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ABC MADRID 21-05-1972 página 23
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ABC MADRID 21-05-1972 página 23

  • EdiciónABC, MADRID
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LA OTRA CASA Ya son muchas las familias que además de la vivienda estable tienen una casa en el campo y un apartamento en algunas de nuestras islas o litorales. OCAS son las familias de nuestro entorno que no tengan hoy otra casa La casa de campo, la casa en el mar o la casa en la sierra definen un status generalizado de economía familiar de tipo medio. Yo diría que en España ya vamos por la segunda otra casa ya son muchas las familias que además de la vivienda estable, el. domicilio permanente, tienen una casa en el campo y un apartamento o bungalow en alguna de nuestras islas o litorales, coloreados de verde, de azul, de blanco o de pinos. ¿La fiebre de la construcción promueve la necesidad colectiva de cambiar de ambiente con frecuencia. Según Aranguren es erróneo suponer que la publicidad y las empresas constructoras, por su sólo carácter económico, susciten la necesidad de disfrutar de varias viviendas de una misma familia: es el modo actual de vida de esa familia el que sugiere nuevas urbanizaciones y complejos turísticos a los promotores de lugares de recreo. Lo que el público encuentra en la publicidad es precisamente lo que, muchas veces sin saberlo, busca. Ocurre con la otra casa lo que solía ocurrir con la otra mujer que es menos atractiva, menos cómoda y mucho más cara que la legítima que la habitual, que la permanente. Pero la sociedad actual tiene vocación itinerante. Recorre 500 P kilómetros y gasta miles de pesetas para pasar ¡unas horas tratando de hacer funcionajr los servicios inservibles de la otra casa Cualquier sacrificio se impone antes que quedarse en la ciudad habitual un fin de semana. La inestabilidad de apetencias y propósitos, el afán de movilidad y cambio, la resistencia al compromiso duradero son las características esenciales del hombre de hoy, como sí encontrase en la renovación cotidiana y en el referéndum diario a que somete su entera situación existencia! la razón máxima del vivir. El hombre vive, así, como para morir cada día. ¿Es ello mejor o peor? Antes vivía como para vivir toda la vida: ahorrando dinero, gruardando apariencias, queriendo someter a su programa- -programado a veces por los padres- -el futuro implacable. La muerte le sorprendía, como a las vírgenes necias del Evangelio, sin aceite que alimentara las torcidas de sus lámparas, sin haber conocido la experiencia cotidiana de la decisión y el riesgo, habiendo vivido en la cárcel del presente, donde el engañoso tiempo del futuro le gritaba siempre: todavía no es hora Y ya nunca fue hora. Como paradoja a esta actitud de improvisación existencial se han constituido comités científicos para el estudio de las condiciones dtel porvenir; las hipótesis so- bre el futuro proliferan y toda una literatura de tema futurible se ha ido creando. La preocupación cercana por el mañana personal ha sido sustituida por los augurios, más o menos científicos, sobre el porvenir de la Humanidad. Las enfermedades mentales- -que son enfermedades sociales- cuyos síntomas comunes coincidían en mostrar el paciente una preocupación exagerada por su economía futura, o un temor injustificado hacia una hipotética ruina familiar, han cambiado de tema y los depresivos de hoy padecen otros temores, muchos de ellos de carácter hipocondríaco y otros referidos a situaciones de desplazamiento, de cambio de domicilio, de traslados (lo que los médicos llaman depresión de los emigrados) Si el hombre busca hoy la inquietud en su recreo, se agota físicamente para encontrar el ocio a distancia de su domicilio y paga altos precios por cambiar de decorado sucesivamente, ¿por qué le afecta psíquicamente el cambio obligado, el traslado profesional o la emigración ventajosa? Acaso sea debido todo ello a que el mundo actual- -como decía un colega- -sea escasamente vividero y que el hombre mora en él no como huésped de por vida, que decían nuestros clásicos del mesonero, sino como huésiped al quitar. Marta PORTAL

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