para someterlo a prueba Dios le privó de todos sus bienes e hizo recaer sobre él toda, serie de males. Sentados en el montón de basura de nuestras poluciones, echamos pestes contra el Señor, el Estado y los otros hombres, pero nunca contra nosotros mismos que somos los verdaderos, culpables. De toda la familia de las poluciones una de las peores es la potación atmosférica. Las humaredas de las fábricas y de las calefacciones y los gases expulsados por los tubos de escape de los automóviles convierten la atmósfera de tes ciudades en campana de gases asfixiantes. No se nos cae de la boca la palabra moderno Nos creemos prodigiosamente modernos totalmente modernos ultramodernos Juzgamos al pasado con mohín desdeñoso lanzándole la suprema injuria: Superado No tardaremos, sin embargo, en parecer bárbaros, arcaicos, primitivos a más no poder. El hombre de mañana estimará monstruoso y monumentalmente estúpido que el hombre de 1972 haya escupido sus basuras por las fauces de las chimeneas de sus fábricas, de sus aparatos de calefacción de mazut de los tubos de escape de sus coches, en el aire que respiraba. Nos burlamos de la Edad Media, en que se tiraba el contenido de los orinales, por las ventanas, a las calles. Pero nosotros hacemos aún algo peor: tiramos el contenido de nuestros tubos de escape én plena calle. En la Edad Media sólo se arrojaban productos naturales. Salvo en casos de animosidad personal, unos y otros se esforzaban por no vaciar- sus orinales sobre la cabeza de los peatones. Nosotros, en cambio, vaciamos nuestros tubos de escape sobre la cabeza de nuestros contemporáneos, metiéndoles por las narices productos químicos que secretan gases asfixiantes tan tóxicos como los empleados durante la guerra de 1914- 18. Un ingeniero del arsenal de Xarbes (Altos Pirineos) ha inventado una bicicleta eléctrica. La componen, como elementos esenciales, un motor de medio caballo, un piñón de diez dientes y una batería de acumuladores que se carga cada noche con un cargador de cuatro amperes. Su inconveniente, cual el de todos los vehículos eléctricos, reside en las dimensiones y en el peso de la batería. Este ingenio experimental dispone de una autonomía de cuarenta kilómetros y supone un gasto de... setenta y cinco céntimos. También en este dominio los investigadores de una gran marca japonesa de motocicletas andan realizando experiencias. Apostaría yo un millón de yens a que la solución vendrá del país del Sol Naciente. Paul GXJTH

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