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ABC MADRID 02-07-1972 página 139
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ABC MADRID 02-07-1972 página 139

  • EdiciónABC, MADRID
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TESOROS SUMERGIDOS Por Luis ESPEJO VALDELOMAR AS leyendas que nos hablan de tesoros hundidos son, en el 99 por 100, patrañas o engaños, en los cuales la única riqueza por descubrir es la que pasa de manos del financiador a las del promotor de la empresa. Con estas palabras nos dice el comandante J. Y. Cousteau, en su Mundo del Silencio que el deseo que todos sentimos de enriquecernos rápidamente no ha sido nunca tan sentido y explotado de un modo más feliz que por aquellos que, mostrándonos un viejo mapa, ya amarillento, nos hacen creer en la existencia de galeones hundidos. Todas las leyes referentes a la propiedad de un naufragio establecen que si el propietario del mismo lo reclama dentro del plazo de un año y un día, a partir del úe su salvamento, estaría en opción de recuperarlo o de hacer con el hallazgo lo- qué más le conviniera, tras cubrir los gastos ocasionados. Por otra parte, si lo hallado tuviese tal antigüedad que no pudiese ser determinado su actual propietario, el pecio pasará a poder del Estado en cuyas aguas jurisdiccionales ha sido encontrado, recibiendo el descubridor los derechos correspondientes estipulados por la ley. Generalmente se entiende por naufragio todo barco hundido en el fondo del mar, pero hay que tener en cuenta que, náuticamente hablando, naufragio es también todo aquel barco que se encuentre encallado sobre la playa o arrecifes Centro de estos casos de naufragio se puede tratar de un derrelicto palabra que nos da a entender la situación de un barco naufragado y posteriormente abandonado por sus propietarios, de tal forma que éstos no pueden reclamarlo en la posteridad. Es conveniente que todos aquellos que piensen tomar parte en una tarea de salvamento submarino tengan un conocimiento completo sobre las leyes locales que se refieran al supuesto caso y, en su defecto, estar legalmente asesorados por un jurista con capacidad y conocimientos al respecto. Asimismo, bajo ninguna circunstancia, se debe proceder al salvamento de un barco o de su cargamento sin contar antes con el permiso por escrito del propietario, si es conocido, o de la autoridad de Marina en su defecto. L llar a los barcos en los abundantes arre- cifes y bajos fondos existentes al doblar dicha punta. Hay miles de tesoros aún no descubiertos y que no todos contienen el tan codiciado oro, pero que son portadores de otros materiales jnás modernos, como el acero o maquinaria industrial, nada despreciable por cierto, y que sería suficiente para proveer a sus salvadores de una cómoda vida para el resto de sus días. Si hay quien encuentra arcones llenos de oro y plata, para qué hablar más. Las aguas del Mediterráneo están cuajadas de viejas galeras romanas en cuyas bodegas se apilan objetos de incalculable valor, tales como ánforas y obras de arte que constituirían para el buscador de tesoros submarinos un auténtico paraíso. Pero mejor no ilusionarnos con imposibles que muchos no han logrado hallar a costa incluso de gastar en su búsqueda inmensas cantidades de dinero organizando tales expediciones, las cuales han resultado Infructuosas y sólo le han proporcionado al promotor la pérdida de una fortuna, la cual ya no recuperarán. COMO ENCONTRAR UN TESORO Los tesoros se suelen encontrar de dos formas: por casualidad o por dedicarse a su búsqueda, cosa menos probable de lograr. En el segundo caso- podríamos llegar a conseguirlo al cabo de interminables horas de búsqueda, de consultar planos y cartas antiguas, de leer libros que hagan mención del tema y confrontando los datos conocidos con la nueva información conseguida. Pero lo más corriente es tropezar sin proponérnoslo con el pecio del cual ni siquiera habíamos oído hablar. Generalmente estas casualidades ocurren en los casos en que la red de un pescador se queda trabada en algún objeto del fondo, y requerida la avuda del buceador para liberarla éste se encuentre con que el obstáculo es nada menos que un barco hundido cuyas bodegas van repletas de arcones conteniendo oro, plata y piedras preciosas. DONDE DEBEMOS BUSCAR Antiguamente los barcos que realizaban travesías tenían en la mar y en la piratería dos importantes enemigos con los que tenían que luchar y combatir antes de poder llegar a su destino con su precioso cargamento. Hay zonas claves hacia donde se deben dirigir las miradas de todos aquellos buceadores que deseen ir en busca de tesoros, muchas veces inexistentes y creados tan sólo por la leyenda. Actualmente los galeones que en épocas pasadas transportaban los cargamentos de plata y oro hacia las colonias, principalmente a Manila, se encuentran hundidos en algún punto entre Acapulco y las islas Filipinas. El cabo de Buena Esperanza era una de las principales y más peligrosas zonas de paso del oro procedente de Australia hacia Inglaterra, donde los fuertes vientos remantes por aquellas zonas hacían enca- COMO ORGANIZAR EL SALVAMENTO DE UN PECIO Existen varios medios para llevarlo a cabo. Lo primero que hay que hacer para empezar el trabajo de la extracción del pecio es limpiar y apartar de sus alrededores el cieno y el barro que lo cubren y así poder excavar hasta llegar a él. Este trabajo se puede realizar por medio de una lanza de agua a presión o de una manguera que vaya extrayendo la arena por succión. Es muy conveniente filtrar la arena extraída por la posibilidad de encontrar en ella algún objeto de interés, como monedas, medallones, clavos u otros elementos que puedan ayudarnos a esclarecer la época del naufragio. Si el pecio se encontrara incrustado en alguna formación coralífera, lo más probable es que se tenga que perforar en ella con el fin de poder colocar en los II 35

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