Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 30-05-1972 página 3
ABC MADRID 30-05-1972 página 3
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 30-05-1972 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página3
Más información

Descripción

EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA, SOCIEDAD ANÓNIMA MADR FUNDADO EN 190 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ODOS los días leemos artículos en periódicos o revistas, crónicas, entrevistas, en que se hace la crítica de un defecto: retraso en los aviones, fallo en una fábrica, un defecto en los trenes, etcétera; lo que importa, en el fondo, es la crítica, pues es éste, y ya se sabe, el vicio nacional por excelencia, como es el de los franceses alabar todo lo de su patria. Yo creo que, en el fondo, uno tiene que estar agradecido- -aparte de que sea o no, que parece que si, un vicio nacional- uno tiene que agradecer que las cosas no vayan, en general, a la hora: ni los trenes, ni los aviones, ni las citas de enamorados o de compadres; tiene que agradecer que haya, en todo este poco de irregularidad, de fallo, de imprevisión que presta tanto encanto a la vida. Por mi parte, lo digo con seriedad, no puedo imaginar un mundo donde todo discurriese por cauces de orden y de regularidad casi perfectos: un muí o en el cual los trenes saliesen a la hora, ía gente acudiese a las citas sin retraso y se cumplieran a rajatabla las disposiciones, las normas y hasta las promesas. Segn el señor Toffler, que ha escrito un libro sobre la sociedad superindustrializada el porvenir de la sociedad está en la diversidad y en el cambio, en la inestabilidad de todo. Cuando menos en esto ¡podría tener, razón y no sería, a mi juicio, ningún mal; es preciso, sí, huir de lo estandartizado, de la monotonía, y esto en los bienes materiales y en los del espíritu. No hay nada, para mí, que fastidie tanto como saber de antemano lo que va a ocurrir: que uno se embarque a las cuatro -a la hora señalada- -y llegue puntual a las seis- -a la hora señalada- sin lugar para lo imprevisto, para que se introduzca en nuestro vivir lo inesperado, la sorpresa, y sobre todo la aventura. No sé quién -lo leí en Baroja- decía de un habilísimo tocador de flauta que era tan bruto que no desafinaba nunca. Tal vez no era de flauta y era de oboe o de trombón, no lo recuerdo bien; para el caso es lo mismo. Lo cierto es que era tan bruto que no desafinaba. Es preciso, sí, que el músico desafine de tanto en tanto y que desafine el político, el scritor, el gobernante, y que todo desafine un poco y se turben un poco el orden, la armonía preestablecida. Es preciso plantar un árbol- -una nota extraña- -junto al camino recto e igual, y aunque pueda uno estrellarse en él; es preciso imprimir una curva, abrir un desvío, trazar una pendiente- -como se practica hoy en las autopistas, y es una sana ABC medida- -para que, por evitar que nos maten la pendiente, el desvio, el árbol, no nos maten la monotonía, el bostezo y el sueño. Es preferible. Hay que huir, sí, del orden en lo posible, de lo medido y lo pesado; hay que apartarse del camino recto y, de tiempo en tiempo, del recto proceder, porque hasta la virtud, llevada al exceso, aburre. La misma Naturaleza nos lo enseña, nos brinda su lección si la sabemos ver. Es bonito el chopo en los altos canales, recortando su silueta contra el horizonte en el aterceder de la ribera, o descendiendo en hileras por las vaguadas y haciendo temblar las hojas- -tan brillantes- -en el aire. Bonito es el álamo, junto a las corrientes, a la orilla del canal o en la vaguada; pero bonito es también el pino, de redonda copa, sobre la colina, o el eucalipto despeinado, o el fino sauce en su abandono; y hermoso también el olivo, con sus ramas cortadas, como muñones, entre los brotes tiernos, dramático y espectral en el paisaje invernal y atormentado. Bellos son los jardines de Aranjuez o de Versalks, pero más bello, o más atrayente, el bosque, con su salvaje floración, con el desorden tumultuoso de sus arboledas. He sido toda mi vida un apasionado de los viajes- -creo que, en el fondo, soy un viajero frustrado- me han atraído muchos países y he soñado con visitar muchas ciudades. Existe un país, no obstante, que nunca me ha tentado, y este país es Suiza, la de los lagos. Me han dicho tales cosas del orden que reina en este país, de la honradez de la gente- -hay que dejar que de cuando en cuando le roben a uno, cosa entre nosotros facilísima- me han contado tantos asombros de la puntualidad de los trenes, de la corrección de las costumbres, de la calma y belleza de sus lagos y la pulcritud de sus ciudades, que yo que habría ido a R EDA C C I 0 N A DMINISTRACION Y TAL L E R E S SERRANO, 61- MADRID pie, o montado en un burro, a las Hurdes, pongamos por ejemplo, no habría ido allí ni llevado en andas, que es, supongo, la manera más grata de viajar, aunque antigua. Es preciso, creo yo, conservar este poco- -o mucho- -de desorden que reina entre nosotros, en todos los órdenes; éste, diría, regalo del cielo; esta capacidad de errar, tan. nuestra, y de cometer tropelías y capuchinadas. Esforcémonos por mantenerla; que no todo sea armonía entre gobernantes y gobernados; que se produzcan diferencias y aun altercados, disputas entre los partidos, y aun en el seno de un mismo partido; de este modo podemos disfrutar de espectáculos como el que nos han ofrecido recientemente unos periódicos de Madrid; y, de paso, divertirse ellos. No son cosas, es verdad, que beneficien a nadie, pero son cosas que divierten, que animan un poco el cotarro, por lo general demasiado estancado. Y algo más importante: y es que dan empleo a inclinaciones del hombre, sobre t o d o del español- -la posibilidad de criticar- que de otro modo quedarían sin empleo. Yerran los sabios- -decía Gradan- -para que no revienten los tontos. Es una gran verdad, porque sin ello se quedarían muchos sin empleo, aparte del espectáculo de monotonía y aburrimiento. ¡No, por Dios! No aboguemos por estas perfecciones, no las implantemos. En la ordenación de nuestra sociedad dejemos una puerta para la salvación de las almas, aunque sean las almas de los pobres de espíritu; no son, es cierto, los que más lo merecen, pero son los que más lo necesitan. Dejemos que el de la flauta desafine, porque en ello se revela ¡el hombre; la perfección, de otra parte, es asunto de Dios. Nosotros erremos, desafinemos, desentonemos, alabemos- -poco, según el uso- -y protestemos; acudamos con retraso a la cita o no acudamos, disputemos y suscitemos disputas. En la discrepancia, en la diversidad, en la inestabilidad de las cosas, en la oposición. de pareceres está la sal de la vida y, según el citado señor Toffler- -último gran éxito en la literatura- está el futuro del hombre, con lo cual los españoles vamos a ser los primeros. No se puede despreciar. Dejemos que el avión llegue cuando ya no lo esperamos, y que el tren salga cuando ya desesperamos; que el político mienta un poco- -es su oficio, según Ortega y Gasset- -y que el sabio yerre en beneficio de los tontos, porque los tontos son también de Dios. Sebastián Juan ARBO T EL SANTO ERRAR

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.