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ABC MADRID 13-07-1972 página 3
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ABC MADRID 13-07-1972 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA, SOCIEDAD ANÓNIMA MADR D FUNDADO EN 1906 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA N Ascoli remem o r ó al primer escuadrón ibérico que vino a esta península. Como ganó una laureada colectiva, los nombres de sus componentes fueron perpetuados en bronce. Parecen vascos, aunque la recluta se hizo en lo que después se llamaría Zaragoza. La lengua ibérica era éuscaro, o se le asemejaba muchísimo. En el Piceno nacieron Polisia, que está en los altares, y el acerbo Ceceo, que está en los infiernos. Los florentinos lo quemaron por hereje y nigromante. Queda en Ascoli su leyenda fabulosa. En una noche hizo la Vía Salaria. Iba a traer el Adriático hasta estos muros, para hacer de su ciudad una república marinera. En el coro agustiniano, el padre Adán y una Eva procacísima sostienen dos capiteles con fronda del Paraíso. ¿Podía aquél no caer tras tanta flor? Abrumado, el primer hombre cierra los ojos, pero asoma la oreja, y la mano, con una cinta donde se lee: Mucho me pesa la gran ofensa. ¿Le creeremos? Las flores no traen gran pesadumbre. Ceceo vino del Abruzo al Piceno. Yo bajo del Piceno al Abruzo, en dirección al Mediodía. Mediodía. Las doce en punto. En una casa de Isola proclaman las horas del reloj del sol: Pereunt et non imputantur. Castelli está en la punta del pie sobre el destino, como el acróbata sobre la muerte. Sólo una tremebunda escarpada, con tres órdenes de arcos altísimos, impiden que esta impresionante ciudad resbale a los valles acechantes y tentadores. Desde aquí se asiste a la sublime lucha cósmica entre elementos desgarradores y constructores. En verdad los m i s m o s agentes han desgarrado y construido. Una sacudida geológica quiso empujar Castelli al hundimiento. Una sacudida geológica empinó el Gran Sasso a tres mil metros y plantó el monte Camiccia en el paraje donde da su lección de arquitectura, con ejemplos de volúmenes estereométricos: ésta es la pirámide; más allá, el icosaedro. En Castelli me digo los versos de Góngora: Esta montaña que, precipitante, ha tantos siglos que se viene abajo... Pero no se derrumba. Con heroico esfuerzo se sostiene al borde del espolón. Por voluntad y honor permaneció imperturbable cuando todos los demás claudicaban. Y ahora esta ciudad prodigiosamente se eleva. Tiene aquí el día dos momentos de éxtasis: cuando las cumbres aparecen iluminadas antes de salir el sol y después de que el sol se pone. Aquellos minutos prematinales hacen revivir el alba del cosmos. Todo parece que nace del grito de ABC un pájaro. Los minutos poscrepusculares saben a gloria, pues, salvo para los genios, la gloria terrena es una luz dorada que no dura ni un cuarto de hora tras la muerte. Estas rocas hercúleas dan la impresión de alzar los hombros ante cuanto ocurra en el planeta. Parecen hallarse a mil leguas de los alcores toscanos donde el ciprés, con su índice, hace callar a la tarde para que el aire no se pierda ni una sílaba de Marsilio Ficino. El Abruzo semeja hallarse en otro continente, y, sin embargo, fue en Corfinio donde por vez primera se acuñó el nombre Italia Sin duda, los romanos sufrieron en tan ariscos montes. Pero con sus vías- -Valeria, Cecilia- -consiguieron darle compañía, diálogo, a lo que antes era esquiva soledad. Luego, esta región devuelve ciento por uno. Pare de su seno literatos y, aun siendo entrañablemente tradicional, los pone en vanguardia para que innoven, como Paratore bien dice. Salustio entra en las filas revolucionarias y cambia la historiografía, que colorea de interés psicológico y de estilo. Ovidio, el D Annunzio de la antigüedad tambalea el clasicismo augusteo. Lo destierra a Rumania en nombre de los antiguos, severos quírites. En medio, Asinio Polión, cesariano, extrema el aticismo. Un hijo suyo fue tal vez el niño cuyo nacimiento inspiró la famosa égloga cuarta virgiliana. A un abrúcense le dedica un libro nuestro Quintiliano. Pero esta comarca sólo tiene trato asiduo con los españoles muchísimo después, cuando se une a la Italia del Sur. Entre el otoño de la Edad Media y el abril renaciente recorre estas tierras Alfonso el aragonés. Crecen bajo el águila imperial los Acquaviva. Uno de ellos tuvo en su casa romana a Cervantes. REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN Y TALLERES SERRANO, 61- MADRID ANUNCIACIÓN EN CASTELLI DEL ABRUZO Cocinados CC ¡CROQUETAS I C a r l o s V le dio Castelli en feudo a la familia Alarcón de Mendoza. Dos siglos después, un Alarcón, como caballo en. cacharrería, ¡ay, ay! por poco destroza la cerámica de esta ciudad, primor de primores. Con el alma entera defendieron los de Castelli su arte. Toda la fiereza del energúmeno se estrelló ante las mayólicas frágiles. Sócrates le decía a Calicles: Si los débiles pueden con vosotros los fuertes, entonces los fuertes son ellos. En toscano, Maiólica significa Mallorca, desde el siglo XII, en que marinos de Pisa nos ayudaron a la reconquista del paraíso balear. Tra l isola di Cipre e di Maiólica nada el Neptuno dantesco. Al llegar a Italia la cerámica hispanomorisca, de reflejos, le llamaron maiólica porque todo nuestro Mediterráneo les parecía mallorquín. Luego, los españoles andariegos por el bello país de vuelta a la patria se trajeron este italianismo, sin sospechar su origen. Pule brillos Umbría. Florencia hace humanista a la cerámica. Pinta Faenza en sus bandejas plumas de pavo real, por los amores de un Manfredi con Casandra Pavoni. Magnífica Castelli la mayólica con asuntos sacros y alegóricos, que el poeta Silvio Antonio lleva a Roma al recibir la púrpura. Si venís a Castelli, buscad su palacio cardenalicio. No tiene pérdida. Al aire de una placita, campea, desde la fachada, este mote: Ostium non hostium. En los bosques de Castelli canta la brisa como un órgano. Incesantes carros nutrían hornos de los Pompei, los Gentili y, sobre todo, los Grue, dinastía ilustre. En la Italia del rococó, su mayólica sube a los altares, cubre muros palaciegos, ennoblece casas humildes. En el seiscientos, el nombre de una ciudad romanóla designa en Europa un género cerámico: Fayenza Luego viene el reflujo cuando las naves traen porcelana chinesca. Se achinan Versalles, Voltaire y los talleres italianos. Sólo Castelli conservó, con artesano primor, sus tradiciones, a espera de tiempos propicios: los de ahora. La obra maestra de Castelli es una Anunciación que azuleó el otoño gótico. La Anunciación que ahora entreveo es de tipo profano. En esta época tecnológica y social, columbro cerámica por doquier, con arreglo a un diálogo dé las Artes que se inició en la O. N. U. Castelli podrá llenar más ferias de Senigaglia que en el siglo XVIII. Con imponente alegoría sugiere Platón en su RepiJblíca en el principio fue el torno del ceramista, y será en el final Eugenio MONTES Be la Real Aoademia Español Calentar y Comer

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