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ABC MADRID 08-09-1972 página 99
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ABC MADRID 08-09-1972 página 99

  • EdiciónABC, MADRID
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conocer mejor al país que admiro. Y también de conocer al pueblo español, que me parece maravilloso. COMO LOS MARINOS VARADOS EN TIERRA En otra coyuntura, dentro de una recepción oficial, tal vez tuvieran estas palabras el eco brillante del protocolo. En este rincón, a la dorada sombra, del aire acondicionado, tan lejos de las frías horas oficiales, las palabras de Rivero suenan auténticas y directas. -Parece ue no es tradicional el que en su país un militar, ni aun de su graduación, sea nombrado embajador... -De vez en cuando hubo un embajador del Ejército, de la Marina, retirados, si, pero es verdad que no hubo muchos. Cuando camina el almirante lo hace como los marinos varados en tierra. Ya está haciendo sus baúles, cambiando la casa, otra vez a Europa, si bien de otra forma. Ya nos conoce de alguna forma Granada. Sevilla, Barcelona, Málaga... En su anillo de oro están grabadas las iniciales de su nombre y su apellido primero. Leo la cariñosa carta, que él ya enmarcó, del presidente Nixon el día en que por razones de edad dejó el mando de la O. T. A. N. Le han llamado por teléfono un momento. Habla en inglés. A mí me ha pedido que le perdone su pronunciación en español, pero que hace mucho tiempo que no practica No es necesario, pero por una razón de disciplina lo acepto. El almirante habla muy bien el español, incluso con ese acento dulzón de su tierra madre. -No le voy a preguntar por los defectos que más admira usted de mi país, almirante, por dos razones: la primera porque yo soy español, y la segunda porque usted va a ser embajador de su país, en Madrid... Podríamos hablar de Jas virtudes de nuestro pueblo... 1 pueblo español tiene una enorme urna de dignidad, de historia, de mérito... y otras muchas sólidas cualidades, que le hacen ciertamente un pueblo grande. Y además es un pueblo cordial y sincero... La última vez que estuvo entre nosotros fue hace año y medio, aproximadamente. Visitó entonces a su embajador, HUÍ, al Jefe del Estado, y conoció a varios ministros y altos jefes de las Fuerzas Armadas españolas. El almirante Rivero no conoció entonces al Príncipe Don Juan Carlos. Me ha dicho con emoción aue tiene un enorme interés en conocerle y poder saludarle personalmente. importantísima en el enclave de los problemas del mundo actual. Y es muy importante por los países que están dentro de su área... El almirante es muy diplomático. Habla poco, como reservándose. Yo, quizá, le contaría más cosas, que él mismo me dijo. Pero me gustó hablarle de España con el acento de quien bien la conoce por haber nacido en ella. -Seré el representante del Gobierno de los Estados Unidos ante el Gobierno español y ante el pueblo de España. Mi primera misión es esa. Contribuir al mejor entendimiento entre todos, entre ellos, ustedes y nosotros... EN EL ANO VEINTICINCO YO LEÍA EL ABC En él nosotros estábamos todos. Seguro. Me cuenta de Manatí, su pueblo de origen, cuando en el Casino Español -digamos que. el año veinticinco- yo leía el AB C Hemos bajado las escaleras que dan a la plaza. Nos da el aire en la cara. Paseamos por el sendero limpio de las palmeras de alta copa. -Creo que me adaptaré fácilmente a la vida española. No me será difícil. Además, mi esposa está encantada de que vayamos... Le he dicho que, aunque parezca fácil, pienso que no io es el cargo de embajador. -9o, no... Claro que no... Es una misión responsable e importante... ¿Aceptó usted el nombramiento con el sentido del sacrificio de sus años de multar, con disciplina? -Con alegría, amigo, con alegría. Sacrificio, no. De ninguna manera. Es un honor bien grande, es una forma de poder seguir sirviendo a mi país de otra forma, sin el uniforme... Es una oportunidad que me ha llenado de orgullo y de honor. Ha hablado con emoción de lo que en los mares del mundo tuvo que ver en su tiempo la gloriosa tradición española. Estas son sus palabras, que en ningún momento estuvieron animadas del