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ABC MADRID 13-07-1972 página 107
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ABC MADRID 13-07-1972 página 107

  • EdiciónABC, MADRID
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ON más de ocho toneladas de hormigón. La escultura permanecerá surta en el aire, tan ligera como si tuviera alas. La imaginación ha convertido el conglomerado en un cariñoso par de cachetas a las leyes dé la gravedad. Me he quedado pensando si será Verdad, como dice Castro Arines, que Madrid no se merece tanta belleza. Pero esa tarde, mientras la fina lluvia de junio caía sobre la ciudad, el vuelo de la nao capitana seguía siendo un hermoso sueño. Más de un periódico había repicado plresuroso las campanas del triunfalismo. La realidad desmentía las noticias de los papeles. La escultura de Eduardo Chillida no colgaba suspendida del espinazo d ¡ea paso elevado de la calle de Juan Bravo. Seguía varada en el acantilado, con los costillares de madera como si fuera un dinosaurio luchando por nacer. A los pies de Ghillida gravitaban los cables de acero, unos treinta milímetros de diámetro, que debían suspender la escultura de las abrazaderas. Ocho grandes tornillos esperaban que la grúa quisiera levantar la escultura del suelo para enamo. rar el aire. El museo de escultura al aire Ubre de Madrid, ton su prodigiosa belleza, quería destruir la estampa de una ciudad desbaratada por el egoísmo y la especulación. Chillida cerraba los puños con impaciencia igual que cuando se encontraba debajo de los palos de la portería de la Real Sociedad. El guardameta tiene ahora la frente despejada, clarividente, como si quisiera rematar a gol y hacer llegar su estética a- todos los hombres. -Hace unos seis años que me tentaba el hormigón. El proceso ha sido lento, lo he ido rumiando poco a poco, y esta es la primera experiencia. Estoy muy satisfecho, -rJ sobre todo porque me abre un nuevo camino. Con el hierro había llegado a un unto imposible. La escultura de Dusseldorf pesa 70 toneladas, y fue Thissen, el dueño de la siderúrgica, quien la regaló a la ciudad. Además, el hormigón permite abaratar la escultura y facilita la comunicación con el pueblo. El arte debe llegar a todos, ser de todos, me han hecho muchas propuestas para hacer múltiples. No podía acceder a ello sin traicionar el espíritu de mi obra. Esta es la forma de que el arte sea patrimonio de la colectividad. Esta experiencia da Madrid abre prometedores caminos para la aproximación del arte moderno al hombre de hoy. Lo dice con convicción, con energía, midiendo las palabras con una regla de cálculo. El guardameta lesionado tiene ahora cuarenta y ocho años y sigue haciendo deponte como puede. Su padre se empeñó en que estudiara arquitectura y fuera escultor en los ratos libres. Chillida se negó. Y no trabajó ninguna escultura hasta que después de haber colgado las botas y las rodilleras pudo también decirle adiós a los libros de arquitecto. Entonces salió a la luz el resultado de un lento proceso de maduración. Y la primera escultura- -un torso de mujer- -salió tan perfecta, y tan depurada de elementos superfluos, que nadie quiso creer que se trataba de una opera prima Dejó la apacible comodidad del hogar burgués para sujetarse a la po ííSít breza justa para poder trabajar. Su abuela le socorría bajo mano. Fue entonces cuando su padre le dijo que los hombres, a su edad, ya se ganaban la vida y estaban en condiciones de mantener a la familia con su trabajo. -le respondí que yo sí me sanaba la vida, pero lo que pasaba es que no me la pagaban. Trabajaba en la fragua fuera de horas. Los obreros entraban, a las ocho. Yo iba a las seis. Me pasaba el día en el estadio y volvía a la fragua, de noche, des- Hace unos seis años que me tentaba pués del altano turno. He quemado eta- el hormigón- -afirma Chillida- Esta pas muy rápidamente. Aunque las prime- experiencia de Madrid abre prometedoras esculturas eran figurativas, respondían res caminos para la aproximación del ya a naa voluntad de penetración de lo real arte moderno al h o m b r e de hoy. S y a una clara impaciencia por descubrir el fondo de las cosas. REPORTAJE No trato de imitar ningún modelo. Si existe, será en niveles muy profundos, pero inconscientes. Sin ceder, sin abdicar, fiel a sí mismo, luchando con la incomprensión de casi todos, sostenido acaso tan sólo por la fe de su novia, a la que confiesa que se lo debe todo, y de Palazuelo, que siempre comprendió que aquella aventura era sincera. Y así, peco a poco, premio tras premio, hasta convertirse en una figura a escala mundial a la o. ue el propio Banco Mundial viene a encargarle una escultura para 1 Í fachada de su sede americana, o a la qu la ciudad de Colonia confiere el galardó: de embellecer una plaza al sur de la ca tedral. -El proceso de realización de una obr de arte, en general, es una aventura, 3 para que sea válida tiene que serio en toda su extensión. Si se trata de algo que sabes hacer la aventura no existe. Le has quitado el interés, la necesidad. Para que se trate de algo sincero la aventura de lo desconocido tiene que ser radical. Se trata, ABC MADRID TIENE UN MUSEO DE ESCULTURA ÚNICO EN EL MUNDO como ha dicho aquel poeta francés, de marchar la frente contra la noche Esta es la posición más válida. Jugársela del todo. A mí no me gusta nadar y guardar la ropa. El precio de la sinceridad es el riesgo. Pero a este precio se puede conseguir que las cosas ganen la vida. Y así, a su ritmo, Eduardo Chillida ha ido trabajando en su taller de San Sebastián, dando clases en la Universidad de Harvard, definiendo su voluntad, depurando su vocación. El mismo confiesa que nunca ha tocado el barro, que le da asco. En cambio siente un gran respeto por la materia y es capaz de estudiar las aguas y las tierras hasta conseguir un hormigón embellecido por la sombra de una rosa. -Todo esto forma parte de mi respeto a la materia. No es una cuestión estética, es afán de mostrar la esencia de las cosas, lo que llevan dentro. Por eso no me esfuerzo en calcular. No me interesa conocer mi obra desde el punto de vista de un arquitecto. Preconozco mis esculturas desde un punto de vista distinto del plástico, a otro nivel. Cuando la obra se me concreta no tiene forma precisa. Después de varios años de reflexionar en ello empiezo a saber explicarlo, aunque sigue siendo difícil. La intuición de la obra te hace llegar a una especie de aroma muy sutil. Esto es mucho más importante que ver la forma. La forma es el final, la muerte. Una obra terminada está muerta como proceso creador, ha cumplido su ciclo vital. Pero la obra intuida tiene toda la vida y todas las posibilidades de un niño. No calcula, pero intuye. Y defiende sus intuiciones con energía. Aquella misma tarde, Chillida estaba nervioso, confuso. El Ayuntamiento ponía dificultades a que la escultura fuera izada bajo el vientre de la gran serpiente. Y los técnicos, unánimes, coincidían en que Chillida llevaba razón. Pero quien debía y podía decidir no decidía.

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