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ABC MADRID 14-05-1972 página 131
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ABC MADRID 14-05-1972 página 131

  • EdiciónABC, MADRID
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y la tercera, en Wigth, en el segundo festical. La carrera de Dylan es significativa. Sus primeras canciones fueron de protesta al estilo tradicional: llamamientos en favor de la justicia social, contra los grandes magnates, la g u e r r a y la opresión. Después se convirtieron en surrealistas y psicodélicas. Ahora Dylan parece volver con más fuerza, camino de hacerse consciente del deber público de cambiar las instituciones y la política. Es la misma historia de la juventud de la posguerra: los beat, los hippies los psicodélicos y la nueva izquierda que sigue a Frantz Fanón, Paul Goodman y el mismo Bob Dylan. Su participación en el concierto fue el primer paso; el segundo ha sido ocuparse de George Jackson, el revolucionario negro asesinado en la prisión de San Quintín el pasado verano. Al poco tiempo Joan Baez le dedicaba una canción; no había visto a su amigo Bobby desde hacía cuatro años: Pondré flores a tus pies y te cantaré dulcemente y espero que mis palabras lleguen al fonido de tu corazón. Nos abandonaste en él camino la lucha estaba en sus comienzos. ¿No querías escuchar a los corderos, Bobby? te estaban gritando... Sobre estas líneas el ex óeatie ge Harrison. Abajo, Ravi Shankar. Joan Baez dice que tiene un puesto reservado en la lucha y es necesario que vuelva a ella. Durante el silencio de Dylan muchos le han llamado burgués y desertor. La única respuesta de Bob: Ha sido una verdadera pena. La canción dedicada a George Jackson podía haber sido escrita por el joven rebelde que hace diez años preguntaba airado: ¿Cuántos caminos tiene que recorrer un hombre para que le llamen hombre? Ahora tiene treinta años, la piel pálida, los ojos más azules y más serenidad en la mirada. Cuando le vieron aparecer en el Madison muchos quedaron paralizados, como en los tiempos que le consideraban el profeta de la revolución de la juventud HARRISON, CRITICADO POR LA NUEVA IZQUIERDA Los jóvenes radicales, a través de sus líderes, han indicado el camino a sus ídolos. Ya es hora de que pongan en práctica sus ideas, si es que son auténticas. La contracultura, las drogas y las especulaciones psicodélicas son un juego de niños al lado de lo que verdaderamente necesita América. Han descubierto que los rebeldes no son una amenaza demasiado seria para el sistema y piden que revisen sus esquemas. La a c c i ó n de Abbie Hoffman, Tlmothy Leary, Jerry Rubín y el mismo Alien Ginsberg era progresista hace algunos años perqué tenía la virtud de erosionar los valores tradicionales de la sociedad americana. Entonces era necesaria su destrucción, pero después no tenían nada que ofrecer. u acción destructiva ha cesado y ahora sólo engendra confusión, diversión y división. Es necesario que todos ellos salgan de la pasividad que les ha caracterizado durante tanto tiempo y se entreguen de lleno a la lucha. Si Ravi Shankar, George Harriscn, Bob Dylan y el resto de los personajes que participaron en aquel concierto querían de verdad hacer algo eficaz por el pueblo de íBangla Desh, o por cualquier otro asunto exclusivamente político- -continúan diciendo los periódicos radicales- deberían haber hablado a su gente y explicarles claramente lo que pensaban del asunto, con todo tipo de detalle. Y lo más importante, indicarles el camino a seguir; convertir aquel concierto benéfico en un verdadero mitin político. Sus fanáticos partidarios seguirían al pie de la letra sus consignas; podían haber formado un importante movimiento de masas; apro- ron las entradas a la venta. Costaban siete dólares y medio. Veinticuatro horas antes su piecio en el mercado negro era de cincuenta dólares y poco antes de empezar se compraron a seiscientos dólares. La BBC dio un extenso reportaje de te- levisión suficiente para dar una idea de lo que fue aquello. En la primera parte intervinieron Ravi Shankar y Ali Abkar, con música folklórica de Bengala Oriental. En el intermedio se proyectó una película escalofriante sobre los refugiados de Bangla