Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 23-07-1972 página 118
ABC MADRID 23-07-1972 página 118
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 23-07-1972 página 118

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página118
Más información

Descripción

NTES de que se acabe este siglo, cuatro hombres de cada cinco vivirán en las ciudades, tanto en Francia como en toda Europa. Estallando por encima de las fronteras veremos extenderse inmensas aglomeraciones casi ininterrumpidas, de Estocolmo a Ñapóles, de Munich al Havre, a imagen de esa zona urbanizada que enlaza ya a Tokio con Osaka a lo largo de varios centenares de kilómetros, o de esas galaxias norteamericanas que el futurólogo Henman Kahn ha bautizado Boswah (Boston- Washington) Chipitts (Ohicago- Pittsburg) o Sansan (San Diego- Santa Bárbara) Al mismo tiempo, se aprecia ya hoy, tanto en las secciones de sucesos como en las curvas de criminalidad, que los grandes conjuntos urbanos son núcleos de violencia. Estos centros se sitúan a la cabeza de todas las estadísticas que registran la proliferación de la agresividad. Esta correlación es inquietante. Plantea dos cuestiones esenciales: ¿por qué motivos, psíquicos e incluso biológicos, el hombre que vive en la ciudad se hace más agresivo? ¿Es sólo la ciudad, como tal, la culpable, o sólo la forma, quizá Inadaptada al hombre, que le hemos dado actualmente? Pero, ante todo, ¿es la ciudad la verdadera responsable? El profesor Paul Sivadon, psiquiatra especializado en comportamientos sociales, responde a esta pregunta contando la edificante historia de la isla de Pascua. Perdida en el Pacífico meridional, a 4 b 0 0 km. de toda tierra habitada, este oasis marítimo fue escenario, en el siglo último, de una carnicería fratricida y radical. Llegada de no se sabe dónde, la población se había multiplicado hasta alcanzar la cifra increíble para esa exigua tierra de 15.000 a 20.000 personas. A esta superpoblación se añadía un sentimiento de claustrofobia. La isla se había cerrado como una trampa sobre sus habitantes, porque éstos habían olvidado, sin duda, los procedimientos de construir buques y, por otra parte, no había madera apropiada a ese uso en la isla. Tampoco existía madera para construir edificios, pues el único material existente era la piedra, y aquellas poblaciones, probablemente, no sabían utilizarla para construir viviendas. A medida que la presión demográfica aumentaba, los habitantes de la isla de Pascua intentaron escapar de ella adoptando actitudes de fuga. La más célebre es la talla de inmensas estatuas, algunas de 10 metros de altura, elevándose hacia el cielo, que parecía el único recurso de aquellos habitantes. Otra forma de evasión fue el invento de un mito, el de los hombrespájaros, capaces de romper con aquella tierra que, para los pascuanos, encarnaba la desgracia. A LAS MEGAPOLI 5 MODERNAS ESTÁN POBLADAS POR HOMBRES DE CRO- MAGNON Mientras soñaban de esta forma, la aglomeración en el suelo- -y, por tanto, la falta de alimento- -se hacían cada vez más inexorables. Hasta el punto de que, en aquella especie de campo de concentración, la agresividad creció incesantemente hasta que estalló una guerra a la que sólo sobrevivieron unos centenares de pascuanos. En este ejemplo se encuentran reunidos los elementos esenciales del fenómeno de agresividad: un espacio cerrado y sin escapatoria; la ausencia de una estructuración que lo distribuya y lo ordene (porque los pascuanos desconocían el habitat y, con más fuerte razón, la agrupación de célalas urbanas en poblados) y la macea, ascendente del número. En pocas palabras, las- tres características de la aglomeración 30 que, en otras formas y grados, se encuentran en las ciudades modernas. El comportamiento de los pascuanos- -los parisienses no son muy distintos- se explica por un rasgo característico de los seres vivos: la pulsión agresiva. Desde Wynne- Edwards a Konrad Lorenz, todos los especialistas de la etología, esa ciencia que estudia los comportamientos del mundo animal, han concretado una noción fundamental: la de territorio. Cada ser vivo considera instintivamente que el espacio que le rodea le pertenece en propiedad, y lo defiende ferozmente contra toda instrusión de sus congéneres. Esta actitud, inculcada por la naturaleza con el fin de repartir geográficamente a los individuos para evitar toda superpoblación generadora de hambre, está mucho más marcada entre los cazadores solitarios que en las especies que viven en grupo, como los hombres, pero existe, sin embargo, en estos últimos. Sociólogos y psicólogos están de acuerdo en encontrar, incluso en nuestros contemporáneos, una supervivencia de este instinto primitivo del territorio, de este espacio pericorporal al que los norteamericanos llaman pompa En el hombre normal, esta pompa forma una envoltura invisible situada de 80 centímetros a 1,20 metros del cuerpo, pero sus dimensiones pueden variar según el temperamento, el rango social y el medio étnico. En los Estados Unidos, ciertos criminólogos se esfuerzan por medir la circunferencia y la sensibilidad de la pompa de los delincuentes a los que se va a poner en régimen de semilibertad pero cuyo carácter vengativo suscita alguna inquietud. Se registran sus reacciones con una cámara, mientras en su campo de visión y de frente- aparece a lo lejos una persona que se dirige hacia ellos. Posteriormente, pasando la película a cámara lenta, se pueden estudiar con calma los signos imperceptibles que revelan el momento en que se atraviesa la pompa descenso de los hombros, endurecimiento de los músculos, puños cerrados; en pocas palabras, un conjunto de reflejos que se I asemejan al boxeador que se pone en guar- I día. Si la pompa tiene unas dimensiones demasiado grandes, o si el atravesarla pone en marcha mecanismos de defensa excesivamente amplificados, es preferible no conceder el régimen de libertad atenuada, cualesquiera que sean los propósitos del interesado, porque, a pesar de sus buenas intenciones, le costará, mucho trabajo refrenar su violencia instintiva. La Invasión de la pompa por personas extrañas va acompañada de otros fenómenos, éstos de orden interno. En primer lugar, una aceleración del pulso. Asimismo, cuando quiere medir el ritmo cardíaco de un paciente que acude a consultarle por primera vez, y cuyo reflejo natural no queda, pues, desarmado por un conocimiento previo, todo médico experimentado procura no preceder directamente. Aunque le aconseje tranquilizarse, el corazón de su cliente latirá violentamente casi con toda seguridad. Todavía- más la invasión de la pompa desencadena fenómenos bioquímicos tales como el endurecimiento de los vasos sanguíneos, la secreción de ACTH y de adrenalina, el aumento del índice de coagulación de la sangre, etc. Estas diferentes reacciones, así como las citadas anteriormente tienen el fin de poner al organismo en situación de defensa, en espera de un zarpazo, de una dentellada o- -a partir del homo faber -de un golpe de sílex. TRES EVASIONES PARA EL HABITANTE DE LA CIUDAD: LA HUIDA, EL SUEÑO, LA ENFERMEDAD Se trata de una reacción anacrónica, heredada de nuestros antepasados lejanos,

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.