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ABC MADRID 31-05-1972 página 23
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ABC MADRID 31-05-1972 página 23

  • EdiciónABC, MADRID
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E S mu 1 conscgyu i difícil r la dimens i o n de futuro para un régimen sin la conjunción positiva, aun incompleta, de cuatro núcleos dialécticos, cuatro tesis interpretadas no como posiciones estáticas para la contemplación de una historia ajena, sino como posturas vivas y vitales hacia el presente, hacia el porvenir. Cuatro actitudes, en fin: la básica, del pueblo; la pragmática, de los políticos que articulan el sistema; la permisiva, de las instituciones sociales; y englobándolas a todas, la perspectiva internacional, la visión exterior de la conjunción de esas actitudes internas. En España, y por deficiencias históricas q u e ahora no cabe analizar, se han ido elevando hasta la categoría de tesis, e incluso de tesis dominante, dos importantes grupos claramente desorbitados en su función, en virtud de su propia tenacidad y sentido mesiánico; en virtud también del fracaso y el vacío de los demás grupos que pueden y deben contrapuntarles. Me refiero a una institución- -la Prensa- -y a un indefinido e indefinible, pero palpitante, grupo social directivo: los intelectuales. En todo el mundo es hoy ya moneda corriente la distinción- -a veces radical- -entre opinión pública y opinión de la Prensa en todo el mundo parece mucho más definida, mucho menos inquietante, la función social de los intelectuales. Para capas muy amplias de la sociedad norteamericana, por ejemplo, el término intelectual tiene hoy carácter peyorativo; en España, por el contrario, no se desprende de una neta connotación admirativa. Una y otra perspectiva entraña, con más o menos disimulo, un conjunto de juicios de valor político. Reléase la Prensa y la publicística menor de 1930 en España; una insigne, pero desorbitada vanguardia intelectual se convenció a sí misma de ser la causa determinante para dos cambios de régimen. Y lo que parece más grave: los regímenes eliminados creyeron lo mismo, antes y después del final. A la luz de esta falsa convicción- -no pueden identificarse, sin más, conceptos políticos tan delicados como causa de cambio, fermento y portavoz- se comprende todo el dramatismo de la frase tantas veces repetida, tan pocas meditada en su yo y en su circunstancia: No es esto, no es esto. Por supuesto que, como ya notaba don Manuel Aznar en uno de sus momentos intuitivos más luminosos, no vale abominar de una institución cuando se ha desbordado sobre el vacío o el anquilosamiento de las demás; la inundación no se evita sólo con diques, sino con nuevos cauces. Con esta metáfora nada difícil de interpretar podría formularse todo el vasto problema pendiente de la comunicación política en Sspaña de todo el siglo XX, sin exceptuar, ni mucho menos, el perfil histórico actual. DEMOCRACIA DE IDA Y VUELTA su forzada ausencia en una u otra Espa ña. Pues bien, par Madariaga, Ramír de Maeztu es el in Por Ricardo DE LA CIERVA ventor d e 1 fascis rao y no se ref ier al ensayo fascista es zado según dos cortes históricos, el de pañol. El propio Madariaga había ases 1938 y el de 1972. Para centrar el pro- tado en 1935 un golpe demoledor al mode blema reduzcamos el estudió de esos mo- lo democrático- liberal con su Anarquía delos a la actividad de los intelectuales jerarquía La juventud intelectual espa más preocupados por la temática políti- ñola de todos los años treinta, seducid; ca dentro de la Prensa de uno y otro por diversos matices del autoritarismo se lectivo, reconocía orgullosamente su ins momento. El modelo político que fascinaba a los piración orteguiana. El poso que aque intelectuales de 1938 podría calificarse co- gran pensador llamado Luis Araquistain mo autoritario y selectivo. Los pensado- dejaba en la conciencia de innumerable res políticos más importantes de la Es- lectores (no sólo de la izquierda) no er; paña de los años treinta eran probable- tampoco una traducción de Rousseau. Lo mente José Ortega y Gasset, Ramiro de vientos de aquella Europa no eran vien Maeztu, Salvador de Madariaga y Luis tos de democracia. La democracia, deva Araquistain; entre los cuatro queda cu- luada, parecía en trance de liquidaciór bierto todo el campo de influencias polí- La crisis- -que parecía mortal- -de la de ticas hasta el 18 de julio, y ninguna ideo- mocracia alcanzó su nadir en la Europ logía coherente había venido, durante la de 1938: Munich. Las dos grandes po guerra, a sustituir el vacío racional de tencias extraeuropeas que tomarían prori En este contexto habría que estudiar un tema importantísimo, descuidado quizá por analistas superficiales de nuestra última historia, que a lo largo de una docena de libres- revelación se han limitado a interpretar el último tercio de siglo español a la única luz de sus particulares conjeturas sobre las secretas intenciones del Jefe del Estado en el entorno de las dieciocho crisis más o menos parciales que han ido renovando los Gobiernos desde el 30 de enero de 1938. El tema es, sencillamente, la inversión de modelos políticos fundamentales que se ha operado en la conciencia de cada uno de los cuatro núcleos a que nos hemos referido; inversión que puede calificarse de antitética, o, lo que es peor, incoherente, dentro del sector intelectual anali- José Ortega y Gasset

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