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ABC MADRID 18-06-1972 página 171
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ABC MADRID 18-06-1972 página 171

  • EdiciónABC, MADRID
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MEMORIAS DE UN NIÑO a. SECUENCIAS CINEMATOGRÁFICAS RAMOS unos niños muy politizados, muy flacos, muy desamparados, muy de cartel de la F. A. O. con los oídos y la expresión retumbados por las bombas, propias o ajenas. Sobre nosotros se cernían las sombras de Caín y Abel, con perfiles de buitre o de paloma acechantes. Todos llevábamos en el bolsillo una partida de defunción junto a un pedazo de metralla encontrado en un solar, una goma de borrar recuerdos y una chapa de botella con la efigie encerada de Berrendero. Con nuestros cucuruchos de nutritivo polvo de algarroba o de pipas de girasol nos adentrábamos en el país del miedo, levantando crujidos familiares del suelo alfombrado de cascaras impacientes. En la retina del niño que éramos entonces han quedado grabadas para la memoria del hombre que somos ahora escenas de Fu Man- chú y sus dakoys con los colmillos afilados, en lucha permanente c o n t r a el norteamericano Alan Parker; el Tanque humano robot inventado por un genio maligno y que nada conseguía detener en su fatídico caminar destructivo; el Capitán Maravillas superhombre volador, paladín de una civilización superior; el m o n s t r u o de Frankestein, aprendiz de brujo de las fuerzas científicas del hombre... Todo nos ponía los ojos como añorados panes, desde las trampas de caimanes que nos tendía el peligro amarillo hasta el andar inexorable de los monstruos de la guerra santa. Y el niño que yo era utilizaba s u s transparentes manos ya como parapeto con resquicios visuales contra el miedo, ya como cálidos plati- X E líos laudatorios tras el codazo perentorio de la prima huérfana que hacía de institutriz de los que éramos un poco menos huérfana que ella. A veces venían Ken Maynard y Tom Mix a acelerar el ritmo de nuestros ateridos corazones y coreábamos sus increbles cabalgadas y cates con las catárticas letanías de ¡Bien por el chico, bien; bien, bien, bien, bien, bien! y ¡Lo ha matao lo ha matao ante la impotencia de acomodadores ex cautivos que intentaban vanamente reinstaurar la ley y el orden en su pequeña parcela de poder. Nuestra escandalera contrastaba con el silencio de los hombres solitarios que desde muy temprano y hasta el final ocupaban sus asientos, con los ojos, los oídos y los dientes cerrados al mundo dejado más allá de la cálida penumbra creada por la linterna mágica. Y al final de las largas s e s i o n e s cinematográficas, en aquella época en que el tiempo no contaba, salpicadas de paracaidistas alemanes que caían como copos de nieve redentora sobre una Europa judeomasonicomarxista, venía el fin de fiesta que ponía en la velada un hispano colofón de castañuelas Luego era el retorno tardío a casa, donde nos aguardaba el caldo maggi sobre el cual, medio dormidos, volvíamos a ver desfilar a nuestros personajes fantásticos y a los heroicos soldados de la Wermach en su avance incontenible. Mañana sería otro día en que la realidad y la ficción volverían a su cita cotidiana con nosotros. Fernando CASTELLO

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