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ABC MADRID 08-07-1972 página 63
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ABC MADRID 08-07-1972 página 63

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. SÁBADO 8 DE J U L I O DE 1972. EDICIÓN DE LA MANAN i. PAG. 63. PRIMERA CORRIDA DE LA FERIA DE SAN FERMÍN MARCIAL LALANDA, EN LA PRESIDENCIA Plaza de toros de Pamplona. Seis toros de don Antonio Martínez Elizondo, de Tudela (Navarra) para Diego Puerta, Paco Camino, Francisco Rivera aPaquirrl Miguel Márquez, Dámaso González y Raúl Aranda. Pamplona 7. (Crónica telefónica de nuestro crítico taurino, enviado especial. Hoy cumple la plaza de toros de Pamplona cincuenta años. Felicidades, abuela. Y perdone usted esto de abuela. Ya sé que ahora cincuenta añitos los tiene cualquier chávala con pantalones y que ya las abuelas pasaron a la historia con sus pergeños negros y severos y sus cabellos blancos y recogidos en moño: que ahora las abuelas alternan con las nietas en las discotecas de música pop y beben más whisky que un escocés y fuman más que un carretero de los de antes. La plaza de toros de Pamplona, con sus cincuenta añitos, está rozagante. Hace poco. sufrió una operación de cirugía económica. Le aumentaron las localidades y. se quedó que da gusto verla llena por los sanfermines. El 7 de julio de 1922 hicieron el paseíllo inaugural Julián Saiz Saleii II Juan Luis de la Rosa y Marcial Lalanda. En los corrales estaban encerrados seis toros de don Vicente Martínez Marcial Lalanda acababa de tomar la alternativa. No había cumplido aún los diecinueve años. Al cabo de medio siglo Marcial Lalanda ha vuelto a Pamplona. Está en los toros, en el palco de la presidencia. Viene a ser el asesor del señor presidente en esta corrida del cincuentenario. Es el único superviviente de aquel cartel de 1922. Marcial Lalanda se conserva tan rozagante como la plaza de toros de Pamplona. Está un poco más gordo que en sus tiempos juveniles, con aspecto de buen burgués. El señor presidente de las corridas de Pamplona, que es un teniente de alcalde, acude a los. toros de chaquet y chisterola. AI aparecer en su palco se destoca muj ceremoniosamente y saluda a la reunión, pero resulta que la reunión anda a la greña con el Ayuntamiento y acoge la cortesía con una sonora bronca. ¡Pues empezamos bien! se diría Marcial. Se mezclan los silbidos con el estrépito de las peñas de mozos y esta barahúnda continúa hasta que aparece el primero, que toma la primera vara derribando al caballo, acontecimiento que no volverá a ocurrir en toda la tarde. El toro tiene trapío. Toda la corrida lo tendrá. Y a pesar del empujón al caballo en la primera vara, es manso. Pero se conoce que el toro sabía que Marcial Lalanda se encontraba en la presidencia y pensó: ¿Qué tal estaría que le recordara al maestro un toro de sus tiempos, un manso con mal genio? Y puso en práctica su pensamiento. Embestía poco y movía la cabeza, y en cuanto podía tiraba un peligroso derrote. Diego Puerta n se anduvo con probaturas de los dos pases, sino que tiró al aliño por bajo y con precauciones y lo mata de una estocada sin meterse en más dibujos. Probablemente, cuando saludó a la presidencia y vio en ella a Marcial Lalanda diría con la mirada: Ya habrá usted visto, maestro que no se podía hacer otra cosa. Y sería casualidad, pero en ese memento Marcial hizo con su cabeza señal de asentimiento. Al segundo Paco Camino lo cambia con una vara, solicitándolo del señor presidente. ¿Consultaría éste con Marcial? No lo sé. El caso es que sacó el pañuelo pensando ue quizá el horno no estaba para bollos. El caso es que Paco Camino se sale con la suya. Rueño, pues ya contento, veremos a ver lo que hace. Me imagino que