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ABC MADRID 27-09-1972 página 115
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ABC MADRID 27-09-1972 página 115

  • EdiciónABC, MADRID
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dentes gracias a los tiros de las ametralladoras, y numerosos ministros del Interior consideran aún la literatura como una cuestión de política interior y, como tal, de su jurisdicción. Los titulares de los periódicos siguen proclamando: Nada de intervención en nuestros asuntos internos Pero no hay ya asuntos internos en nuestra tierra superpoblada, y la salvación de la Humanidad depende de que cada uno haga suyor los asuntos de los demás, de que los pueblos del Este tengan un interés vital por lo que piensa el Oeste, y los pueblos del Oeste tengan un interés vital por lo que sucede en el Este. La literatura, uno de los instrumentos más sensibles del ser humano, ha sido la primera en detectar este sentimiento de unidad grandiosa en el mundo y en hacerle suyo. ESPERANZA Así, yo me vuelvo con confiártziíSjwseia el mundo literario de hoy, hacia estos cientos de amigos a quienes no conozco y que quizá no conozca jamás. Amigos. Tratemos de ser útiles si podemos servir a alguien. ¿Quién, desde tiempo inmemorial, ha constituido una fuerza de unión, y no de división, en nuestros países desgarrados por los partidos, los movimientos, las castas, los grupos? He aquí, en sustancia, el papel de los escritores: experimentan a través de su lengua materna la fuerza principal da. unidad de un país, de la tierra que ocupa su pueblo y, quizá, de su espíritu nacional. Yo creo que la literatura mundial, sn estos tiempos alterados, es capaz de ayudar a la Humanidad a verse tal como es, a despecho del adoctrinamiento y de los prejuicios de los hombres y de los partidos. La literatura mundial es capaz de comunicar una experiencia condensada de un país a otro con objeto de que no estemos en adelante divididos y desconcertados, da que nuestras diferentes escalas de valores puedan al fin coincidir; y sobre todo de que el ciudadano de un país pueda leer de manera concisa y verídica la historia de otro y vivirla con tal fuerza y tal realismo doloroso que se le ahorre así comentar los mismos errores crueles. Acaso de esta manera, nosotros, los artistas, podamos desarrollar uo campo de visión capaz de abrazar el mundo entero: observando, como todo ser humano, lo que sucede a nuestro alrededor e introduciendo ahí lo que sucede en el resto del mundo. De esta suerte estableceremos unas relaciones a escala mundial. ¿Y quién, sino nosotros, los escritores, podrá emitir un juicio sobre nuestros gobiernos (en ciertos Estados es la manera más fácil de ganarse et pan, ocupación de todo hombre que no sea perezoso) y sobre el mismo pueblo, sobre su humillación, sobre su debilidad satisfecha? ¿Quién podrá emitir un juicio sobre las desviaciones desconsideradas de la juventud y sobre los jóvenes piratas que esgrimen sus cuchillos? Se nos dirá ¿qué puede la literatura contra la rueca salvaje de la violencia? No olvidemos que la violencia no vive sola, que es incapaz de vivir sola: está íntimamente asociada, por el más estrecho de los lazos naturales, a la mentira. La violencia encuentra su único refugio en la mentira, y la mentira su único apoyo en la violencia. Todo hombre que ha elegido la violencia como medio debe inexorablemente elegir la mentira como regla. Al principio la violencia actúa a cielo abierto, incluso con orgullo. Pero, una vez que se refuerza, una vez que se ha establecido firmemente, siente cómo se enrarece el aire a su alrededor y no puede ya sobrevivir sin penetrar en una bruma de mentiras, disfrazándolas de dulces palabras. Mo corta ya las gargantas por la fuerza; más a menudo exige tan sólo un acto de adhesión a la mentirá, una complicidad. Un escritor no es ei juez indiferente de sus compatriotas y de sus contemporáneos. Es el cómplice de todo el mal cometido en su país o por sus compatriotas. Sí los tanques de su país han inundado de sangre las calles di una capital extranjera, entonces las manchas rojas marcarán su rostro par; siempre. (En la imagen, una mujer escupe sobre el cuerpo de un corone de la Policía de Seguridad, poco antes de la invasión de Hungría en 1956. El acto sencillo de valentía de un hombre sencillo es rehusar la mentira. Entregúese ef mundo a ella, haga de ella su ley: pero sin mí. Los escritores y los artistas tienen en esto cierta ventaja. Puaden vencer a la mantira. En el combate contra la mentira el arta ha ganado y ganará siempre, abiertamente, irrefutablemerrter n el mundo sntsro. La mentira puede resistir a muchas cosas. No al arte. Y ufta vez que la mentira sea confundida la violencia aparecerá en toda su desnudez y fealdad. Y la violencia, entonces, se huí dirá. Por esto, amigos, es por lo que piens que pedemos ayudar al mundo sn esta coi turbada hora. No excusándonos en no estí armados, no entregándonos a una vida fúti sino entablando la guerra. A los rusos nos gustan, ios proverbios qi hablan de la verdad. Expresan de manei constante y a veces sorprendente la dui experiencia de mi país: Una palabra de ve dad pesa más que el mnudo entero. Alexandre SOLZHENITSIN Premio Nobel de Literatura

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