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ABC MADRID 27-05-1972 página 21
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ABC MADRID 27-05-1972 página 21

  • EdiciónABC, MADRID
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EL ULTIMO PODER OS mayores Índices de productividad del desarrollo español se han producido en la industrialización del triunfalismo, la comercialización de las recomendaciones y la producción en masa de fotocopias. La fotocopia es el carné de pertenencia a la nueva clase, el boletín del club de amigos de las oportunidades políticas. Cuando un viajero llega a Madrid queda aturdido ante cualquiera de estas preguntas: ¿Quieres una fotocopia del informe de las Cortes sobra Matesa? ¿De la correspondencia entre López Rodó y Agatángelo? ¿De las cartas cruzadas entre Alfonso Canales y Camilo José a propósito de los sucesos de Archidona? López Ibor debería ponerle solfa a este nuevo colonialismo de la provincia. ¡Que fotocopien ellos! El complejo de inferioridad que produce tanta altanería no será fácil de arreglar. Se ha producido una nueva forma de resentimiento de origen fotoscópico. Un amigo mío. bogado del Es- L tado y presidente de Diputación, pidió plaza en Madrid porque estaba acomplejado de no poderles explicar a sus hijos su falta de acceso a los canales de distribución de fotocopias. -Pero, papá- -le decía su hijo mayor- si en Madrid las tienen hasta los ordenanzas. Tampoco es verdad. Aunque la fotocopia es un secreto a nivel de la sociedad de masas o una confidencia con caracteres de consumo industrial no logra perforar casi nunca las murallas de la ciudadela. Hay excepciones. Rero son tan escasas como las jornadas de normalidad universitaria. La fotocopia es el último poder. La postrera etapa de la libertad de información. La trinidad de poderes de Montesquieu y la utopía del pouvoir neutro de Benjamín Constant acompañadas de esa gabachada del cuarto poder atribuido a la profesión periodística han quedado afectadas por una crisis plurisdiciplinar. Este es un curioso país donde los periódicos publican grandes editoriales señalando que la difusión pública de los papeles Me Ñamara es una traición contra el Estado. Y uno piensa que es una pena que Nixon no cuente con media docena de editorialistas españoles emigrados a Norteamérica para que los periódicos U. S. A. también se pongan de su lado. ¡Qué culpa tenemos nosotros- -comentaba un periodista madrileño- -si los norteamericanos no tienen en cuenta las lealtades militares a las que obliga la defensa de la democracia occidental! Esta es una tierra bucólica donde pastorean los extremismos de todo el universo. No hay adhesiones más incondicionales que las nuestras ni fes más inquebrantables. Tampoco tanta prevención a las letras de molde. Peinan ha hablado de ello muchas veces. Se meten contigo en el periódico El español se pasa media vida queriendo salir en el periódico para para llegar a un puesto desde el que pueda evitar que los periódicos se metan con él. Pero nuestra hipersensibilidad colectiva ante la información, a la postre, es reflejo de que se tolera- -posiblemente porque no queda más remedio- -una área restringida donde apenas hay secretos y otea de carácter general en la que los secretos oficiales caen como losas inesquivables y de superación imposible. El aristocraticismo de una política montada sobre el mito de las miñonas rectores- -Ortega pater dixit -no puede ser más discriminatorio para la ciudadanía de filas. Fotocopiar es informar. Me barrunto que pagaremos más regalías por las fotocopias que por el papel prensa. La fotocopia es la literatura política de la integración mientras que el ciclostil es la ley de Prensa de la contestación. Hay artículos que no cruzan la frontera, pero que luego se reproducen a millares. Hay aficionados que incluso los mandan a domicilio, por correo, y que deben tener un presupuesto personal o institucional cubriendo su generosidad informativa. Con vocaciones periodísticas así uno no tiene derecho a extrañarse de que existan empresas editoras con vocación deffte uft 5 ti ri ii Haciendo bueno el afán de editar un periódico para la familia y ios. cuatro amigos. Se decía antes que todo español llevaba una obra de teatro inédita debajo del brazo. En Mallorca, donde esto también era cierto, el turismo de masas estableció un reparto más especializado. Un mallorquín: una tienda de souvenirs; dos mallorquines: un hotel; tres mallorquines: una urbanización. En Madrid la balanza no se ha inclinado todavía del lado de las realidades económicas. Un madrileño es una fotocopia; dos madrileños, un periódico; tres madrileños, un proyecto de asociación. Cuatro madrileños juntos ya formarían un partido. Esta última temporada los espontáneos sé han dedicado a enviarme versos. Mi ingenuidad es tan grande que creía que con la proliferación de juegos florales- -y conozco un poeta que se ha hecho millonario con una sola oda que presenta debidamente retocada todos los concursos de elogio a las bellezas locales- -y la subida del salario mínimo el país se había quedado sin vocaciones poéticas. Pero no. Los pliegos de cordel siguen circulando bajo mano, poniendo en romance desfalcos, acontecimientos sociales y efemérides religiosas. Todavía no ha habido un Einaudi dispuesto a editar una antología de los neoquevedos. Y en más de un caso hay más talento literario del que seria imaginable en menesteres de tan trivial fugacidad. ¡Pero si jamás Rafael Alberti con todas sus intemperancias ha tenido tantos lectores como estos anónimos juglares de la España de hoy! También es verdad. ¿Pero que habría hecho Quevedo si hubiera tenido una íotocopiadora a mano? Josep MELCA.

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