Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 30-07-1972 página 9
ABC MADRID 30-07-1972 página 9
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 30-07-1972 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página9
Más información

Descripción

El que que aun verano tiene su idioma y, más que un lenguaje de jarana, lo al verano le va es un lenguaje de silencios, de miradas, pornunca la Luna se lleva tantas miradas como en el verano y en los sitios donde el verano es más atolondrado y disperso. nen su rato de inalterable serenidad cuando ha pasado el bullicio momentáneo. La locura febril del sol ya nos está pronunciando la delicia de la noche ancha y profunda de estrellas que parecen decir palabras y palabras expresamente dirigidas a nuestra necesidad de soliloquio tanto como de diálogo. El verano tiene su idioma y, más que un lenguaje de jarana, lo que al verano le va es un lenguaje de silencios, de miradas, porque nunca la Luna se lleva tantas miradas como en el verano y aun en los sitios- -repetimos- -donde el verano es más atolondrado y disperso. El eauívoco de viajar, moverse, ir de un lado para otro, cambiar de paisaje y casa, puede ser, y de hecho es, parte del espejismo. Lo que uno en realidad busca y quiere es soledad, intimidad coloquial, descanso reparador, un asomarse interesado y provechoso a los arcanos del propio yo. Las fugas exteriores, las evasiones, la bullanga, no son más qus manifestaciones a veces frustradas a fortiorí o porcias circunstancias y. hasta por uno mismo. Pero el anhelo de veracidad, de confesión, de autoanálisis, se da de un modo ferviente y ansioso en el verano. A pesar ds la oleada masiva y concentrada. Y hasta en las playas o calas más alborotadas y alborotadoras, uno comprende aquellas poéticas e iluminadoras palabras de Cesare Pavese cuando escribe: yo he imaginado siempre el mar como un cielo sereno visto dentro del agua. Así es. Hay muchos solitarios, melancólicos, meditabundos, en esa invasión inevitable del verano arrollador. J. L. CASTILLO- PTJCHE L todo fluye del verano: con su fugaz escapada de gentes, nubes, o l a s- -mensajes de tiempo, al parecer un poco loco- -podría hacer creer que el verano es tiempo perdido, frivolidad en presente, horno mágico donde todo se quema devorándose a sí mismo. En realidad, el verano es una estación muy permanente, quiero decir, sumamente objetiva; acaso una de las estaciones del año que más invitan a la reflexión, a la meditación, al conocimiento de sí mismo y de los demás, al contacto objetivable con la vida en su más radical esencia. La apariencia es toda una imagen de agotamiento, cansancio, relajación, cuando también es cierto que el verano tiene m u c h o de fortalecimiento, rejuvenecimiento, integración consciente en el cosmos, participación directa e inmediata en la conciencia humana, contemplación no sólo inmanente, sino trascendente de todo lo que hay más allá de las olas de la playa o de los pinos de la montaña, incluso algo más entrañable que todo lo que el ardiente sol quema dentro y fuera de la línea del horizonte. Aquí es la luz la que no deja ver la luz como los árboles no dejan ver el bosque. Ahora es cuando el sol hace hoguera de la Naturaleza toda y, sólo cerrando los ojos al rojo quemador destello, se llega a una E especie de comunión t o t a l con la vida misma. Más sensación de eternidad da el verano, obviamente, que el otoño e, incluso, casi más también que el invierno. Y la primavera es sólo un verano anticipado, que es el tiempo de madurez plena y absoluta. No sólo se vuelve del verano más sano, sino más puro y más íntegro, porque ha dado tiempo para el examen justiciero consigo mismo. Lo de la frivolidad del verano es una imagen literaturizada y preferentemente para el teatro frivolo. El ser profundo, en toda su dimensión trágica, en toda su gozosa y apasionada exploración, sólo puede darse en una estación aparentemente fluyente, cambiable, mudadiza. Pero tanto como los leños de la chimenea o los copos de la nieve sobre los árboles desnudos, los frutos en sazón, las flores reventadas, el derretimiento colosal de la Naturaleza entera a nuestro alrededor invita a las preguntas más inquietantes y preocupadcras, porque el placer de este mismo éxtasis ya es en sí el inicio de las tibiezas y frialdades que congelarán nuestro ánimo. Las grandes vivencias, los grandes dramas y emociones, parece ser que han de resultar mucho más tensos y agudizados en esas temperaturas cálidas en que el paisaje casi se hace humo dormido, como diría Miró. ¡Y qué pupilas tan quietas las de Miróv para la mudanza colorista del verane, para su percepción tan variada y múltiple! El verano, que es tan ruidoso de por sí, es el que más convida al silencio; silencio que uno se busca, se inventa, sabe encontrar como puede. El blancor de las fachadas tiene su sombra sonnolienta. Los brillos del agua tie-

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.