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ABC MADRID 06-09-1972 página 90
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ABC MADRID 06-09-1972 página 90

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página90
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y poesía) cadadía Regresa hoy él nombre de Vicente Aleixandre a nuestro homenaje. Y son dos poetas muy diversos quienes le evocan: Celayal que canta mor libre a su aire, y un joven poeta en cuyos versos toda la estética de Aleixandre resuena visible. Homenaie a Vicente Aleixandre HOMENAJE ¿Adonde vas? i- -A donde va la gente, a donde está Vicente en su gloria natural. ¿Y dónde está? En la Plaza y en su casa, y en la Real Academia, y en lo más real del alma. -Voy contigo. Sé que solo con llamar las puertas se me abrirán. iVicente es también mi amigo. -Su calor blanco ha vibrado en tus versos. -Y en los tuyos. Y en el vuelo (jue- nos confunde a los do 3 -Como Dios la destrucción o el amor y en sus versos a lo humano, el gestado corazón. -Ten, Gabriel, lo que te exalta en su sitio. Te conozco. Salva en vilo nuestra canción simple y fiel. -Mal o bien, lo que sea sonará. Si decimos la verdad, Vicente nos dará fes, -Para él nuestra pura libertad, la poesía real y este amor que es nuestro amén. -Para él canto claro y canto llanos tina paloma ha volado desde Velingtonia, tres. ¡Eh, Gabriel! ¡Eh, Amparitxu. por aquí! ¿Dónde estás que no te veo? -Voy delante. ¡Eh! ¿Orí? Gabriel OELAYA LA VIDA DEL POETA Todo es vida soñada, sin luz, como la noche. Como esos labios tristes que sobre el mar se alejan. Oscura llama herida, yacente plenilunio, albor, cristal, espumas, ensoñación o pájaros. Quiso ver su palabra ausente de la noche, incandescente brasa por el sonoro espacio; no muerte, no penumbra, sí onda excelsa vivida que en fulgente centella o trino se proclama. Quiso abrazar el mundo, ese rostro imposible que ofrecido renuncia a un paisaje sin fondo; ascender, navegar entre alas crujientes hasta un pleno vivir o quemante paloma. Quiso captar el sabio y musical latido que como invicta luna el universo esparce. Reflejar esa esfera de muerte sin contorno hacia donde los céfiros su bálsamo propagan. Y así sintió su voz sangrar como un lucero, como un largo navio, celeste, inabarcable; y más allá los cuerpos, y el mar hecho ternura; ola breve viortal que, muda, allí se eclipsa. Y extendió así sus brazos, su corazón, su soplo; levantó su mirada, donde posan las aves, sonó clara su alma, como río suavísimo, amarilis purpúreo que la nieve ignorara. Y en su ser lumhreado, con transparencia humané, se adivinan las frondas, los bosques, los regajos, los fértiles oteros, el envero maduro. Y allí en su ser: los astros, los límites, los mares, Todo es vida soñada. Sin luz. Todo silencio. Todo es sombra abrasada bajo las aguas muertas. Oscura llama herida, yacente plenilunio, albor, cristal, espumas, ensoñación o pájaros. Alejandro AMUSCO

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