Marcial Lalanda en la presidencia hablaría solo. ¡Qué suerte tienen estos toreros de ahora, que mandan hasta en el presidente. Yo le hubiera dado otra vara, pero... en fin, allá él. Saber, sabe. Poder, puede. Querer torear es de suponer que quiera. Saber. Poder. Querer. Todo esto se reunió en unos naturales iniciadores de la faena. Buenos naturales, sí señor. Pocos, pero buenos. Los corta. Oye una ovación. Y los repite. Mejor hubiera estado no cortarlos. La segunda tanda ya es más fría que la primera. Nuevo corte. Nueva ovación. Se pasa la muleta a la derecha. La frialdad se acentúa. Los redondos son inferiores a los naturales. La faena se viene abajo, aunque mantenida por el decoro y la picardía de un buen torero que mata mal de dos pinchazos y una estocada. Paquirri en el tercero coloca y toca entre los cuernos sus discos de siempre. Larga de rodillas, despegada, lances de capa a toda velocidad, tres pares de banderillas vulgares. Y luego para torear con la muleta se quita las zapatillas. ¿Por qué? ¿Le hacían daño? Delante de tanta gente como abarrotaba la plaza de Pamplona esto no se puede hacer, porque no es muy cortés que digamos. Hay que aguantarse si hacen daño y comprarse mañana mismo otras para no andar descalzo y, sobre todo, para evitar el gesto de oisy mal gusto de pegarle un puntapié a las pobres zapatillas, que no tienen la culpa de nada. No, esto no es un detalle sin importancia, máxime más cuando después de descalzarse la faena fue tan insulsa como si las zapatillas le hubieran aprisionado los pies impidiéndole torear como es debido. Una estocada y se fue al callejón a calzarse. En el cuarto, Miguel Márquez, que sus- tituía a Palomo y que t. sn i como éstt es torero dí plata, caaíido e ¡it- ta de loados pases creyó que enía ¡ue seguir toreando y se confundió, pcene en lugu de torear se colocaba unas veces de rodi lias y otras de pie en los alrededores de! toro y se Haba a dar vueltas, que en verdad no levantaron demasiada entusiasmo. ¿Qué hacer para que los mozos y los pir no son mozos atiendan al ruedo en lugar v cantar y bailar? Entonces a Miguel Márquez se le ocurre que se llevará una o dos orejas citando a recibir. Por lo visto crer que para citar a recibir se adelanta un poco la muleta, que es un trapo y no la pierna, que es carne de su carne, y luego, sin esperar que el toro llegue a jurisdicción, colocar como se pueda la espada. Repite el experimento tres veces y a la- tercera fue la estocada. Miguel Márquez consideró que había hecho méritos suficientes para dar la vuelta al ruedo, y la dio. Dámaso González y Raúl Aranda, sustituto éste del Niño de la Capea emplearon largas faenas para no sacar en limpio un solo pase. Allí estaba en la presidencia Marcial Lalanda. A ninguno de los seis espadas se le ocurrió brindarle un toro. A lo mejor alguno de los seis no había oído ni hablar de Marcial Lalanda. Quiero reparar este olvido. Y le brindo esta crónica y le digo: Va por tí, maestro de tauromaquia en una época en la que los toros eran fieros y tú los vencías cuando era necesario con sabiduría y valor, cuando era posible con un juego de capa tan ligero, tan vistoso, tan coloreado, que mereció llamarse el aoite ele la mariposa. A ti, maestro, en estos tiempos en los que no hay quites y, por Jó tanto, no vuelan en los toros las maripo sas. -Antonio DIAZ- CAÑABATE. m PISOS GRAN LUJO Eduardo Dato ZONA RESIDENCIAL Adecuados para despachos de profesionales 129 y 133 metros Agua caliente central, garaje en el edificio FACILIDADES INFORMACIÓN: ¡LE INTERESA SER ACCIONISTA FUNDADOR DE LA MAS IMPORTANTE EMPRESA TURÍSTICA DE CANARIAS? Para una información completa escriban a: Moniera, 24, 5. H. Reí. 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