ABC MADRID 28-05-1972 página 116

y poesía, cada día El posma que hoy sirve de homenaje a Fernando Villalón nos muestra un Adriano del Valle coco habitual: una extraña mezcla de popularistno y surrealismo, un desgaire formal y rítmico lleno de originalidad y belleza. menaje A Fernando Villalon ELEGÍA A FERNANDO VILLALÓN Juncos, cañaverales y espígo- ues, esteros, caños, lucios... Islas mínimas por las que el Guadalquivir dobla y desdobla adelfas, dobla y desdobla las pejaiñaa y la cerviz de loa toros. Ya vuelve otra vez el río con sus aguajes de ida y vuelta a contrapelo de las anclas. inventariando chopos, trayendo al paladar de los peces el regusto del mar. Y Fernando Villalón- -dibujando perfil neto, montaraz y vaquerizo, carirre dorado, rostro de sangre hirviente que estampa tatuajes de vaho y humo de tabaco en e 3 frió cristal empañado de la brisa del alba- -hace rodar su vozarrón despeñado, piedra de Sísifo sobre el hombro del trino de las aves, para llamar a sus toros: ¡Botinero! Cristalino! ¡Lucero! Ya está aquí el sol recién desarropado de la niebla en un eíelo límpido sin las légañas de las nubes, cuando la oveja exhuma de las sombras un períil tierno entre su lana y siu esquila, dán o 1 e la extremaunción a las margaritas pisoteadas por los toros, cu anclo los cencerros voltean en el aire una ternura de espadañas inexistentes. Y Villalón galopa hacia la linde de su propio pensa miento, galope bruñido por cuatro herraduras que destellan sobre el mojado gol yacente del praderío. G- alopa que arranca con un golpe de luz, de caireles, hebillas y espuelas, crujiente de estribos y correajes apretados; galope de zahones aljamiados y bridas sueltas, con ímpetu de tromba equina y remolinos de luces overas; galope que arranca arrastrando SKI cola trenzada y Ira trosa que se pierde entre la piara zaina de los toros. He aquí al héroe, Fernando Villalón, el hóroe del arpa y ía garrocha. tanto por lo que hizo como por lo que pudo haber hecho; que tan colmados de su experiencia estaban los silos, los sobrados, los lagares, los almiares, las trojes y la almazaras de sus próvidas cosechas. Y todo con la complicidad del cielo y el río, de la nube y la acequia, de un constante trajinar de sembraduras y recolección, encarándose, mano á mano y garrocha al brazo, con el mito de Gerión, en plena marisma, hasta acosarlo y derribarlo vencido con las cuatro patas al aire sobré treba! de sus cerrados. 1 Y en el maridaje del aljibe y 1 pozo artesiano, de la mano de Dios y de la técnica, en Fernando Villalón hacíanse contemporáneos el espá rrago y eü litio, las cinco cuerdas de la guitarra y el trébol de cuatro hojas; y hasta la tierra, el aire, el agua y el fuego, los cuatro genésicos elementos, cohibíanse ante su torrencial presencia humaría. M, taa vehemente, hijo mayor de la naturaleza, fuerza purrísima de los meteoro la suya, esqueleto verticalizado sobre su caballo, esqueleto que aún conserva en ara tuétano la íncaníes cencía de la fiebre final, alma en pena radiografiada contra el silencio d nnoa cielos eléctrico El, taro vehemente, desriñonado ahora por aquel galope de so sangre que se agolpaba desde ai corazón a s ¡a alma; desriñonado sobre eü esqueleto de su caballo ouyo galope era seguido por la resurrección de su fcra vos toros mitológicos, de su toriada tartessa estoqueada por Hércules y anchamente acosada y alanceada por su garrocha d Adriano DT 3I. YAIÍSS plural.