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ABC MADRID 29-08-1972 página 11
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ABC MADRID 29-08-1972 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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NUESTROS DE GADA DÍA UE sí, que cuando llega el verano y el quiosco de periódicos de ta esquina se cierra, algo nuestro se cierra. El esforzado lector ha de rastrear, entonces, naciendo gala de su veteranía callejera, tras las huellas de 4 a diaria letra impresa. El rastreo se trueca en peregrinaje si el pretendiente a la noticia vive en un barrio nuevo, de los de a tantos minutos de la Puerta del Sol Vamonos un poco más allá, a los puebtecitos de la sierra. En los tradicionalmente veraniegos, todavía, aunque al menor descuido uno se queda sin su periódico. Pero en aquellos más hermosamente aldeanos, desconocidos para el estable turismo interior, no hay manera. No, aquf no se venden periódicos; antes, sí; pero cambiaron de cartero y... Tendría que ir hasta... Claro, uno no va hasta Acerquémonos a las costas. El rastreo y el peregrinaje pueden convertirse fácilmente en terca excursión. Démosnos un garbeo ahora por las urbanizaciones de) sol y del mar, allí donde la Naturaleza y el confort se hermanan. Inútil. A los promotores se fes olvidó promover la letra impresa, se proyectaron bares, discoteca, mínigolf, club social, antenas colectivas de televisión, mercado y pistas de tenis, pero ni Q un rincón para un tímido quiosco de Prensa o similar. ¿Será que la Prensa es ya algo camp en nuestro país? Desaparecieron los voceadores, aquellos chavales- -y no tan chavales- -que pregonaban con técnica de buena ley las noticias y editoriales importantes y sensacionales, que no sólo sensacionalístas, de cada edición, mientras intentaban vender los ejemplares en los puntos clave de la vida ciuda daña. Iban frontalmente hacia el lector potencial, aplicando los más elementales principios del estímulo para acuciar Ja curiosidad. De ahí hemos saltado, en plena época del desarrollp y de la electrónica, del marketing y de la publicidad, al antiestímulo. Todo lo más, los carteles de algunas revistas orlan un manojo de quioscos para anunciar quedamente el reportaje de la semana Y pare usted de contar. Esas urbanizaciones tan soleadas y esos nuevos barrios tan milimétricamente planeados insertan páginas de anuncios en los periódicos que luego olvidan de promocjonar; hay alcaldes que se hartan de dar coba a ta Prensa y que imposibilitan al máximo (a instalación efe puntos de venta. Pugnan publici- tariamente los bancos por ganarse clientes en la calle las fábricas de electrodomésticos organizan medidas campañas campales para facilitar la entrega de sus aparatos; ya cualquier producto que se compre se entrega a domicilio; los grandes almacenes rivalizan en ese grito estético callejero que es un escaparate... En fin, el tinglado de captación del mercado ahí está, guste o disguste, y no se trata únicamente de elaborar un producto perfecto, sino de colocarlo. Y los puestos de periódicos, aquí y ahora, parece como si hubieran perdido ritmo. De poco vale fabricar un maravilloso diario o revista si luego el comprador ha dé rastrear, peregrinar o ir de excursión para cazar y capturar un modesto quiosco de periódicos. Bien podría almacenar aquí datos y estadísticas para demostrar la orfandad del penitente comprador de la periódica letra impresa. Seria demasiado aburrido. Y, además, esto que escribo pretende ser más un artículo ideológico que un artículo tecnocrático. Aunque sobre la base del problema dancen muchas cifras. Jesús PICATOSTE

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