Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 19-09-1972 página 3
ABC MADRID 19-09-1972 página 3
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 19-09-1972 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página3
Más información

Descripción

E D I T A D O POR PRENSA ESPAÑOLA, SOCIEDAD ANÓNIMA MADR FUNDADO EN N N PWI DO TOHCIMTO tUC D TWtt ABC fT syfia ga de nivel superior que fue Max Weber. Decía Eugenio d Ors que la Edad Media fue una era desordenada y quizá por ello la enseñanza era uno de los puntos donde, de forma orgánica, se estructuraba un orden; pero entonces lo que se ensenaba estaba apoyado en la autoridad del libro, en lo que decía el texto, y el que daba una lección era un fiel mensajero de una sabiduría ya aprioristicamente cerrada y apoyada en hechos que no eran cuestionables ni susceptibles de discusión. Hoy es vana ilusión que nadie se proponga escribir un libro con propósito pedagógico y pretenda que dure mucho tiempo. Los estudiosos de todo el orbe no tienen una posición aerifica y los descubrimientos que cada día se hacen en todos los campos de la investigación, tanto en la experimental como en la teórica, ios cambios que la cosmovisión del hombre cxpcn experimenta de acuerdo con tan radicales mutaciones de las posiciones filosóficas de la investigación filológica y del lenguaje, cibernética, lógica raciona estadística, y las distintas actitudes del pensamiento teológico, impiden que ningún hbro pueda servir de texto con vigencia y poder de autoridad académica mucho tiempo. La institución histórica que durante siete siglos ha mantenido un ambiente adecuado del impulso originario que. el hombre posee para que la búsqueda de la verdad se desarrolle adecuadamente ha sido la Universidad. La esencia de la Universidad toma cuerpo en tres polaridades realizadoras: la una es la enseñanza; la otra, la investigación y, por último, la tercera, la educación o formación humana del hombre. Por ser una institución muhisecular, y conteniendo en su seno una incitante actitud autocrítica, la Universidad ha experimentado hondas crisis en su existencia, pero siempre se ha salvado por muy dramáticas que éstas hayan sido. Los riesgos más comprometedores pa- REDAC CIO N ADMINISTRACIÓN Y T A LL, E R E S SERRANO, 61- MADRID C UANDO hoy acudimos a escuchar una lección y nos convertimos en auditorio, nos damos cuenta que el que con la palabra y los gestos desarrolla una teas, expone un criterio o nos hace una sumaria síntesis de sus experiencias. No se comporta de modo semejante al que estábamos acostumbrados a encontrar en las aulas universitarias y en las salas de conferencias hace años. Ya no observamos la mesa magistral ni el sillón situado detrás de ella, de aire tribunicio, con respaldo tojo, enmarcado casi siempre con una decoración barroca o plateresca. Lo que vemos es un pequeño podio de madera sobre el que se sitúa el disertante, que tiene delante una mesa alta y estrecha que llega hasta sus hombros y sobre la que lanza un puñado de cuartillas al comenzar su charla. Vemos también sobre la mesa una pequeña lámpara que se apaga y enciende en los instantes en los que se proyectan filmes, o sudes que sirven para apoyar o aclarar los argumentos de la disertación. 1 público que acude a escuchar una lección es cada vez menos plural y está compuesto por personas interesadas directamente en el tema que se va a desarrollar. Se puede afirmar que los asistentes a una lección, sólo por estar juntos en En aula mantienen entre sí una relación suprapersonal, un cierto grado de psicología colectiva que se pone en marcha en el momento en que aparece sobre la tarima el disertante. Este, comúnmente, se nos presenta con una indumentaria sencilla, casi nunca severa, pero siempre correcta, y con una evidente pulcritud en el rostro, cabeza y manos. Hay, además, una leve preocupación estética en lo espontáneo del vestir y esa elegancia descuidada que es propia de los hombres dedicados al estudio y a la investigación de la verdad. La lección que oímos está expuesta con estilo socrático, al que se ha llamado también mayeutico y mediante el cual el que habla se sitúa al mismo nivel de los que le escuchan, procurando evitar todo tipo de afirmaciones apodícticas y dogmáticas, acentuando lo que todavía es cuestionable en la tesis que desarrolla y suscitando interrogantes en el auditorio para que éste participe en un ambiente coloquial con éL Una lección no puede ser un mensaje de sabiduría para los que acuden a escucharla si éstos no van ya con una buena conciencia; y tampoco puede ser útil si el que habla no está, advertido de lo que el gran pedagogo Juan Teófilo Fichter afirmó hace algún tiempo, y es que al hablar al intelecto hay que saber que nos referimos a la libertad de concebir Como también ha de estar solícito en ajustar su exposición a la exigencia de la hora según igualmente aconsejaba ese apasionado de la sabiduría y de la LA LECCIO N ra la Universidad los ha encontrado en su resistencia, a veces pugnitiva e irreductible a la innovación, cuando nuevos conocimientos y acentos de la cultura no los ha incorporado adecuadamente. Así aconteció en el Renacimiento y después en el siglo X V m con el advenimiento de la ciencia positiva, y en la vida contemporánea con la llegada de la técnica. El segundo riesgo que compromete la existencia de la vida universitaria es que pretenda modificar sus estructuras situándose de espaldas a su permanente autocritica y haciendo suyo algo que no está debidamente maduro para que de un forma precipitada lo incorpore a su tarea educativa, investigadora y de enseñanza. Las Universidades inglesas sufrieron una grave crisis en la época moderna hasta que aceptaron la incorporación de la ciencia y de la técnica a sus curriculum lo mismo que aconteció en las Universidades europeas, que hubieron de modificar sus estructuras con el advenimiento de la ciencia positiva sin abandonar su propósito humanista y su constante afán de dotar a los universitarios de una mentalidad adecuada para tomar actitudes en cada instante, de acuerdo con una básica cosmovisión cultural seriamente informada por el humanismo. Cuando las Facultades diversificaron el saber universitario de naturaleza y esencia unitaria supieron sortear el riesgo de convertirse en meras escuelas de especialistas, y ningún jurista ni médico, ni filósofo, ni naturalista, ni biólogo, ni científico, de los que la Universidad moderna ha producido, adolece de las deficiencias de la panespecialiración que sufren los extrauniversitarios, como también se salvó a tos pensadores y científicos de la banalidad culterana del viejo enciclopedismo. Nadie puede programar cómo debe darse una lección ni cómo debe escucharse. Hoy la lección es cosa diferente que hace tres lustros y representa con su cambio una punta de flecha que nos indica el giro que la enseñanza va a adoptar innovándose profundamente. El que enseña lo hace desde su biografía. Toda su vida está impregnada en lo que él, responsablemente, se atreve a exponer no como mensajero y sí como compañero (en el deseo de aprender) del que le escucha. Los que acuden a oír la lección i muían su consideración a la autor académica del qne le enseña. Si no la sienten es seguro que no entenderán nada, pues a la nueva ética de la información y de transmisión de la sabiduría ha de corresponderle la nueva ética del oue desea ser enseñado. Arturo FERNANDEZ- CRO

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.