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ABC MADRID 23-07-1972 página 124
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ABC MADRID 23-07-1972 página 124

  • EdiciónABC, MADRID
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EL F E U D A L I S M O DEL S I G L O X X Es absurdo aferrarse a una forma de vida pasada únicamente porque no se conoce la nueva. Ervin K. Oppenheimer OS párrafos finales de un interesante y reciente libro han reavivado en mi una antigua y latente preocupación por el constante e ininterrumpido proceso de descolonización de nuestro tiempo, hecho que, evidentemente, agrava y dificulta la solución del problema que, para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional significa el arcaico concepto de la soberanía absoluta de los estados. Ciertamente, el mundo vive una crisis de crecimiento y, como en todas las crisis, será necesario superar algunos conceptos, concretamente el de nación. Esta estructura política, después de todo, no es sino una de tantas creaciones del hombre en el curso de su evolución hacia metas más ambiciosas. Representa una superación histórica con respecto a otras estructuras de la antigüedad y de la Edad Media. Pero no entraña nada definitivo. Es un estadio más o menos avanzado del proceso de agrupamiento político, pero no una adquisición de valor permanente. L Una de las tendencias primordiales de las sociedades es la de crecimiento. Vemos cómo en el curso de los siglos aumenta el volumen de las agrupaciones humanas en un ansia insatisfecha de expansión. Y yernos, al mismo tiempo, que el hecho de alcanzar la fase inmediatamente superior en el proceso, no significa, en modo alguno, la desaparición de las formas anteriores. Los agrupamientos m e n o r e s- -unas veces, fundados en vínculos de sangre; otras, en motivos de orden geográfico- -subsisten y son compatibles con otras formaciones más avanzadas. Así la familia, el Municipio, la región. ¿Por qué, pues, suponer que la creación de un ente superior al Estado nacional, un superEstado, significaría la desaparición de las naciones constituidas en la edad moderna, en lo que tiene de peculiar? Sólo representaría ello el cumplimiento de una ley de adaptación a nuevas situaciones. La nación quedarla Integrada en un sistema más vasto. Eso sería todo. Nada más, ni nada menos. Sin embargo, si lanzamos una mirada a lo que ocurre en el mundo, será fácil advertir que la Mea de superar las estructuras nacionales encuentra realidades poco propicias. En efecto, casi todos los países, no obstante algunos intentos y logros de integración en entidades políticas superiores, continúan encastillándose en sus posiciones soberanas y defienden a ultranza su exclusiva facultad de autodeterminación. Se niegan en absoluto a re 36 cias- antagónicas en conflicto, generadoras de un desequilibrio entre lo económico y lo político. Esa multiplicidad de naciones actúa como freno de las posibilidades que nos brinda la industria moderna, cuya producción ha sido, elevada en proporciones gigantescas, gracias a los adelantos prodigiosos de la técnica. ¡Evidentemente, esa pluralidad anárquica de soberanías nacionales constituye un fenómeno al que hay que tratar de poner remedio, pues atenta contra el orden inducir sus potestades nacionales. Cierta- ternacioi l. Algunos escritores de fina senmente, si contemplamos el mapa político sibilidad, capaces de calar en el substramundial de nuestros días y lo comparamos tum de la realidad, se han referido a la con el vigente a la finalización de la se- situación que atraviesa el mundo, compagunda guerra, 1945, no podemos dejar de rándola con el feudalismo que precedió al ver que el número de naciones ha aumen- surgimiento del Estado nacional. Me intetado considerablemente. Ello ha sido con- resa mencionar al respecto dos autores, secuencia de la política de descoloniza- C. E. M. Joad y Emery Revés, inglés, el ción Evidentemente, por una parte, este primero, y húngaro, el último, que coinfenómeno constituye un hecho positivo; cidieron, hace ya bastante tiempo, en sepero, por otra, no deja de tener su con- ñalar el carácter feudal de nuestra época. trapartida desfavorable, -y es la multipli- En un Hbro titulado Why War? publicación de fronteras y la exacerbación de cado nada menos que en 