viento de la retórica. -Desde mi juventud he tenido que conocer, leer y estudiar de la Marina de todo el mundo. La contribución española en el Descubrimiento, explora c i ó n y colonización... le diré que cambió el mundo... Arriba hay una bandeja de oro con un paisaje de carabelas. A veces le brillan los ojos. -Lo que muy pocos saben es que yo fui el primer gobernador puertorriqueño... De esto hace ya casi cincuenta años. Lo hacíamos de estudiantes, y lo éramos durante un día... Era una tradición popular de entonces, que ya no se usa... Fui el primer gobernador niño, pero el primer gobernador... Y queda ahí, en pie, en el balcón, despidiéndome cordial, como en el puente de un barco. Cerca está su casa, aquella que compraron a la vuelta del Mediterráneo, hace unos meses, y que aún está sin amueblar vacía. -Queríamos quedarnos aquí definitivamente, pero... El Senado en estos días ratificará el nombramiento. Y para primeros de octubre lo tendremos aquí, honesto, cordial, sencillo, modesto, dispuesto a trabajar Le. he dicho que España es un antiguo barco, a veces anclado, a ratos navegando, y que le esperamos a bordo. El sol revienta en la goleta tatuada de mi brazo derecho, ün marino de paisano hace auto- stop Arriba, el almirante Rivero, silenciosamente, perfecciona su castellano y espera volver a España Sea bienvenido. Tico MEDINA ñola en el Descubrimiento de Amórioa, exploración y colonización... le diré que cambió el mundo afirma el almirante. todo el mundo. La contribución espa- Desde mi juventud he tenido que conocer, leer y estudiar de la Marina de SIEMPRE ECHO DE MENOS EL MAR Le he preguntado si no echará de menos su puesto de mando en el barco, en los días de la recepción, el despacho de su Embajada. No es fácil anclar a un marino de toda la vida aunque sea en el camarote de lujo de una representación diplomática. Rivero ha sido cordial al responderme: -No... Porque usted sabe que en los últimos ocho años he estado fuera de los barcos, excepto para visitas ocasionales. Porque las fuerzas de la N. A. T. O. son Army y Navy. Y gasté más tiempo trabajando para la Army que para la Navy. De todas formas siempre echo de menos el mar. allá donde me encuentre... Es por eso por lo que nos asomamos a la terraza. Huele a pescado al mediodía. La sal se quiebra en los infinitos cristales de la cara. El almirante señala allá donde está el azul y veo la línea de flotación de un portaaviones: -Mire usted... Se parece al Mediterra- neo... Yo diría que mucho, mucho, a la Costa del Sol... ¿Ve usted? Y además los nombres. San Diego es español de la conquista. Coronado, el barrio donde nos encontramos, tiene todo el eco de aquel gran capitán del Descubrimiento. Le he traído un ejemplar de ABC de las Américas el número cero, aquel que se hizo el año pasado para la fiesta de Octubre y que fue un estallido de alegría en la Quinta Avenida. En la portada hay una bella criatura puertorriqueña. El almirante me habla de su madre, doña Margarita De Lucca. -Mi madre tiene ochenta y tres años. Mi madre nació en Puerto Rico, pero mi abuelo materno nació en Córcega. En cambio, mis abuelos, esto es, los padres de mi padre, eran cubanos, lo que no sé es si hijos de españoles emigrantes... Lo que sí está claro es que mi apellido, Rivero, es español, desde luego, pero no sé bien si es andaluz o gallego. En cualquier caso el Mediterráneo de antes, del pasado, de ahora, está muy cerca de él. Le he preguntado por el mar pequeño y el Océano grande que tenemos frente a nosotros. El almirante Rivero chupa de su pipa. Hay una buena colección de cachimbas sobre la mesa. -Todos tienen para mí su importancia. La tiene el Mediterráneo, pues claro que sí, y el Pacífico, y el Atlántico... Estuve en el Pacífico durante toda la guerra mundial. El Atlántico tiene para mí especiales recuerdos... El Mediterráneo... -El Mediterráneo no es una balsa tranquila, almirante; él Mediterráneo no es ciertamente un lago de recreo... -No, no... Es muy importante en todo. Hay muy variadas religiones, tiene distintas formas de política... la geografía es diferente... es muy complejo, sí. Es un área

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