ABC MADRID 13-09-1972 página 13
- EdiciónABC, MADRID
- Página13
- Fecha de publicación13/09/1972
- ID0001024227
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RECORDANDO A BAROJA E gustaría que el pequeño y prosaico poema que he puesto como Hace un siglo que nació entradilla al breve artículo que Don Pío Baroja y Nessi, les ofrezco en memoria del maestro Bainsobornable escritor. roja cumpliera ese delicado y sanitario cometido del filtro que llevan los cigaSu nombre y su vida fue rrillos con A falta de otros valores me ejemplo de orden y paz. parece que así quedará un artículo moY de anarquismo también. destamente protegido contra los efectos de la nicotina literaria, aunque el texto Anduvo humilde y errante resulte más flojo, el sabor recuerde más con ojos y pies despiertos al del heno y el tiro se produzca más a contrapelo. por los libros y las calles. Fero, sobre todo, me gustaría que don Y era su melancolía Fío Baroja y Nessi pudiera leer los lila otra mejilla a los golpes bros, los ensayos, los comentarios que de todas las injusticias. han aparecido y que continuarán apareciendo en este primer año de su cenDon Miguel Pérez Terrero tenario. Y oirle resumir: lo afirma y firma y da fe: -Pues sí, creo que ahora se lee algo Don Pío fue un hombre bueno. más, se publica bastante más y se escribe muchísimo más... No hace falta un verso más. Dice Julio Caro que a su tío se le han Pido perdón por la pobre atribuido anécdotas que solamente rerima y el pobre loar. flejan la mentalidad y la intención de- -ÜÜM -B -quienes las inventaron. Y tiene razón. Conocí a don Fío poco después del final de la segunda guerra mundial, en unos años de racionamiento de alimentos y combustibles, de restricciones eléctricas y crediticias, de chilabas y alpargatas. Y como la mayoría de los jóvenes que entonces íbamos a visitarle, el hecho de ser recibidos sin reparos y acogidos con afabilidad nos parecía una generosa lección de modestia y sencillez que desmentía en vivo y personalmente aquella, fama de insociable y desdeñoso que sus enemigos le habían adjudicado. No fabricaba anécdotas, no. Preguntaba. Opinaba. Y hablaba de cosas que le habían pasado, que había oído o que había cosechado en sus lecturas. Es cierto que, al referirse al tema de la soledad, dijo: Einstein, sí, ese sí que estará solo, ¡figúrense! su teoría de la relatividad apenas la entienden una docena de personas pero esas palabras las dijo con el mismo aire, tono y andadura del resto de la conversación. Y por eso tampoco puede considerarse una anécdota cuando a una pregunta de Pablo Corbalán sobre la bomba atómica contestó: Es un abuso. Algunos periódicos extranjeros la destacaron en los titulares al reproducirse sus declaraciones: El novelista español Fio Baroja califica de abuso a la bomba atómica. Eran años en que la única medida utilizable para valorar el calibre ético y político de un escritor era la de adivinar su capacidad de aguante y de silencio ante las habituales consignas. (Porque lo cierto es que se podían decir muy pocas cosas y esas pocas cosas tenían que ser dichas de laudatoria manera y en una sola dirección. Ahora es muy fácil y socorrido hablar de la generación de la berza y de la poesía social y de qué hicieron de valor aquellos jovencitos Cuando pienso que, sin ser un habitual visitante, en aquel piso de Ruiz de Alarcón, 12, encontré a Cela, Benet, Aldecoa, Sastre, Sánchez Perlosio, Martín Santos, José María de Quinto, Marcial Suárez, Pilar Narvión, Ángel Oliver, Joaquín León, Pernandito Baeza, Armando López Salinas, Josefina. Rodríguez, Marino Qómez Santos, Pura Vázquez... y muchos, muchos otros jóvenes, y otros ya entonces veteranos; cuando recuerdo aquel primer número de Revista Española y el asombro de don Pío al comprobar que, sin ponerse de acuerdo, la temática respondía a una cotidiana realidad que los colaboradores enfrentaban desde el mismo título de sus trabajos y que se repitió hasta el último número; cuando trato de historiar la vocación, las posiciones, los éxitos y los fracasos de aquella juventud, me acometen unas ganas terribles de romper mi promesa y abrir los precintos manuscritos donde fui anotando lo pobres, lo sufridos, lo realistas, lo valientes, lo generosos... y lo distinto- que eran todos. Y donde he anotado algunas opiniones del Viejo ¡El Viejo! ¿Nos vamos a ver al Viejo -me propuso más de una vez Juan Benet. íbamos. Y el Viejo todavía con la cabeza clara, nos informaba sobre la más reciente actualidad madrileña y sobre sus más acreditadas lecturas. Sabía quién trabajaba diez horas, doce horas diarias por seiscientas pesetas o menos al mes, y sabía quién carecía hasta de ese sueldo. Sabía quién había podido agenciarse un Jean- Paul Sartre y la barbaridad que había pagado en el estraperto de libros y quién lo estaba leyendo y a quién se lo iba a pasar. No Hegó a saber aue a la mayoría de aquellos jóvenes se les llamaría los de la berza ¡Cómo le habría gustado saberlo! ¡Cómo se habría divertido! Y cómo se habría reído de esas tiras de ensayitos, que tanto proliferan actualmente, acerca de si la misión del escritor tiene alguna importancia y si lo fundamental del oficio de escribir novelas es encontrar nuevas formas de narrar. Se habría reído, sí, y habría vuelto a repetir aquello de Dostoievski que tanto le agradaba: La preocupación por la técnica es la primera señal de impotencia. Y puesto que era un hombre aue jamás aduló a alguien, que siempre dijo lo que pensaba y que nunca se prostituyó, habría dado por sabido que para defender a España o a cualquier causa que se considere noble y necesaria hay que dar la cara, Ein ocultarse tras de falsos nombres, como hacían los buenos antiguos. Y los modernos buenos. Manuel PILARES M Me gustaría que don Pío Baroja y Nessi pudiera leer los libros, los ensayos, los comentarios que han aparecido en este primer año de su centenario.