1939, Joad llama los nacionalismos en una forma alarmante, la atención sobre la analogía existente encon la consiguiente complicación de los tre el comportamiento de los señores feuproblemas de la paz y la seguridad inter- dales en la Edad Media y los estados na nacional. cionales modernos. Por su parte, Emery La verdad es que, en la hora presente, Revés, en su obra Anatomía de la paz existen ciento y pico de organismos nacio- dada a luz antes de terminar la segunda nales, muchos de ellos recientemente sur- guerra mundial y poco tiempo después de gidos a la vida independiente. Después de redactarse la Carta de las Naciones Unidas, la última conflagración han sido numero- observa, con indudable acierto, poniendo el sos los pueblos que se han emancipado de dedo en la llaga, el sorprendente parale su antigua metrópoli, produciéndose una lismo entre nuestro tiempo y las condidesbordante proliferación de nuevos esta- ciones que imperaron cuando se estabilizo dos. La realidad es que, tanto los ya exis- el feudalismo político, después del reinado tentes como los de reciente creación, se de Carlomagno y de los Carolingio, y dumiran con recelo y desconfianza, consi- rante el siglo A H Í en que se desarrolló derando sus límites geográficos como ver- el sistema. Según él, nuestro mundo indaderas trincheras tras de las cuales ace- ternacional es, evidentemente, una sociechan los movimientos de los países colin- dad de señores feudales modernos, las nadantes o los designos de- las grandes po- ciones- estados. tencias. Asistimos, en efecto, no es necesario Vivimos, pues, en un mundo erizado de ser muy lince para verlo, al fenómeno de nacionalismos, en el que no se puede dar un nuevo feudalismo que, como en el meun paso sin tropezar con una frontera dievo da lugar a que las naciones- estados política. Pululan una infinidad de nacio- (los nuevos señores feudales) se desgarran nes minúsculas que entorpecen el buen entre sí por motivos particulares, convirfuncionamiento de una comunidad inter- tlendo el mundo en escenario de sus lunacional. Muchas fronteras fueron traza- chas y en campo de batalla para ventilar das hace más de un siglo, teniendo en sus pleitos e impidiendo que la Humanidad, cuenta los medios de locomoción de en- o mejor dicho el hombre concreto, disfrute tonces. ¡Datan de la época de la diligen- del bienestar de que podría gozar gracias cia. Hoy, muchas naciones constituyen ver- al alto grado de eficiencia alcanzado por daderas jaulas que dificultan la elasticidad la técnica moderna. de movimientos que ha procurado el proLa desaparición del feudalismo, consigreso técnico. Esto quiere decir que existe derado en el orden político, pues económiuna gran desproporción entre los avances camente sus derivaciones fueron o t r a s tecnológicos y la organización política del coincidió cronológicamente con el fin de mundo. Ciertamente, si hemos de ir de la Edad (Media. La formación del Estado acuerdo con el imperativo de nuestra épo- moderno, es decir, el Estado nacional, fue ca, hemos de procurar que los objetivos la causa y la consecuencia de su desapanacionales marchen en un sentido de in- rición. El cuadro del mundo feudal podetegración, no de disgregación, como pien- mos sintetizarlo aproximadamente como san algunas mentes atrasadas. El mal de sigue: En la cima, el rey gozaba de un nuestro tiempo estriba en la excesiva plu- poder absoluto y hereditario, pero en la ralidad de naciones soberanas, que chocan práctica no poseía como propio sino de un y pelean entre si. Todo lo que sea aumen- dominio de mucha menos extensión y metar el número de soberanías nacionales nos rico que el de sus grandes vasallos; contribuye a complicar la situación, al pobre y débil, no es todavía más que un estimular la anarquía internacional. Ade- símbolo. OPor debajo del rey se elevaban los más, ese multinacionalismo divide al mun- grandes señores feudales, quienes gozaban do en compartimentos estancos, pertur- de t o d a s las regalías, comprendido el bando el funcionamiento del mecanismo derecho de guerra privada, constituyendo económico, basado en la existencia de un verdaderos estados d e n t r o del Estado. mercado mundial. Son, pues, dos tenden- Llegó un tiempo (como pasa en las na-

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