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ABC MADRID 10-09-1972 página 155
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ABC MADRID 10-09-1972 página 155

  • EdiciónABC, MADRID
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te consagrada. David Daiches, en su libro comparativo: Sir Waltier Scott and bis World London, 1971, pág. 9, dice: Hay algún fundamento para sugerir que Scott estaba equivocado sobre el año de su propio nacimiento, y que en realidad nació el 1 S de agosto de 1770. Suya era esa casa, de la que salieron obras inmortales. De ella se hizo peculiar una ventana al patio, iluminada casi toda la noche, por la que sólo se vislumbraba una mano deslizándose sobre el papel. Todo invitado tenía que admirar el paisaje antes de entrar en la mansión del procer. Desde su esquina, cruce de George Street, se enfrentaban con lo mismo que hoy nosotros; el profundo valle, parque de Princes Street, la abrupta roca coronada por el castillo, imponente espectáculo que su amigo, el famoso escritor y orador Coleridge, calificó de divino Esos fueron su casa y su ambiente hasta, la quiebra de los otros y su propia ruina. Los últimos años- -hasta el de 1826 en que forzosamente hubo de venderla- -fueron angustiosos, aunque no le abatieran. Ruskin, ponderando el Woodstock dijo: ...en plena ruina escribió con amargura pero no con flaqueza... Mas no hay duda de que tanta contrariedad y tanto esfuerzo por hacerle frente habían de gravitar sobre su salud física y agriar sus modos expresivos hasta- -en lo que nos concierne- -estallar contra los pobres anatómicos en su primer exabrupto del 14 de enero de 1829. Desde que la ruina entró por sus puertas, tcdo su Diario se encuentra sembrado de expresiones sombrías. Mil ochocientos veintiséis, el finis del 39 de Castle Street, es el de las hipotecas, ventas y empeños; mas cuando le preguntan en dónde piensa hallar los medios de hacer frente a tan enor- me senaia su propia cabeza y responde: Aquí (Napier, pág. 179) Desde entonces ya no tiene más casa ni hogar propio que su rural, regio Abbotsford forrado de inhibiciones legales. Cuando pasado mucho tiempo los acreedores le devuelven el usufructo de libros, vasijas y cubiertos, él exclamó: Al fin voy a comer con mi propia cuchara y a estudiar con mis propios libros. Uno de aquellos días de la larga y triste racha- -23 de enero de 1829- escribe: ...Alrededor de mi todo parece decir que belleza, poder, riqueza y honores no son sino flor de día... Y aun antes- -14 de enero de 1827- -considera su edad ...como la avenida de ¡os cipreses que conduce a la tumba en donde toda fatiga y hastio encuentran su reposo... Pero en otro, glosando a Milton- -14 de enero de 1829- se rebela: Despierta, levántate o cae para siempre. Puede el más sereno de los hombres sobreponerse a la adversidad; pero no es humano el pretender que de un modo o de otro no deje su huella en la obra. Por eso Sir William Stirling Maxwell escribió: Vanea dejo un libro de Watter Scott, de 1826 o después, sin pensar en las circunstancias en que fue compuesto: representa la sangre del corazón de un valiente... (Napier, pág. 189) atravesar la Punces Street, sus jardines y escalinatas o cruzar el nuevo puente para, en ambos casos, ir a enclaustrarse en su oficina del Parlamento con sus papeles de burocracia legalista o de creación literaria; siempre en ese barrio que, si nunca salió de su vida, volverá a escenario en lo más truculento de ella. Nosotros, al llegar a la Princes Street, giraremos en sentido opuesto, hacia el Oeste, y venceremos las interminables rampas que por el Sur contornean el castillo hasta desembocar en el laberíntico West Fort de los siniestros criminales al servicio de la enseñanza anatómica. No voy sólo con mi cámara; aunque quisiera, no podría desprenderme del recuerdo del genio universal que por estos días cumple sus primeros doscientos años. Sus duras palabras a los anatomistas cobran vida ante la vieja realidad, en parte perdurable, que ahora nos envuelve: ...Si será que a la causa de la Humanidad preferimos la de la ciencia... ...Si habremos comerciado con carne humana... ...Que se asesina por servir la mesa de los anatomistas... Eso y mucho más sigue saltando de las páginas de su Diario y rebotando en cada piedra que pisamos y en cada esquina que contorneamos, restos del viejo barrio, pues que a él hemos llegado. El día 15 de marzo de 1826, por la mañana, Walter Scott deja para siempre el 39 de Castle Street: Antes, en mis cambios de residencia- -dice- iba de bueno a me- WEST PORT: BARRIO INMORTAL jor; hoy retrocedo. La casa se vende; dejo DE LA CRIMINALIDAD HUMANA de ser edimburgués propietario, lo que mi padre y yo fuimos por más de sesenta años. ¡Que te vaya bien, pobre 39, y que nunca ¡West Port! Puerta del Geste de Edimalojes gente peor que la que hoy te aban- burgo. Ya nadie quita a estas paladona! Desde que se casó hasta ese día, de bras su eco de sin par criminalidad. Y, sin casi todos ellos podríamos reproducir el embargo, lo que hoy aparece en mis fotos r cotidiano trayecto: girar hacia el Este, como vulgar muestrario del imperio gaso- 1 Los fuertes armazones de hierro, ya seculares, siguen defendiendo las sagradas piedras de los viejos osarios. í r a L i

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