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ABC MADRID 22-09-1972 página 15
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ABC MADRID 22-09-1972 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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I T NA mesa es una J personalidad, una mesa es un estilo. C a d a escritor tiene su mesa de trab a j o- -que no tiene por qué ser una mesa solemne y rumbosa- -y, en parte, a tal mesa corresponde tal prosa y h a s t a un peculiar estilo literario. H a y muchas cosas en la vida de un escritor- -no sólo la educación y la formación- -que condicionan una manera de pensar y de sentir. El escritor está ubicado en una realidad y en un ambiente que es la fuente de su inspiración y de su e x p r e sividad. A tal mesa tal literatura. tema, según el estado de orgullo ó de decepción, según el pulso de la propia mano, según el libro provocador o la revista retadora que estuviera sobre la mesa. Y lejos como un martillo que llamara a guerra los gritos de envidia, las lamenta c i o n e s de siempre, los gritos de impotencia, los falsos aplausos. Y don Miguel de Unamuno, sobre la mesa, como sobre un yunque, forjando una nueva visión, una nueva conciencia, una nueva moral, un n u e v o ejemplo. La mesa es la polémica, es el estudio Es fácil imaginarse docto, es la metáfora en esta mesa rotunda esculpida y fraguada, y medio catedrática, es el borbotón de pamedio frailuna, parte severidad y p a r t e labras hecho yesca y crispada soledad, es luego llama abrasafácil imaginarse toda dora. La imaginala tensión de pensación sólo a fuego tram i e n t o y de sentibaja -solía repetir miento del gran Don Unamuno- Y tamMiguel de Unamuno, bién, cómo no, al lado el ejemplar tan fabude la mesa, al alcanloso de nuestra histoce de la mano, una ria. En esta manera gran papelera, el rede dialéctica y lucha medio para los paperacionalista no está les que distraen o esausente el ens a l m o torban, los papeles poético y la embriaque a veces insultan, gadora voluptuosidad. que a veces también Es más, en esta mesa elogian sin sentido. se descorchó anárquicamente mucho huEs una mesa de mor del género sarmístico, como le llacástico y hasta ese límaría. Pigueiredo, pemite paradojal de las ro un misticismo en pajaritas de p a p e l laberinto purgatorio; aladas bagatelas somística que suplantabre el rígido tablero. ba a la utopía cuan (La cocotología era do la utopía se con Es fácil imaginarse en esta mesa rotunda y medio catedrática, mepara Don Miguel una dio frailuna, parte severidad y parte crispada soledad, es fáoil ima- vertía en trivialidad; ciencia más intriganginarse toda la tensión de pensamiento y de sentimiento del gran don utopías inventadas Miguel de Unamuno, el ejemplar tan fabuloso de nuestra historia. sobre la marcha para te que la escolástica de los silogismos. la salud del espíritu, Parece ser que fue en esta mesa de ca- cosas, de Baroja. Aquí tenemos la mesa es- y tanto como el individual, el coledáívo milla donde el genial Unamuno recibió el cueta, altanera en su sencillez, de Don Mi- Misticismo en profecía; profecías agresinublóri paralizador de la muerte. Be allí, de guel de unamuno, el díscolo revolucionario vas, conciliadoras también; profecías jusaquí, fue llevado prácticamente al le- más incitante, noble y creador de los úl- ticieras siempre. cho ya indescansable de la mortaja. Y to- timos lustros literarios. Mesa rebelde para Y mesa, también (es inevitable no recordo se acabó o todo comenzó de nuevo, o destripar odios, mesa para volar a la an- darlo) para que bailen su travieso vuelo, su al menos de otra forma. Testigo se dice que siada y huida inmortalidad. frustrado vuelo las pajaritas de papel, esos fue el profesor Aragón, que estaba converLuz recta y precisa de una tulipa que pájaros sin pulso, pero con cierto calor husando con el maestro y que durante algún sube y desciende según la necesidad del mano porque salían unos detrás de otro, rato creyó que se había traspuesto un poco. trabajo, el ventanal abierto a unas macetas una detrás de otra, grandes o pequeñas, de No estaba dormido y cuando quiso darse que tamizan un tanto la curiosidad tran- unas manos unamunescamente humanas. cuenta de que estaba muerto pudo compro- seúnte en la remansada, piedra salmantina, Una mesa de trabajo para morir. Porque bar que las zapatillas, una al menos, la donde hasta los pasos podían ser una se- don Miguel de Unamuno murió sobre el tenía quemada por el cisco del brasero. Era ñal de quietud. Luego, abajo el tibio calor yunque de sus cuartillas, quemándose los el 31 de diciembre de 1939. del brasero con su manto protector para pies sin sentirlo, porque el corazón le ardía Hasta ahora han sido altamente revela- las piernas que se congelan en el frío que en otras hogueras y de otros fuegos. doras las manos de los pensadores y escri- la ciudad escarcha. Una mesa lindamente castellana para Y después a pensar y a escribir, a escribir una prosa rigurosamente castellana, mesa tores, pero no lo es menos la tabla donde se apoyaron no sólo las manos, sino las alas conforme salta el pensamiento, a seguir es- donde cabía justo el ajedrez y también la del alma del artista. Recuerdo la mesita cribiendo conforme el sentimiento aprieta. Biblia. Mesa para el tiempo que pasa y para tenue y frágil de Azorín, recuerdo la mesa A escribir a caño suelto o contenidamente, el misterio de la eternidad. austera y larga, muy revuelta de papeles y según la pasión rabiosa o la melancolía del j L. C A S T E L L O- F U C H E

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