Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 27-09-1972 página 3
ABC MADRID 27-09-1972 página 3
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 27-09-1972 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página3
Más información

Descripción

EDITADO PRENSA SOCIEDAD M A D POR ESPAÑOLA, ANÓNIMA R I D FUNDADO EN 1906 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC R E D A iC C I O N A DMINISTRACION Y TAL L E R E S SERRANO, 61- MADRID LLÁ, p o r los años cincuenta, en el Madrid que se recobraba apenas del terrible traumatismo de la guerra, un humilde empleado de los servicios municipales de limpieza conoció una cierta boga. Su nombre de guerra era Curva de Cezar con el que aludía a las vicisitudes y alternativas padecidas a lo largo de sus empeñados caminos literarios. Sucedió que, al tresbolillo de su prosaica y menesterosa labor, se había visto inflamado de una súbita iluminación que le empujaba irremisiblemente al mundo de las letras y, de una manera muy concreta, al del teatro. Los cronistas y entrevistadores de entonces, los curiosos, cayeron en torno suyo y, por algún tiempo, Cezar despertó algún interés. Se presentaba como un innovador y a la vez como un preterido, como una especie de apóstol de un arte irredento al que él quería devolver los esplendores clásicos y antiguos. Hacía gala de una inmodestia enternecedora que ni hería ni irritaba. Se declaraba parigual de Shakespeare por la grandeza, de Lope por la fecundidad, y hablaba de que era menester dar la gran batalla contra la rutina teatral, erigido él, por propia designación, en vocero de la buena nueva. El viaje por los espíritus y El regocijante eran, en su opinión, émulos de Hamlet del Fausto de la Divina Comedia y de Don Quijote El veredicto universal no tardaría en acreditarlo así. A CURVA DE CEZAR Cezar hablaba un lenguaje ininteligible unas veces y, cuando dejaba de serlo, pueril, que él decía potenciado por las musas. No sé bien con qué medios logró convertir una pequeña casucha cercana al Manzanares en teatro con cabida para un centenar escaso de espectadores. Externamente era como una barraca de circo diseñada por Gaudí; en su interior se pasaba al patio de butacas a través de una llamada Hostería de las Caracolas, en la que, sobre la escayola, los azulejos y la cal, a falta de otras materias más nobles, se dibujaban diversas alegorías alusivas a su arte. Ese fue su momento más alto. Quienes iban a oírle y a ver de qué se trataba encontrábanse con un hombre magro, de mirada brillante, de ajustada piel, muy moreno, apenas remontados los cuarenta años, que, al alimón con sus discípulos, a los que había infundido una fe ciega y casi mística en su talento, recitaba unos textos complicados y desconcertantes. Manuel San- ia que me describía su estado de salud y su situación económica y que concluía chez Camargo, el admirable Sánchez Cacon esta posdata, desgarradora: Peor margo, que tenía un alma encendida e ingenua, me llevó allí una noche: salí que no estrenar es la soledad. Aquel con una mezcla de asombro y de tris- autor nonnato, que había llamado a la teza. Aquella experiencia hubiera podido puerta de todos los empresarios nacionaser la de un nuevo teatro naciendo en les negativamente, adivinaba que, más allá las catacumbas y destinado a ganar, más de las amarguras profesionales, existía tarde, fama y autoridad; pero desgracia- otra, humana, superior a todas: la de la damente no era nada de eso, sino una soledad. Esta carta venía firmada con su simple elucubración de una mente ator- nombre completo, Desiderio Cezar Fermentada por nobilísimas ambiciones, aun- nández, que yo leía por vez primera, y que desasistida de los valores necesarios completada con una ficha sumaria para para triunfar. Así, poco a poco, aquel declarar su edad, 63 años, y su domicilio escenario fue despoblándose y Cezar per- en la buhardilla 74 de la calle de Sandiendo creyentes. De pronto, un día, la tiago el Verde. Cezar me suplicaba que riada del Manzanares arrastró su peque- le remediase sus males en la medida de ño falansterio. No fluvial, ni líquida si- lo posible y, sobre todo, que le ayudase quiera, porque el pobre Manzanares nun- a obtener del Ayuntamiento el certifica ca dio para tanto ni en sus horas de có- do de pobreza indispensable para ingrelera, ...es falsa la causal y el argumen- sar en una de las beneméritas entidades to- -de que en las tempestades t e n g o que la Diputación Provincial ha montabrío... cantó Lope. La riada fue sim- do para ayuda y socorro de los ancianos. La carta me K persiguió por los diverplemente administrativa y pseudomum. r r, j, cipal. Las líneas capitales de ciertos pla- sos domicilios veraniegos sin llegar aimí hasta la primera semana de septiembre. nos pasaban sobre el teatro y éste fue Apenas recibida, encargué a persona de derribado. Sucedió así en 1963. Cezar no mi confianza en Madrid que fuera a verse amilanó. Se retiró a su pueblo natal, le y que le llevase, junto con una pequeña Torrubia del Campo, a tomar ímpetu; re- ayuda material, la seguridad de que, a mi vivió una noche en el Centro Catalán regreso, trataría de enjugar su dramática con La Balada del fontanero sus pre- crisis como mejor pudiese. Esa misma carios laureles, y después desapareció. persona me telefoneó a las pocas horas De cuando en cuando, a partir de en- diciéndome que Cezar había muerto el tonces, en las vallas de los solares de las 2 de septiembre o, por lo menos, había esquinas más inesperadas aparecían unos sido enterrado ese día, cuando los vecarteles hechos a mano que anunciaban cinos, extrañados de no verle salir de la otra vez Curva de Cezar, pero eran los buhardilla, avisaron a las autoridades, que postreros signo de alguien al que el des- lo encontraron cadáver ya, abandonado, tino hundía, poco a poco, inexorablemen- en el pequeño refugio donde buscó cote, en la nada. bijo en sus postreras jornadas. A últimos de agosto Cezar me dirigió Si escribo estas líneas es porque tena mis señas de Madrid una carta angus- go por seguro que cuantos hayan estiosa, escrita con una letra vacilante, en tado cerca o lejos, alguna vez, de ese ser patético se sentirán conmovidos por este relato. Las cuatro humildes tablas del féretro que se llevó a Cezar aprisionaban los restos de un hombre que soñó con la gloria, que se creyó predestinado a un fulgor que no le llegó nunca y que se extinguió en la miseria y en el olvido. Escribo emocionadamente estas líneas de réquiem a su memoria, por si en sus lectores suscitan una lágrima, una oración, un recuerdo, un minuto de Kempis que le sirvan de corona. Joaquín CALVO- SOTELO De la Real Academia Española

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.