Desh. Después del descanso se iluminó el escenario y aparecieron todos los músicos juntos. George Harrison, Eric C l a p t o n Klaus Voorman, Jesse Cavíes, León Russel. Eilly Freston, Ringo Starr, Jim Keltner, Jim Horn y varios músicos menos conocidos comenzaron a cantar, interrumpidos constantemente por los alaridos de cincuenta mil jóvenes que serian capaces de reconocer cualquiera de estas figuras entre una multitud. Canciones de cuyos discos se han vendido millones de copias en el mundo; tetras que todos conocían. Un sonido indescriptible ha quedado recogido en tres, discos grabados en directo. El volumen sube notablemente cuando George anunció con una simple presentación a un amigo muy querido de todos Bob Dylan. Al principio nadie sabía con seguridad si iba a actuar y fue una gran sorpresa para el público. Dylan, con su imagen tradicional, dio un concierto muy completo de todos sus éxitos de los viejos tiempos. De nuevo, tras la retirada de (Dylan, volvió George Harrison para interpretar la canción principal. Cuando sonaron los primeros acordes de Bangla Desh los espectadores recordaron cuál era el motivo de su concentración. Hasta entonces, posiblemente, lo habían olvidado. AL FONDO, EL PUEBLO DE RANCLA DESH Mientras tanto los bengalíes han perdido a casi un millón de hermanos en poicos meses, entre el periodo de la guerra indo- paquistaní, las plagas y la miseria. De los diez millones de refugiados sólo ocho han logrado sobrevivir en condiciones infrahumanas. Hace más de un cuarto de siglo que nació el Estado de Fakistán de una forma dramática: enfrentado con la Unión India, dividido en dos territorios distantes a unos 1.800 kilómetros y separados, además, por evidentes diferencias étnicas, políticas y sociales. Cuando murió Ali Jinnar, el padre del Estado musulmán, nadie fue capaz de asegurar la continuidad política. Se suceden desordenadamente los gobiernos. Ayub Khan tema el poder en 1358; once años más tarde le sucede el general Yahya Khan, de quien cuentan verdaderas atrocidades ahora que está definitivamente fuera de juego. responsable de los cadáveres criminalmente torturados que se han eri contrado terminada la reciente guerra; culpable de la huida de los refugiados hacia la India; torturador de intelectuales y perseguidor de estudiantes. Yahya Khan impuso un régimen de terror en Fakistán Oriental para conseguir eliminar a la oposición. Dicen que esta matanza ha sido, sin duda alguna, la mayor atrocidad desde que Hitler exterminó a millones de hombres y mujeres. En medio de este dolor nació la nueva nación de Eangla Desh. Aunque, según una encuesta no muy rigurosa que se realizó el día del Concierto pro- fBangla Desh un gran porcentaje de jóvenes no sabían ni la mitad de todo esto. Cuando terminó George Harrison de cantar su himno de Eangla Desh, una bella canción que los bengalíes no han oído, la gente se fue a su casa como había venidos. Creemos que Ravi Shankar no alcanzó el objetivo previsto. Nativel PRECIADO Bob Dylan vuelve a ser e l radical de otros tiempos vechar aquella unidad para una acción importante. Un problema político no se puede transformar en una fiesta benéfica. SEISCIENTOS DOLASES POR UNA ENTRADA PARA EL CONCIERTO Sin entrar en detalles políticos, que podían ser discutibles, lo cierto es que aquél concierto ha sido uno de los acontecimientos musicales más importantes de los últimos años. Seis grandes músicos de nuestros días: George Harrison, Eric Clapton, Ringo Starr, León Russel, Bob Dylan y Ravi Shankar se reunieron una tarde del verano de 1971 en el Madison Square Garden, de Nueva York, ante más de cuarenta mil jóvenes. George Harrison había llamado también a Faul McCartney y a- John Lennon para que participasen en el concierto. Paul se negó sin más explicaciones, siempre ha sido el más individualista de los Beatles, y John no pudo abandonar sus problemas familiares que le ocupaban todo el tiempo. Mick Jagger, el cantante de los Rolling Stcnes, no consiguió el visado para entrar en los Estados Unidos. Eran los tres que quedaban para completar el grandioso espectáculo, pero George tuvo que prescindir de ellos. Tres días antes del concierto se pusie-

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