ABC MADRID 22-06-1972 página 21

EL AFINADOR DE PIANOS E NTRE los pregones de la ciudad que hierven sobre el sueño de los que dejan tarde la caricia de las sábanas, sube por las escaleras, o por los ascensores o elevadores ultrarrápidos de las nuevas construcciones, el anuncio del aíinador de pianos. Pero esta figura simpática, este ser solícito y amable, de manos tan parecidas, en su sensibilidad, a las de aquellos que. cortan enjambres y separan las abejas para cosechar la miel de Castalia, como se la llamaba antes; esta figura entre profesor y clérigo que no terminó sus estudios viene ahora doblado por una personalidad aun más simpática: la del no evidente. Muchos son los ciegos que para ganarse la vida afinan pianos, y han empezado a funcionar, en varias partes, los primeros talleres colectivos de ciegos para afinación y reparación de pianos. El afinador de pianos siempre da la sensación de trabajar al tacto, y no al tacto, al oído. Ese tacto que hay en él oído. ¿Lo diremos asi? Su dedo hunde y hunde la tecla para sonar una cuerda; la hace percutir fuertemente, luego más suave. Sus ojos casi no participan. Los distraen en los retratos dé la familia que cuelgan de los muros de las salas, o dispensan a los gatos que entran o se largan por las puertas, enigmáticos y felinos. Por eso, cuan explicable es que los no videntes se ocupen de esta función tan importante: dejar a tono los pianos. Y cuan noble oficio para ellos. La yema del dedo y el oído. Hay una suavidad caliente en estos ojos, apagados para siempre, que siguen, sin embargo, en el vacío o entre las membranas que los cubren, las explosiones sonoras de los pequeños martillos afelpados, al golpear, también como ciegos, en los cordajes y hacer resonar, de pronto, toda la caja del piano. El desarrollo de la asistencia social, que actualmente alcanza máximos progresos, permite esperar que se apliquen a nuevos talleres para no videntes las actividades que, con tan feliz pie han comenzado en este taller de afinación y reparación de pianos. Porque no sólo es el hecho de proporcionar un medio de vida adecuado a la persona que no ve, sino de proporcionarle un estímulo psicológico, ya que una profesión como la de afinador de ¡pianos, es tan digna y lo pone en contacto del mundo artístico. Pero quedemos con la figura del afinador no vidente, pensando que sólo ha cerrado los ojos, un momento, para encontrar el término que se ajuste a su diapasón. Miguel Ángel ASTURIAS Premio Nobel de Literatura